El Concilio de Éfeso (431) le dio a María el título en griego Theotokos, que literalmente quiere decir “la que dio a luz a Dios”. Al tomarla de manera menos literal quiere decir “madre de Dios”. Este título fue ratificado en el Concilio de Calcedonia (451)… ¿Pero qué quiere decir realmente este título? En los tiempos en que se llevó a cabo el Concilio de Éfeso, Theotokos se refería a que María era la madre de Dios, pero no en el sentido de que Jesús hubiera recibido Su naturaleza divina por parte de María. Simplemente significaba que María, siendo la madre de Jesús, era la madre de Dios en ese sentido—Jesús es Dios y María es Su madre, hablando de Su naturaleza humana. No había ninguna confusión en Éfeso o en Calcedonia en cuanto a sacar de esa frase alguna noción de deidad en María. Simplemente articulaba el hecho de que María era la madre terrenal de Aquel que es Dios encarnado. El historiador Jaroslav Pelikan nos ha dado una muy buena traducción de Theotokos, una que encapsula muy bien su significado histórico: “aquella que da a luz a Aquel que es Dios”. Con esta definición, históricamente nunca ha habido una objeción oficial de los protestantes ante el título “madre de Dios”. Obviamente, este título puede significar mucho más hoy en día de lo que significaba en Éfeso o en Calcedonia, pero las palabras en sí mismas, propiamente calificadas y definidas, no son causa de controversia.
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¡Dios ha nacido!
¿Tiene sentido decir que la Navidad marca el nacimiento de Dios? Esa pregunta evoca los debates teológicos primarios de los siglos IV y V sobre la naturaleza humana y divina de Cristo. Decir que Dios ha nacido resulta chocante porque parece ininteligible: ¿Cómo puede Dios, el Creador no creado de todas las cosas, tener un nacimiento? ¿Cómo puede nacer un ser que es auto-existente y eterno, el Creador del tiempo y del espacio? Eso no parece tener ningún sentido. Y aun así, en Navidad eso es, en cierta manera, precisamente lo que los cristianos celebran.
¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (III) – La plena Deidad y humanidad de Cristo
El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. La Biblia declara: Su nacimiento virginal (Mateo 1:23; Lucas 1:31; Lucas 1:35); Su vida sin pecado (Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22); Sus Milagros (Hechos 2:22; Hechos 10:38); Su obra vicaria en la cruz (1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21); Su resurrección corporal de entre los muertos (Mateo 28:6; Lucas 24:39; 1 Corintios 15:4); Su exaltación a la diestra de Dios (Hechos 1:9; Hechos 1:11; Hechos 2:33; Filipenses 2:9-11; Hebreos 1:3).