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Pentecostalismo Reformado: ¿Caballo de Troya o pentecostalismo «trans»?

Pero más allá de las etiquetas, estas diferencias teológicas no solo tienen ramificaciones en el ámbito doctrinal, sino también en la vida diaria de los creyentes. Para los seguidores de la teología reformada, la confianza en la predestinación puede llevar a una profunda seguridad en la salvación (confianza desmedida que afecta la ortopraxis), pero también puede plantear interrogantes sobre la justicia de Dios (no nos extraña que muchos excalvinistas sean hoy ateos, agnósticos o simplemente resentidos con Dios) y, eventualmente, quienes eligen quedarse y meditan bien el asunto, pueden incluso caer en la desesperación al no saber con plena seguridad que son parte de los escogidos (he visto numerosos casos de calvinistas con crisis depresivas, ansiedad, temor a la muerte y hasta tendencia al suicidio por las contradicciones que su doctrina de la predestinación les crea mentalmente). Mientras tanto, para los pentecostales, el énfasis en la libertad de elección puede (y a menudo lo hace) fomentar un compromiso activo con la evangelización y un sentido de responsabilidad personal en la fe. Esto explica en parte por qué el pentecostalismo ha crecido tanto por su énfasis en el evangelismo y las misiones, mientras que el calvinismo crece a base de proselitismo intra-protestante (robando miembros de otras iglesias)

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Jesucristo, Dios en igualdad con el Padre

El Hijo es de la esencia del Padre, eterno, perfecto, Dios de Dios, engendrado, no creado, consubstancial con el Padre. Por quien todo fue hecho, tanto lo que está en los cielos como lo que está en la tierra.

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¿Es incorrecto orarle al Espíritu Santo?

A menudo escuchamos a predicadores afirmar que nuestras oraciones solo deben ser dirigidas a Dios el Padre en el nombre de Jesús. Afirman además que es incorrecto e inapropiado orarle a Jesús y, mucho menos, al Espíritu Santo. Aunque se oye inocente, y para algunos quizá suene hasta bíblico, lo cierto es que esconde una herejía peligrosa: la negación de la coigualdad de cada uno de los miembros de la Trinidad. Como si de 3 dioses de diferente rango se tratase. La pregunta importante aquí es: ¿Qué dice la Biblia al respecto?

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¿Reemplazo o continuación? Pablo y el nuevo Israel en la epístola a los Romanos

En la epístola de los Romanos, se conceptualiza la Iglesia como el "nuevo Israel". Sin embargo, es crucial destacar que esta terminología no implica en modo alguno la suplantación de Israel por parte de la iglesia, sino más bien la continuidad del Israel restaurado en Cristo. Bajo esta óptica, Cristo emerge como el genuino Hijo de Dios y la verdadera simiente de Abraham, Isaac y Jacob (la simiente de la promesa), a través del cual se llevan a cabo todos los designios divinos para Israel y la totalidad de la creación.

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Un Dios celoso, un Padre que nos anhela

Dios los hizo recordar que la santidad no era opción. La referencia a la liberación que Dios realizó cuando sacó a los hijos de Jacob de Egipto es para hacerles recordar que el propósito de la Pascua no era político, sino adoptivo para que Jehová fuera el Dios del pueblo. Ya que Dios es santo, el mandamiento es que sean santos. Que se parezcan a su Papá.

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Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia

En la vida cristiana, se encuentran paradojas sorprendentes. Por un lado, aquellos que creen en Cristo han sido conectados con una fuente de satisfacción vital que puede colmar todos sus deseos y anhelos. Sin embargo, también anhelan ardientemente como un corazón sediento (Salmos 42:1). Cantan y alaban al Señor en sus corazones, pero al mismo tiempo suspiran profundamente cada día, ya que su experiencia a menudo es dolorosa y confusa; pero a pesar de todo eso nunca renunciarían a ella ni por todo el oro del mundo.

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La Guerra Espiritual en el Nuevo Testamento: Los Evangelios

Las narrativas que describen a Jesús expulsando demonios de individuos destacan su plena autoridad sobre el mundo espiritual en rebelión contra Dios. Es necesario distinguir entre las acciones de Jesús al expulsar demonios y lo que se practicaba comúnmente en esa época (y en algunos círculos hasta el presente) bajo el término "exorcismo". El verbo griego ἐξορκίζω (exorkizo) tiene el significado de "hacer jurar" o "obligar a prestar juramento" (se encuentra únicamente en la Septuaginta en Gn 24:3 y Jueces 17:2, y en el Nuevo Testamento en Mt 26:63). El sustantivo griego ἐξορκιστής (exorkistés), que denota a un "exorcista", solo aparece en Hechos 19:13, en donde algunos judíos que recorrían haciendo exorcismos intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que estaban poseídos por espíritus malignos, diciendo: 'Os conjuro por Jesús, a quien predica Pablo'.

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La Guerra Espiritual en el Antiguo Testamento

Dios, como el Creador supremo, ejerce control sobre su creación, incluyendo a los seres espirituales y a los humanos que se rebelaron contra Él. La presencia de maldad en la creación se debe a las acciones de estos seres rebeldes, tanto espirituales como humanos. Sin embargo, Dios supervisa y guía esta maldad de acuerdo con sus propósitos y dentro de los límites de los tiempos que ha establecido. En el Antiguo Testamento, no hay indicios de que Dios haya empleado guerreros humanos en batallas espirituales; en cambio, parece que un ángel mensajero, posiblemente Gabriel, y el arcángel Miguel fueron los únicos seres que enfrentaron las fuerzas espirituales de maldad

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Perspectivas cristianas sobre la guerra espiritual

La guerra espiritual es un tema que ha generado mucho debate durante los últimos años. Algunos sectores del evangelicalismo la consideran una herejía peligrosa, mientras que para otros (principalmente en círculos carismáticos, pentecostales y neopentecostales) la guerra espiritual es considerada la mejor estrategia para evangelizar al mundo. Numerosos libros y artículos han sido escritos tanto para defender como para oponerse a la práctica de la guerra espiritual. El desacuerdo es amplio, pero también los puntos en común: Todos los cristianos estamos de acuerdo en que todo seguidor del Señor Jesucristo está involucrado en una guerra espiritual y que tiene la responsabilidad de participar en ella bajo la autoridad de Cristo.

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Bienaventurados los pacificadores

Solo Jesús tiene el poder de poner fin a este conflicto constante y restaurar la paz. Como se menciona en Efesios 2:14, "Él es nuestra paz". Jesús se sumergió en el conflicto al aceptar ser golpeado por la vara de la justicia divina que nos perseguía (Ef. 2:13–17; Col. 1:20). En Cristo, Dios mismo reconcilió el mundo consigo mismo, estableciendo la paz y proclamando la amnistía; transformando al rebelde arrepentido en una criatura de paz (2 Co. 5:17–21). Por esta razón, todo creyente justificado experimenta paz con Dios (Ro. 5:1). La paz de Dios, que supera todo entendimiento, puede custodiar el corazón y la mente del creyente en Cristo Jesús (Fil. 4:7). Experimenta alegría y bienestar, descansando y durmiendo en paz (Sal. 4:8).