Si alguien conociese todo lo que hay dentro de nosotros, no solo nos sentiríamos descubiertos sino que escaparíamos llenos de vergüenza. Lo curioso de todo esto es que sí hay alguien que sabe todo lo que hay dentro de nosotros, que conoce nuestros más íntimos y sucios secretos. Dios conoce hasta lo más profundo de nuestro corazón, sabe todos nuestros pensamientos y puede ver lo más oscuro y negro de cada uno de nosotros. Y, a pesar de ello, Dios es quien más nos ama.
Etiqueta: Vida Abundante
Vida Cristiana | ¿Permite la Biblia el divorcio?
El matrimonio fue instituido primeramente en el Jardín del Edén. Es una unión monógama, física, emocional y espiritual entre un hombre y una mujer. Ese es el plan divino (Génesis 2:24). Alguien dijo que Dios diseñó el matrimonio para: El compañerismo (Génesis 2:18); para evitar la fornicación (1 Corintios 7:2-5); la procreación (Génesis 1:28; 1 Timoteo 2:15); la protección de los hijos (1 Timoteo 5:8); la felicidad familiar (Proverbios 18:22; Eclesiastés 9:9) y contribuir al bienestar de la sociedad en general. Desde el principio podemos ver entonces que la disolución del matrimonio no estaba contemplada ni permitida. Sin embargo, en la Biblia sí vemos que el divorcio es mencionado.
Dios completará la obra que inició en ti
Filipenses 1:6 resulta esperanzador porque lleva consigo la obra pasada, presente y futura de Dios en nosotros y para nosotros por lo que Jesús ha hecho en la cruz. Jamás debemos olvidar que es por Jesús, y solo por Jesús que Dios efectúa esta gran obra en nosotros. Mi amado hermano: Si tienes problemas de algún tipo, dudas de tu salvación, o no estás seguro de tu crecimiento, tan solo deja que el Señor le hable a tu corazón pasando tiempo con Él en oración y leyendo Su palabra. Él usa estas cosas para "perfeccionar" el trabajo que ha comenzado en ti. Recuerda que el Señor nunca te dejará ni te abandonará. Él no puede ser infiel y su amor por ti no puede fallar. ¡No estás estancado! ¡Dios no te ha abandonado en este proceso! ¡Él te está perfeccionando!
Resiliencia espiritual del cristiano
¿En dónde radica la fuente de la resiliencia personal? Está en Jesucristo. Él puede llegar a ser el bombero, salvavidas, socorrista, policía y paramédico que la tragedia personal demanda para su reconstrucción. Jesús no se intimida con nuestros enemigos, no se cansa, no se distrae, ni tampoco anda a ciegas buscando sobrevivientes.
Dios está en control
El fin de mis días está dentro del decreto soberano de Dios. Me gusta pensar que Dios, el perfecto escritor de mi vida, ya escribió “el fin”. Él ya lo sabe. No le es un misterio. Puedo confiar que cuando venga mi hora, será cuando Dios lo haya designado, no antes ni después.
2020, un año para descansar…
En Cristo, puedes descansar sabiendo que tu Creador ya hizo todo por ti al crearte a su semejanza, salvarte por su gracia, y sigue trabajando hoy para conformarte a Su imagen. ¡Que el 2020 sea un año en que no olvidemos sus obras y a descansar cada día en Él!
¡Libérate de la culpa! Ahora eres hijo…
La culpa es el resultado natural de nuestro pecado contra Dios. La mayor prisión en la que caemos y de la que es imposible liberarnos solos, porque cuando le damos la espalda a nuestro Creador perdemos la paz interior y la exterior (Génesis 3:16). No sólo dejamos de ser nosotros mismos, sino que además perdemos la posibilidad de saber quienes somos realmente. Cuando nos sentimos culpables, vivimos con la impresión de que nada ni nadie puede liberarnos. Literalmente dejamos de vivir, porque las prisiones interiores son las que terminan destruyendo nuestra alma. Vivimos intranquilos aunque nadie nos persiga, caemos en la tiranía del desencanto porque siempre encontramos alguna circunstancia o situación que nos entristece y nos roba la paz.
¿Es tu vida de oración una fuente de gozo?
Si tuvieras que describir tu vida de oración en una palabra, ¿Cuál palabra elegirías? ¿Fiel? ¿Eficaz? ¿Gozosa? ¿O elegirías palabras como irregular, inconsistente, o mediocre? Todos hemos estado allí en algún momento de nuestra vida. Y de hecho ni siquiera nos preocupa la mayoría de las veces; pensamos que es normal y que todo está bien. Es hasta que la crisis azota nuestra vida que orar se vuelve necesario y nos damos cuenta de su valor. Es entonces que descubrimos que estar contento con una vida de oración mediocre expone nuestra visión anémica de Dios. Hace que Dios parezca opcional en vez de supremo, y distante en lugar de accesible a través de la fe en Cristo. Ahí, aleccionados por nuestros problemas, nos damos cuenta que Él es digno de mucho más que nuestras excusas y nuestra pereza. ¿Te ha pasado a tí también? Déjame decirte algo: Una vida de oración más gozosa puede estar más cerca de lo que piensas, incluso si no tienes idea de cómo llegar allí. Dios quiere que disfrutemos de Él en oración.
Y tú, ¿Por qué le eres fiel a Dios?
Imagínate por un momento que estás casado. Tu cónyuge te pregunta: “¿Por qué me eres tan fiel?” Y tú respondes, “Bueno, cariño, no es que te ame tanto... te soy fiel porque no quiero contraer enfermedades sexuales, no quiero tener un bebé no deseado fuera del matrimonio y tampoco quiero que te enfades. La verdad es que valoro mi tranquilidad.” ¿Qué crees que pensaría tu pareja? ¿No le caerían esas palabras como un balde de agua fría? ¿Acaso no le harías sentir desvalorizada? ¿Acaso no debería ser el amor el motivo real para la fidelidad hacia tu cónyuge? ¿No le deberías, más bien, haber respondido, “Te soy fiel, mi vida, porque te amo con toda la fuerza de mi corazón”? Cuando amas a alguien, no le engañarás. Tal idea ni siquiera pasa por tu imaginación. Incluso los no creyentes saben esto. La misma regla es aplicable a Dios.
La clase de personas que Dios usa.
El Espíritu Santo es el que determina cómo, y por medio de quién él se va a manifestar. Nosotros no somos los que escogemos cuál es la manifestación que se va a producir. Esto lo decide él, según quiere. Esta verdad corrige la idea que enseñan algunos, según la cual necesitamos aprender a usar al Espíritu Santo. No somos nosotros los que lo usamos a él. Es él en su soberanía el que nos usa a nosotros, si nos entregamos a él.