El islam no está construyendo sobre los sólidos fundamentos doctrinales y bellos templos que hemos levantado, sino sobre nuestras ruinas teológicas y pésimo discipulado. La culpa no es de las instituciones islámicas que hacen proselitismo en el país o de sus financistas ¡Ni siquiera del popular presidente musulmán que tenemos! La culpa es nuestra, solo nuestra. Y esto seguirá pasando a menos que cambiemos de rumbo y tomemos en serio la misión que se nos ha encomendado: “Por tanto, id, y haced discípulos” (Mateo 28:19). No basta con profesiones de fe en los parques durante las campañas evangelísticas, o en evangelismo casa por casa. No es suficiente con que repitan la oración del pecador. Necesitamos hacer la tarea completa, discipular correctamente. Motivar a nuestros miembros a estudiar teología y profundizar en la fe cristiana.
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¿Eres mi hermano aunque pienses distinto?
¿En verdad vivimos de tal manera? ¿Somos los evangélicos un pueblo dividido y enemistado? En muchas ocasiones lo somos. Y para muestra, un botón.
Idolatría política en la iglesia cristiana
Como cristianos reconocemos que ningún partido o figura política merece nuestra total lealtad, pues la Palabra de Dios nos manda: “No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.” (Salmo 146:3, LBLA), y “es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.” (Salmo 118:9, LBLA). Confiar en partidos políticos y figuras políticas no solo es ingenuo, sino torpe. Pues escrito está: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18). Ni siquiera los políticos que se dicen cristianos merecen nuestra total obediencia o ciega confianza, pues “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20, LBLA).
¡Dios te salve, patria sagrada!
Poner la confianza en los gobiernos de este mundo y en sus líderes es una causa perdida y la iglesia no debe participar de ello. Este mundo caído no tiene soluciones eternas. Es más, la Biblia declara que las alianzas con el poder mundano están en contra de su voluntad: "Sabemos que somos hijos de Dios, y que el mundo entero está bajo el control del maligno." (1 Juan 5:19, NVI)
Apologética | Jesús, Pablo, la gracia y el islam
Una respuesta a las herejías de Emerson Bukele.