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La Trinidad en las epístolas petrinas: Un baluarte contra la herejía unicitaria

La doctrina de la Trinidad, pilar fundamental del cristianismo histórico, articula la creencia en un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Según el Credo Atanasiano, “adoramos a un solo Dios en Trinidad y a la Trinidad en unidad, sin confundir las personas ni dividir la sustancia divina”. Cada persona es plenamente divina, coigual y coeterna, compartiendo una sola esencia, poder y eternidad. El Padre no es creado ni procede; el Hijo es eternamente engendrado del Padre; y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Esta formulación no implica tres dioses, sino un solo Dios en una unidad indivisible, donde la distinción personal coexiste con la unidad esencial, sin subordinación ontológica. Esta concepción, lejos de ser una invención arbitraria, se fundamenta en un riguroso análisis exegético de las Escrituras, que proporciona la base para su precisión teológica

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La Impassibilitas Dei (la impasibilidad de Dios) y la revelación escritural de un Dios profundamente emocional, compasivo y apasionado

La teología clásica ha luchado, desde sus primeros siglos, con la aparente paradoja entre la impassibilitas Dei (la impasibilidad de Dios) y la revelación escritural de un Dios profundamente emocional, compasivo y apasionado. Por un lado, la tradición filosófica griega, filtrada en los primeros escritos patrísticos, insistía en que Dios, como Ser perfecto e inmutable (cf. Mal 3:6; Sant 1:17), no podía ser afectado por emociones humanas, pues estas suponen cambio y potencialidad. Por otro lado, las Escrituras presentan a un Yahvé que se duele (Gén 6:6), que ama con "amores eternos" (Jer 31:3), que se enoja (Sal 7:11) y que, en Cristo, llora ante la tumba de Lázaro (Jn 11:35). Esta tensión no es mera abstracción doctrinal, sino que tiene implicaciones vitales para la espiritualidad pentecostal, que celebra la experiencia íntima con un Dios cercano, sensible al clamor y movido por la intercesión.

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Verus Deus, Verus Homo: El Misterio de la Encarnación

La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana genuina y ortodoxa: "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios." (1 Juan 4:2). Esa ha sido la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos, incluso a través de su himnología, cuando cantaba, ya en el primer siglo, acerca del gran “Misterio de la piedad”, es decir, de la Encarnación del Dios-Hijo.

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Prestigio humano, grados académicos y verdadera autoridad espiritual

Muchos hoy fundamentan su autoridad en sus títulos y grados académicos: licenciaturas en teología, maestrías y doctorados. Estudiar está bien ¡Ojalá todo cristiano fuese un erudito! ¡Pero los demonios no salen cuando les recitas tu tesis de grado, ni te obedecen por tener 2 licenciaturas, 3 maestrías o 4 doctorados! ¡Les importa poco si citas a Juan Calvino, Jonathan Edwards, Spurgeon, a Wesley, Arminio, a Molina o a los puritanos! ¡Para ellos eso es irrelevante! Sólo hay algo que ellos respetan, y es la autoridad de Dios, impartida por el Espíritu Santo en el creyente.

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¿Christotókos o Theotókos? | Otra vuelta de tuerca al asunto

El Concilio de Éfeso de 431 le otorgó a María el título de Theotokos (en griego antiguo, Θεοτόκος, en latín, Deīpara o Deī genetrix), que significa Madre de Dios (literalmente, 'la que dio a luz a uno que era Dios').​ Su equivalente en español, vía latín, es Deípara.[1] El título le fue concedido solemnemente a María en el Concilio de Éfeso de 431 al ser proclamado el dogma cristológico. El significado teológico en ese momento fue enfatizar que el hijo de María, Jesús, era completamente Dios, y también completamente humano, tal y como había sido afirmado en el Concilio de Nicea I de 325, y que sus dos naturalezas (humana y divina) estaban unidas y eran inseparables en una sola persona.

Complementarianismo, Igualitarismo, Ministerio Femenino, Teología Feminista

¿Cristianas y feministas? | Una perspectiva pentecostal

Lo pentecostales entendemos, a la luz de la Biblia, que la intención de Dios no sólo es la salvación eterna del individuo, sino también llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social en esta tierra. Esto también es cierto en relación con la marginación de las mujeres en la iglesia y la sociedad. Como con otros muchos temas sociales, el cristianismo bíblico establece un fundamento que inevitablemente conduce a ideas tales como el valor, la igualdad y la libertad de las mujeres. La ética arraigada en una cosmovisión cristiana ha resultado en niveles de igualdad femenina y la oportunidad que las culturas no cristianas nunca han ofrecido ni tampoco han considerado. El cristianismo puede lograr esto sin caer en los errores de ciertos “feminismos”.

Arminianismo Clásico, Arminianismo Reformado, Arminianismo Wesleyano, Calvinismo, Molinismo

¿Ser reformado es ser bíblico? ¡Al parecer no tanto como algunos quisieran creer!

tolerantes) se nos quiere vender el cuento de que la teología reformada es es el único sistema teológico verdaderamente bíblico y fiel a las Escrituras. Como gustan decir los propagandistas estadounidenses del calvinismo y sus apoyadores en Latinoamérica: "Ser reformado es ser bíblico", pero ¿Es esto cierto o un mero eslogan propagandístico calvinista?

Reflexión Teológica, Teología

El Dios que es capaz de sufrir

La misericordia de Cristo no es una gracia barata, no supone la banalización del mal. Cristo lleva en su cuerpo y en su alma todo el peso del mal, toda su fuerza destructora. El día de la venganza y el año de la misericordia coinciden en el misterio pascual, en Cristo, muerto y resucitado. Esta es la venganza de Dios: él mismo, en la persona del Hijo, sufre por nosotros. Cuanto más quedamos tocados por la misericordia del Señor, más solidarios somos con su sufrimiento, más disponibles estamos para completar en nuestra carne “lo que falta a las tribulaciones de Cristo.

Biblia, Bibliología

¿Bibliolatría? | Las inconsistencias de la Neo-Ortodoxia y su entendimiento de las Escrituras

Existe un clamor emergente desde la neo-ortodoxia que personalmente me parece que representa uno de los ataques más sutiles a la autoridad de la Biblia. A diferencia de los embates flagrantes y frontales a los que nos tienen acostumbrados los emergentes, esta ofensiva suena bastante cristiana, piadosamente reflexiva y profunda, y aún fundamental.

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Sustitución Penal y Christus Victor

Desde el punto de vista de Christus Victor, Jesús murió como nuestro sustituto y cargó con nuestro pecado y nuestra culpa al experimentar voluntariamente toda la fuerza del reino rebelde que todos hemos permitido que reine sobre la tierra. Para salvarnos, experimentó todas las consecuencias del pecado que de otro modo habríamos experimentado. Al hacerlo, abrió las puertas del infierno, destruyó el poder del pecado, borró la ley que se oponía a nosotros y, por lo tanto, nos liberó para recibir el Espíritu Santo y caminar en una relación correcta con Dios.