Dispensacionalismo, ESCATOLOGÍA, Pentecostalismo

El Rapto de la Iglesia: Una perspectiva mesotribulacional y del rapto Pre-Ira

PPA Selections

El punto de vista mesotribulacional del Rapto mantiene que el rapto de la iglesia ocurrirá a la mitad de los siete años de la Tribulación; es decir, después que hayan pasado tres años y medio. En este punto de vista, solamente la última parte de las semana septuagésima de Daniel es la Tribulación. A menudo es considerado como una forma de pretribulacionismo, puesto que enseña que el Rapto ocurre antes de las tribulaciones de la última mitad de los siete años.[1]

Según la postura del mesotribulacionismo, el arrebatamiento de la iglesia ocurrirá a la mitad o cerca de la mitad del período de la tribulación. Esto significa que la iglesia atravesará la primera mitad de la tribulación. Los aspectos fundamentales de esta teoría son los siguientes:

(1) La última trompeta de 1 Corintios 15:52 (también la trompeta de 1 Tesalonicenses 4:16) se identifica con la última o séptima trompeta de Apocalipsis 11:15.

(2) Los dos testigos de Apocalipsis 11 representan a los santos de la iglesia, y serán arrebatados en medio de la semana setenta mencionada en el libro de Daniel. Otros no consideran que los dos testigos representen a la iglesia, pero sí creen que el arrebatamiento de éstos será simultáneo al arrebatamiento de la iglesia en medio de la tribulación.

(3) Los primeros tres años y medio de la tribulación no serán una época de ira, sino solo serán el “principio de dolores” (Mt. 24:8). Será un tiempo en el que se manifestará la ira del hombre, pero no la de Dios. Algunos sugieren un punto de vista algo diferente y plantean que los 144.000 serán redimidos “de entre los de la tierra” (Ap. 14:3), es decir, mediante una trasformación, y plantea que el arrebatamiento ocurrirá entre el quinto y el sexto sello (o sea, en algún momento entre Apocalipsis 6:11 y 12). Esto sucede porque cambia la situación, pasando de la ira del hombre (el anticristo que asesina a los creyentes) a la ira de Dios (la que provoca que los hombres les digan a las peñas que caigan sobre ellos).

Algunos de los problemas que presenta este punto de vista son los siguientes:

(a) No existen evidencias claras de que la última trompeta de 1 Corintios 15:52 y la séptima trompeta de Apocalipsis sean una misma.

La séptima trompeta da inicio al juicio de la tribulación, mientras que la última trompeta trae consigo bendición (la venida de Cristo). La séptima trompeta es angelical, y la última trompeta es divina. En Mateo 24:31, al final de la tribulación, con gran voz de trompeta, se juntarán los escogidos. Esto ocurrirá mucho después de que suene la séptima trompeta, a la mitad de la semana setenta de Daniel, y al igual que la séptima trompeta, pudiera tratarse de la “última trompeta”. Sin embargo, es probable que la palabra “última” (eschate) no significa la última de una serie, sino una trompeta con una importancia escatológica; que señala el fin.

(b) Resulta mejor interpretar que los dos testigos de Apocalipsis 11 son personas reales (probablemente se trate de Moisés y Elías) quienes profetizarán durante la primera mitad de la tribulación.

Si ellos representan a los santos de la iglesia, entonces todos los santos de la iglesia serán martirizados, porque dice el texto que el mundo verá sus cadáveres. Los testigos también profetizarán y harán milagros, cosas que no son atribuibles a todos los santos de la iglesia.

(c) La primera mitad de la tribulación será un tiempo en el que se manifestará la ira de Dios, y no solamente una ira humana.

El sexto sello del Apocalipsis se abre durante la primera mitad, y las consecuencias son tan severas que la gente les pide a las peñas y a los montes que caigan sobre ellos y los escondan de la “ira del Cordero” (Ap. 6:16). Dios puede ejecutar su ira a través de los seres humanos (Ap. 17:16–18). Una causalidad secundaria o acción intermedia es totalmente compatible con la actividad divina. Las Escrituras atestiguan constantemente de ello (Ro. 13:1; Ez. 14:21; Is. 10:5–15). La acción humana u otro tipo de medio no niegan el hecho de que se trata de la actividad de Dios.

En este caso, el Cordero, el mismo Cristo, Dios encarnado, abre el sello del Apocalipsis (Ap. 5:4–5; ver Jn. 5:22–23, 27). Los juicios de los sellos, así como las trompetas y las copas, provienen del trono del juicio de Dios, donde los santos de la iglesia, sentados en tronos, participan como ancianos (Ap. 4:4–5; 5:1–13; ver Dn. 7:9–10; 1 Co. 6:2). Las tres sucesiones de juicios (sellos, trompetas y copas) se verán precedidas de fenómenos cósmicos que representarán un castigo divino (Ap. 4–5; 6:12–14; 8:5; 11:19; 16:17–18). Todo esto encaja con los textos que describen la tribulación (que aquí se menciona como sinónimo de la semana setenta de la profecía de Daniel) como un tiempo en el que se manifestará la ira de Dios (1 Ts. 1:10; 5:9).

(d) La relación que se establece entre la trompeta para resurrección y para transformación es diferente en Apocalipsis 11:15 y en 1 Corintios 15:52.

En Corintios la trompeta suena y luego ocurren la resurrección y la transformación; en Apocalipsis ocurre lo contrario: los dos testigos se levantan antes de que suene la séptima trompeta (Ap. 11:11).

(e) Se ve la presencia de un patrón incorporado para fechar los acontecimientos, pues el mesotribulacionismo niega la inminencia del arrebatamiento.

La inminencia significa que no existen acontecimientos profetizados que deben tener lugar antes de que suceda el arrebatamiento, y por lo general se explica (correctamente) que puede ocurrir “en cualquier momento”.

(f) La pérdida de la inminencia y la utilización del discurso del monte de los Olivos para colocar a la iglesia ya en la tribulación.

Recientemente ha surgido una teoría nueva llamada El arrebatamiento pre-ira que realmente es una modificación de la teoría mesotribulacional. En esencia, esta nueva fecha para el arrebatamiento plantea que la primera mitad de la semana setenta de Daniel no será el momento de la ira de Dios y por tanto no será tribulacional. En lugar de ello será un momento en el que se manifestará la ira del hombre a través del anticristo y su “principio de dolores”, como mismo ocurre en el mesotribulacionismo. El tercer período de la semana setenta será el de “la gran tribulación”, y tampoco es el momento de la ira de Dios. Estos dos segmentos (o sea, tres cuartos de la semana) comprenden los seis sellos del Apocalipsis. El arrebatamiento ocurre tras el sexto sello y el último segmento o cuarto de la semana setenta es el Día del Señor, donde sonarán las siete trompetas del Apocalipsis. Este será el momento de la ira de Dios, no la del hombre.

Las siete copas del Apocalipsis se derraman durante los treinta días posteriores a la semana setenta (Dn. 12:11) y son también un momento en que se manifiesta la ira de Dios. El arrebatamiento “termina” en ese momento y Cristo regresa con sus santos para reinar en el reino milenario, convirtiendo al arrebatamiento en un acontecimiento de dos etapas aunque esto se niega sobre la base de que, a los 22 meses a los que se hace referencia se les llama “la presencia continua” de Cristo. La primera etapa del arrebatamiento (la ascensión de los creyentes) tiene lugar aproximadamente durante el tercer segmento de la tribulación, y la segunda etapa (el descenso de Cristo y de los santos a la tierra) ocurre treinta días después de la finalización de la semana setenta.

Gran parte de esta teoría comparte los mismos problemas que el mesotribulacionismo. En sentido general, este punto de vista parece ser un conjunto complicado de pasajes mal comprendidos, de un uso incorrecto del idioma griego empleado en el Nuevo Testamento, y de interpretaciones arbitrarias, por no decir vanguardistas. Este punto de vista tuvo su apogeo en los años noventa y rara vez se refleja ya en los estudios proféticos actuales.[2]

FUENTE:


[1] Charles Caldwell Ryrie, Teologı́a básica (Miami: Editorial Unilit, 2003), 569.

[2] Rolland McCune, Teología Sistemática del Cristianismo Bíblico (Sebring, FL: Editorial Bautista Independiente, 2018), 740–742.

Deja un comentario