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Perspectivas cristianas sobre la guerra espiritual

Por Fernando E. Alvarado.

La guerra espiritual es un tema que ha generado mucho debate durante los últimos años. Algunos sectores del evangelicalismo la consideran una herejía peligrosa, mientras que para otros (principalmente en círculos carismáticos, pentecostales y neopentecostales) la guerra espiritual es considerada la mejor estrategia para evangelizar al mundo. Numerosos libros y artículos han sido escritos tanto para defender como para oponerse a la práctica de la guerra espiritual. El desacuerdo es amplio, pero también los puntos en común: Todos los cristianos estamos de acuerdo en que todo seguidor del Señor Jesucristo está involucrado en una guerra espiritual y que tiene la responsabilidad de participar en ella bajo la autoridad de Cristo.

Algunos sectores del protestantismo, influenciados por la teología liberal, niegan la existencia de satanás y los demonios como seres personales. Proponen que son una proyección de la maldad que está inherente en nosotros los seres humanos y en las instituciones creadas por nosotros. Para dicho sector liberal, la guerra espiritual es «confrontar la maldad organizada en el racismo, sexismo, clasismo y violencia»

Incluso en aquellos que sí aceptan la naturaleza personal del diablo y los demonios, la cosmovisión moderna (que no es bíblica) una enorme gran influencia. Muchos cristianos piensan en Dios, los ángeles y los demonios como parte del mundo espiritual y nosotros juntamente con los animales, plantas y la materia inorgánica como parte del mundo físico. En esta cosmovisión existe una zona excluida entre las dos esferas y el contacto entre ellas es prácticamente nulo.

En el sector evangélico del protestantismo muchos aceptan que el diablo y los demonios son seres personales, pero su concepto de la guerra espiritual está enfocado en evangelismo, discipulado y crecimiento individual. Este sector (infectado por el cesacionismo recalcitrante) no acepta que los seguidores de Cristo hoy deben intentar liberar a otras personas de la influencia de satanás o de los demonios a través de la expulsión de ellos.

En el otro extremo se encuentra el sector carismático/pentecostal del evangelicalismo, el cual está convencido que todos los discípulos deben despertar a la realidad del conflicto cósmico que les inunda, y llevar un estilo de vida centrado en el reino de Dios que manifiesta rebelión contra las potestades, y manifestar autoridad divina contra la demonización y las enfermedades cuando sea posible.

Los neopentecostales abogan por un nivel aún más intenso de guerra espiritual al que llaman “guerra espiritual estratégica.” Afirman que este nivel de guerra tiene gran potencial para vencer los poderes de las tinieblas y ver personas liberadas y la sociedad transformada hacia el modelo del reino de Dios. Los proponentes de la guerra espiritual estratégica mencionan varios componentes de su estrategia. Cada componente sugiere otros interrogantes. El primer componente es la cartografía espiritual: la práctica de identificar las condiciones espirituales vigentes en cierta comunidad, ciudad o nación. Los que practican la guerra espiritual estratégica reúnen esta información a través de la investigación histórica, las observaciones personales, y las revelaciones divinas. El mapa espiritual puede incluir lugares, eventos, costumbres, tradiciones, y los nombres de seres espirituales que supuestamente ejercen autoridad sobre una región bajo el mando global de satanás. ¿Hay respaldo bíblico para esta práctica?

El segundo componente de la guerra espiritual estratégica es el arrepentimiento identificativo. Según la información reunida a través de la cartografía espiritual, los que practican esta estrategia luego oran, identificándose con los pecados destacados en el mapa espiritual y se arrepienten de ellos. Aunque los que practican esta clase de oración no han cometido ninguno de los pecados por los cuales están pidiendo perdón, ellos dicen que el arrepentimiento identificativo destruye las fortalezas diabólicas que existen a causa de los pecados porque Dios luego puede perdonar esos pecados y privar a satanás y sus huestes de autoridad sobre la región.9 ¿Hay respaldo bíblico para esta práctica?

Después de realizar la cartografía espiritual y el arrepentimiento identificativo, los que practican la guerra espiritual estratégica hacen una o más de las siguientes actividades: (1) oraciones de guerra en las cuales atan, expulsan, y vencen a los espíritus territoriales; (2) proclaman decretos proféticos; (3) realizan actos proféticos; (4) realizan encuentros de poder; y/o (5) organizan caminatas y marchas de oración. Según lo que el mapa espiritual ha mostrado y según cómo el Espíritu Santo les guíe, eligen entre estas opciones las que les parecen más apropiadas para cada situación. Un decreto profético puede ser una declaración que cierta región esté libre de un pecado que antes fue común. Un acto profético puede ser ungir un lugar con aceite o destruir alguna cosa que simboliza la destrucción del poder de la maldad demoníaca en la región. Un encuentro de poder puede ser el desafío público de un demonio (semejante al encuentro entre Elías y los profetas de Baal en 1 Reyes 18:20–40). Una caminata o una marcha de oración es un evento donde las personas pasan a través de una ciudad u otra región orando y alabando a Dios.

Existen otras ideas asociadas con la guerra espiritual estratégica que son debatidas: la transmisión de demonios a través de objetos; la transmisión de demonios a través de maldiciones; la transmisión de demonios o de maldiciones a través de las generaciones; la asociación de pecados con demonios (por ejemplo un «espíritu de adulterio» o un «espíritu de alcoholismo»); la práctica de hablar con demonios para reunir la información necesaria para luego expulsarlos; la práctica de usar información de grupos espirituales no-cristianos para reunir información acerca del mundo espiritual; la práctica de usar revelaciones personales sin corroboración bíblica para adelantar la guerra espiritual; y la importancia dada a experiencias personales de los que practican la guerra espiritual estratégica para establecer la validez de las ideas y las prácticas asociadas con el movimiento.

Todos estos puntos de vista levantan por lo menos dos preguntas importantes para resolver al formular una teología bíblica de la guerra espiritual: (1) ¿El diablo y los demonios son seres personales? y (2) ¿El seguidor de Jesucristo hoy debe intentar liberar a las personas de la influencia demoníaca a través de la expulsión de demonios (liberación-exorcismo)? Si la respuesta a ambas preguntas es sí, entonces surge una pregunta nueva para el sector evangélico que defiende todas esas prácticas denominadas “guerra espiritual estratégica”, y la pregunta es simple: ¿Qué dice la Biblia acerca de estas prácticas?

Hablaremos de eso en próximos artículos…

BIBLIOGRAFÍA:

– Robert Simons, ed., Una Teología Bíblica de la Guerra Espiritual, 1a ed. (Bellingham, WA: Editorial Tesoro Bíblico, 2019).

– Martyn Lloyd-Jones, No contra sangre y carne: La lucha contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes, trans. Gloria Ruiz González (Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2015).

– Jaime Mirón, ¿Estoy preparado para la guerra espiritual? (Miami, Florida: Editorial Unilit, 2001).

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