Cesacionismo, Continuismo, Dones Espirituales, Pentecostalismo, Pentecostalismo Clásico, Pneumatología, Profetas, Sin categoría

¿Ha sustituido la predicación y la enseñanza al don de profecía en la iglesia de hoy?

En una iglesia verdaderamente bíblica, ni la incredulidad cesacionista (con su negación del don de profecía, lenguas, interpretación de lenguas, etc.) ni los excesos, falsa profecía y abuso de autoridad (bajo pretexto de ser “profetas del Señor” o “hablar en nombre de Dios”) tienen lugar. Los profetas y la profecía estarán presentes, tal como lo estuvieron en la iglesia neotestamentaria, pues somos un cuerpo en Cristo con aquellos que conformaron la iglesia primitiva. Creemos en la sucesión eclesiástica. Somos la continuidad orgánica del Cuerpo de Cristo que nació en Pentecostés. El mismo Espíritu Santo que vino para morar en aquellos creyentes (la Iglesia) y darles poder permanece para morar en nosotros (la misma Iglesia) y darnos poder ahora. La ausencia de profecía, lenguas, interpretación de lenguas, o cualquier otro don carismático en nuestras congregaciones, no es señal o evidencia de una iglesia sana, bíblica u ordenada, sino todo lo contrario. El mismo Espíritu de orden es el mismo Espíritu del fervor y del poder carismático. Si esto falta, quizá sea necesario reevaluar la salud doctrinal y espiritual de nuestra congregación.

Apostasía, Islam

La Fe de Mahoma | ¿Por qué algunos evangélicos están abrazando el Islam?

El islam no está construyendo sobre los sólidos fundamentos doctrinales y bellos templos que hemos levantado, sino sobre nuestras ruinas teológicas y pésimo discipulado. La culpa no es de las instituciones islámicas que hacen proselitismo en el país o de sus financistas ¡Ni siquiera del popular presidente musulmán que tenemos! La culpa es nuestra, solo nuestra. Y esto seguirá pasando a menos que cambiemos de rumbo y tomemos en serio la misión que se nos ha encomendado: “Por tanto, id, y haced discípulos” (Mateo 28:19). No basta con profesiones de fe en los parques durante las campañas evangelísticas, o en evangelismo casa por casa. No es suficiente con que repitan la oración del pecador. Necesitamos hacer la tarea completa, discipular correctamente. Motivar a nuestros miembros a estudiar teología y profundizar en la fe cristiana.

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La expansión del neopentecostalismo en Latinoamérica, una amenaza para la ortodoxia pentecostal

En función de los elementos teológicos, se ha definido el neopentecostalismo como una tradición religiosa protestante o evangélica que fusiona doctrinas pentecostales y reformadas con la llamada “teología de la prosperidad”, con especial énfasis en la sanidad, la guerra espiritual y el exorcismo.[4] El neopentecostalismo incorpora además elementos de la Nueva Era como la confesión positiva, así como la presunción de haber restaurado en su plenitud el ministerio apostólico y profético, sobre enfatizar la sanidad divina, el proselitismo mediático, la incursión en la política, la implantación de mega iglesias, el uso de la magia popular en la ministración y el exorcismo, el culto emocional, la veneración desmedida al liderazgo carismático (culto a la personalidad) y un abandono tanto del complementarismo como del igualitarismo bíblico en favor de un tipo difuso de feminismo cristiano. Estos elementos han aparecido progresivamente, a partir de la década de los 80 y pueden observarse con facilidad en el seno del protestantismo latinoamericano.

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Idolatría política en la iglesia cristiana

Como cristianos reconocemos que ningún partido o figura política merece nuestra total lealtad, pues la Palabra de Dios nos manda: “No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.” (Salmo 146:3, LBLA), y “es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.” (Salmo 118:9, LBLA). Confiar en partidos políticos y figuras políticas no solo es ingenuo, sino torpe. Pues escrito está: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18). Ni siquiera los políticos que se dicen cristianos merecen nuestra total obediencia o ciega confianza, pues “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20, LBLA).

Herejías, Neopentecostalismo

Decretos y declaraciones proféticas de año nuevo

La fe cristiana legítima cree que viene algo grande; pero ese algo grande no es ambiguo ni enigmático sino cien por ciento concreto y determinado, esto es, la venida del Señor Jesucristo. ¡Cristo viene! ¿Qué cosa más grandiosa podrías pedir? Él es la esperanza del alma creyente. Por eso, cuando alguien sube al púlpito prometiendo otra cosa que no sea la venida de Cristo (por ejemplo, un nuevo automóvil, que te ganes la lotería, un ascenso en el trabajo, una novia hermosa y sexy, felicidad, dinero, éxito ministerial, autoridad apostólica, influencia socio-política o cualquier otra cosa vaga e incierta) siempre termina santificando la avaricia, el materialismo y la codicia en nombre de la fe. En otras palabras, es teología de la prosperidad. Un evangelio barato y perverso, ajeno totalmente a la Palabra de Dios.

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Profetismo moderno y ‘Sola Scriptura’

Algunos conceden validez suprema a las palabras de sus "videntes" y "profetas", dándoles el mismo y a veces mayor valor, que a la misma Biblia. Esto es una herejía destructora que expone a sus víctimas al engaño. La manera principal en la que Dios nos habla es por medio de su Palabra.

Neopentecostalismo, Nueva Reforma Apostólica

Just Thinking | La plaga de «apostolitis»

Cuando analizamos otra vez la historia de la iglesia , teniendo en cuenta el testimonio de los líderes de la iglesia que vivieron poco después de que la era del Nuevo Testamento terminara , nos encontramos con que los padres de la iglesia no se ven a sí mismos como apóstoles, sino más bien como los discípulos de los apóstoles. Ellos entendieron que los apóstoles eran únicos, y que luego de que la era apostólica concluyó, la iglesia fue gobernada por los ancianos (incluyendo pastores u obispos) y diáconos.

ESCATOLOGÍA, REFLEXIÓN BÍBLICA, Reflexión Teológica

El verdadero mensaje del Apocalipsis

Apocalipsis nos lleva a través de un fascinante viaje en el cual nos describe la gloriosa segunda venida de Cristo al final de los tiempos, nos testifica de la soberanía de Dios y el triunfo final de los que siguen a Jesús. Apocalipsis declara que, a pesar de las apariencias contrarias, Dios está en absoluto control de la historia; aunque el pueblo de Dios está destinado a sufrir en el presente, la salvación segura de Dios les pertenece; el juicio de Dios vendrá sobre los responsables del sufrimiento de la iglesia; al final (Apocalipsis 21-22) Dios restaurará lo que fue perdido o deformado al principio (Génesis 1-3).

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¿Por qué está pasando todo esto?

Lo bueno y lo malo nos pasa a todos. Dios permite los desastres naturales no porque quiera castigarnos por nuestros pecados o desee vengarse de la humanidad por su desobediencia, sino porque en su infinita sabiduría sabe que puede ayudar en su propósito de atraer almas a la vida eterna. A causa de la Caída, la naturaleza ya no tiene un orden perfecto. A pesar de que hay mucho bien en la naturaleza, también nos sobrevienen pestes, plagas y desastres como inundaciones, huracanes, terremotos y tornados. Estos sucesos no son directamente una “obra de Dios”, sino que son el resultado de la imperfección del mundo natural. Esta imperfección no viene de Dios sino del mal. Afirmar que todo lo que pasa en esta tierra es la voluntad de Dios, o que es causado por Él, es fallar a la verdad y acusar a Dios de maldad.

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¡Iglesia, despierta! ¡No creas en cuentos!

No necesitas falsos profetas que te digan qué creer, en quién creer y cómo pensar. La Biblia, solo la Biblia y nada más que la Biblia es nuestra regla infalible de fe y conducta. La palabra escrita de Dios es más que suficiente. No necesitamos adivinos, videntes ni falsos profeta.