A medida que nuestra sociedad cae más profundamente en el abismo del pecado, uno pensaría que los cristianos (ministros y laicos en general) se levantarían y seguirían la súplica de Pablo: "Manténganse despiertos y firmes en la fe. Tengan mucho valor y firmeza." (1 Corintios 16:13, DHH). Pero, lamentablemente, parece que muchos están huyendo de la batalla y no hacia ella.
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Confesiones de un pentecostal arminiano a sus hermanos reformados
"El hierro se pule con el hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo." (Proverbios 27:17, RVC)
El cristianismo se trata de una relación personal con Jesús ¿O no?
Los cristianos, especialmente los evangélicos, hablamos a menudo de tener una relación personal con Jesús. O de la necesidad de trabajar en nuestra relación personal con él. Solemos expresar nuestro deseo de que esa relación crezca, se profundice, se vuelva más íntima. Pero ¿Nos manda la Biblia buscar tal relación? Algunos teólogos, sobre todo reformados y protestantes tradicionales, seguramente responderán que no, que la Biblia no nos manda tal cosa. Eso nos lleva a preguntarnos: ¿Está mal buscar una relación personal con Jesús?
Idolatría política en la iglesia cristiana
Como cristianos reconocemos que ningún partido o figura política merece nuestra total lealtad, pues la Palabra de Dios nos manda: “No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.” (Salmo 146:3, LBLA), y “es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.” (Salmo 118:9, LBLA). Confiar en partidos políticos y figuras políticas no solo es ingenuo, sino torpe. Pues escrito está: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18). Ni siquiera los políticos que se dicen cristianos merecen nuestra total obediencia o ciega confianza, pues “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20, LBLA).
El Jesús comunista y otras mentiras
La Biblia nos habla de la ética política y tiene mucho que decirnos sobre la vida económica. Tiene mucho que decir, aunque por supuesto sus enseñanzas tienen que entenderse en su contexto antiguo y no deben tratarse como modelos a copiar mecánicamente hoy. Nuestra moderna economía es muy distinta a la economía agraria de ellos. Ni el socialismo, ni el comunismo, ni el capitalismo como tal se conocían en tiempos bíblicos. Ningún escritor inspirado pretendió jamás promover o endosar el apoyo divino a algún modelo económico específico; sin embargo, creo que podemos encontrar en la Biblia unos principios fundamentales para nuestra orientación hacia temas económicos y políticos. Aunque hoy es común ver a personas que dicen ser cristianas y socialistas o comunistas, debemos preguntarnos: ¿Es posible ser cristiano y comulgar con una ideología que ha causado millones de muertes en el mundo? Hay por lo menos 5 razones por las que un cristiano no puede, o no debe, ser comunista.
Una iglesia que marca la diferencia
La iglesia primitiva conmovió los cimientos de Roma mediante el poder del Evangelio. A través de la obra del Espíritu Santo en sus corazones modelaron sus vidas de conformidad con la vida de Cristo, hacían lo que él había hecho, hablaban como él hablaba, se sacrificaron como él se sacrificó. El éxito de la iglesia primitiva no se debió a ellos mismos, ni fue por su estrategia solamente. Ciertamente no fue por su protagonismo, ni por sus recursos. Tampoco se dio por casualidad, ni mucho menos por su capacidad, fue por su total dependencia en el poder del Espíritu Santo.