Por Fernando E. Alvarado
«Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban en el cielo: «Ahora el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por siempre y para siempre».»
Apocalipsis 11:15, NTV

Por más fascinante que sea el debate sobre el Día del Señor, o especular sobre los detalles más ínfimos de la Gran Tribulación, la aparición del Anticristo, el desarrollo de las copas, plagas y trompetas, el significado del 666, o la identidad de las bestias y de la Gran Ramera, ninguno de ellos es el tema central del Apocalipsis. Tampoco era el propósito de Juan (y mucho menos de nuestro Señor Jesucristo) satisfacer nuestra curiosidad sobre cada detalle de los eventos futuros. El propósito básico del libro de Apocalipsis es revelar a Cristo como Señor triunfante sobre el mal; como el Cordero que fue inmolado; como el Rey victorioso y valiente guerrero que reinará sobre las naciones.

APOCALIPSIS, UN MENSAJE DE ESPERANZA PARA LA IGLESIA
Apocalipsis nos lleva a través de un fascinante viaje en el cual nos describe la gloriosa segunda venida de Cristo al final de los tiempos, nos testifica de la soberanía de Dios y el triunfo final de los que siguen a Jesús. Apocalipsis declara que, a pesar de las apariencias contrarias, Dios está en absoluto control de la historia; aunque el pueblo de Dios está destinado a sufrir en el presente, la salvación segura de Dios les pertenece; el juicio de Dios vendrá sobre los responsables del sufrimiento de la iglesia; al final (Apocalipsis 21-22) Dios restaurará lo que fue perdido o deformado al principio (Génesis 1-3).
Su mensaje, lejos de pretender causar pánico en los lectores, es tremendamente positivo y lleno de esperanza. Quienes sirven a Dios no tienen por qué tenerle miedo. Aunque muchas personas relacionan la palabra Apocalipsis con un gran cataclismo, este libro dice —tanto al principio como al final— que quienes lo lean, lo comprendan y actúen en conformidad con él serán bienaventurados (Apocalipsis 1:3; 22:7).

APOCALIPSIS, UN MENSAJE CRISTOCÉNTRICO
En el Apocalipsis, uno se queda sorprendido por la cantidad enorme de títulos que su autor aplica a Jesús. El nombre Jesús aparece 7 veces en todo el libro, número que señala “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:23). Pero Apocalipsis va más de la simple mención de Jesús. Apocalipsis es, ante todo, una revelación de Jesucristo sobre Jesucristo y, por tanto, un auténtico tratado de cristología (y de soteriología). En el Apocalipsis, Jesucristo es puesto en un primer plano. Es el Dios de los espíritus de los profetas (22:6), el todopoderoso (1:8), el Verbo de Dios (19:13), el victorioso jinete del caballo blanco (19:11), Fiel y Verdadero (19:11), Rey de reyes (17:14), Señor de señores (17:14), el Cordero (5:8), el Cordero inmolado (5:6), la Raíz de David (5:5), el León de la tribu de Judá (5:5), el Señor (4:11), el principio de la creación de Dios (3:14), el Santo y Verdadero (3:7), el Amén (3:14), el que cierra y ninguno abre, y abre y ninguno cierra (3:7), el que tiene la Llave de David (3:7), el que anda en medio de los siete candeleros (2:1), el que tiene los siete espíritus de Dios (3:1), el que escudriña la mente y el corazón (2:23), el Hijo de Dios (2:18), el que tiene ojos como llama de fuego y pies semejantes al bronce bruñido (2:18), el que tiene la espada aguda de dos filos (2:12), el Alfa y la Omega (1:8, 1:11), el que vive y estuvo muerto (1:18), el que tiene las llaves de la muerte y el Hades (1:18), el Hijo del Hombre (1:13), el que tiene las siete estrellas a su diestra (2:1), el primero y el último (1:11), el primogénito de los muertos (1:5), el testigo fiel (1:5), el soberano de los reyes de la tierra (1:5). Sí ¡Nuestro Señor Jesucristo! (Apocalipsis 1:1).

Cuando la historia se vuelve deprimente y los malos están ganando, es un alivio darle un vistazo al final del libro, ¡ya que al final los buenos sí ganan! Apocalipsis nos recuerda que al final la justicia y misericordia triunfan sobre el mal, y cada tristeza es consolada. Por la victoria de Jesús sobre el pecado y la muerte, somos llamados a vivir vidas consistentes con el reino venidero de Dios (Apocalipsis 2-3, 14:12, 21:7-8, 21:27, 22:11).
Esta gran profecía es el libro climático del Nuevo Testamento. Los cuatro evangelios describen la vida de Jesús en la tierra. Las muchas cartas describen el ministerio del Cristo resucitado. Apocalipsis presenta a Jesús como el glorioso Rey venidero, que merece nuestro amor, adoración y lealtad total. La garantía de su victoria final nos da valor para perseverar en medio de los desafíos de la vida. Nuestra confianza se encuentra en la esperanza de que el mundo será el reino «de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 11:15).

EL SENSACIONALISMO ESCATOLÓGICO HA ECLIPSADO EL GLORIOSOS MENSAJE DEL APOCALIPSIS
Lastimosamente muchos ignoran que Cristo y su victoria son el mensaje central del Apocalipsis. En su lugar, prefieren inquirir en aspectos secundarios, a veces incluso traicionando el texto y sustituyendo el mensaje divino por sus propias interpretaciones místico-fantasiosas. Hoy en día muchos predican más de la Bestia, del Dragón y del Falso Profeta que de Cristo. Hablan más del Nuevo Orden Mundial, del 666 y de la supuesta identidad del Anticristo que de la venida gloriosa del Reino de Dios.
El mensaje de esperanza ha sido torcido, tergiversado y adulterado, a tal punto que las interpretaciones modernas poco o nada se parecen a aquello que Juan de Patmos quiso comunicar. Han cambiado la “revelación de Jesucristo” (Apocalipsis 1:1) por la “manifestación del hombre de pecado” (2 Tesalonicenses 2:1-4), robando con ello la esperanza de muchos y sembrando miedo, paranoia y ansiedad en un mundo ya de por sí abatido. Pareciera que el sensacionalismo, el terrorismo escatológico y el amarillismo profético inunda nuestras iglesias. A quienes usan el Apocalipsis de esta manera quiero darles el siguiente consejo.

UN CONSEJO PARA AQUELLOS QUE LEEN EL LIBRO DE APOCALIPSIS COMO SI FUESE UNA NOVELA DE CONSPIRACIÓN O UN CUENTO DE TERROR
Si usted es uno de esos hermanos temerosos que sospechan de todo, que están desarrollando la capacidad de identificar en el mercado cuales productos tienen contenidos con sabor a Nuevo Orden Mundial… Si usted puede seguir con frenético fanatismo todas las teorías de conspiración que aparecen… Si puede seguir con atención todos los movimientos de Bill Gates o Jared Kushner (a quienes muchos hoy día acusan de ser el Anticristo), si usted puede analizar todos los secretos de la política interna del gobierno chino, y usted le da seguimiento a todo lo que dice Putin en Rusia… Si usted puede desglosar toda la complejidad de la política norteamericana y desenmascarar todas las interioridades de los grupos secretos que operan en Estados Unidos y en el mundo (masones, illuminati, conspiraciones alienígenas, etc.), si usted sigue con fanática atención las opiniones de un sinfín de líderes religiosos que tienen las más variadas y espeluznantes explicaciones para todo… Entonces, usted más que nadie (y a propósito de la actual pandemia que muchos han utilizado para tales fines conspiranoicos), por favor, ¡quédese en su casa y practique el distanciamiento social! Usted ha dado positivo a una pandemia peligrosísima y altamente contagiosa para usted y los demás que se llama paranoia (miedo crónico).

Este es un mal terrible cuyo virus mortal ha infectada a muchos predicadores. Y los pastores haríamos bien en inmunizar con sana doctrina a nuestras tiernas y a veces crédulas ovejas. Muchos de nuestros feligreses están débiles en la fe, anémicos de erudición y desnutridos de conocimiento bíblico sano. Sus defensas son pocas, su sistema inmunológico espiritual es débil. Y las personas con baja defensa bíblica, agudas fluctuaciones en su sistema de creencias, bajo discernimiento y propensas a creer en cualquier doctrina sin examinarla a la luz de la Palabra, deben observar un cuidado especial. Si los creyentes conspiranoicos, en vez de empeñarse en descifrar los complicados enigmas del Nuevo Orden Mundial, examinaran más su Biblia, se ahorrarían muchísimos tormentos innecesarios (a ellos mismos y a otros).

RESCATEMOS Y HAGAMOS NUESTRO EL MENSAJE ORIGINAL DEL APOCALIPSIS
Si usted puede confiar en Dios y en su palabra, si usted puede guiarse de la palabra profética más segura que es la que está en la Biblia, si usted puede seguir la orientación de líderes religiosos guiados por conocimientos bíblicos y teológicos apropiados, si usted puede orientarse e informarse con discernimiento sin hacerle caso a toda la tontería «profética» y catastrófica que está circulando sin parar, entonces usted podrá vivir su fe sin mayores sobresaltos. Si usted hace suyo el claro y auténtico mensaje del Apocalipsis (que Cristo reina y es el Señor soberano de la historia), usted podrá decir como el salmista:
«Dios es nuestro amparo y nuestra fuerza, nuestra pronta ayuda en tiempos de tribulación. Por eso no temeremos, aunque el mundo se desintegre y los montes se derrumben y caigan al mar. ¡Que rujan los océanos espumantes! ¡Que las montañas se hundan en el mar! Un río de gozo fluye a través de la ciudad de nuestro Dios, de la santa morada del Dios Altísimo. Dios mismo habita en aquella ciudad, la cual por tanto se mantiene firme. Dios lo protegerá al rayar el alba. Las naciones se alborotan y tambalean los reinos, pero cuando Dios habla, la tierra se funde. El Señor Todopoderoso está aquí entre nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob. ¡Vengan! ¡Vean las gloriosas hazañas de nuestro Dios; vean cómo derrama ruina sobre el mundo; hace cesar las guerras por todo el mundo; rompe y quema todas las armas! ¡Silencio! ¡Sepan que yo soy Dios! ¡Todas las naciones del mundo me honrarán! ¡Aquí, entre nosotros, está el Señor Todopoderoso! ¡Nuestro refugio es él, el Dios de Jacob!» (Salmo 46; NBV)

El mensaje de Apocalipsis es glorioso ¡prediquémoslo tal cual ha sido revelado! Cristo reina, es soberano, ha vencido el pecado, la muerte y el mundo. Satanás está bajo la planta de sus pies. Los reinos del mundo le pertenecen y nosotros reinaremos con Él por siempre. El personaje central no es el Anticristo, no es el Dragón escarlata ni la Gran Ramera. El personaje principal, el héroe de esta historia, y de toda la Biblia, es Jesucristo, el Hijo de Dios.
