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Idolatría política en la iglesia cristiana

Como cristianos reconocemos que ningún partido o figura política merece nuestra total lealtad, pues la Palabra de Dios nos manda: “No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación.” (Salmo 146:3, LBLA), y “es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes.” (Salmo 118:9, LBLA). Confiar en partidos políticos y figuras políticas no solo es ingenuo, sino torpe. Pues escrito está: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18). Ni siquiera los políticos que se dicen cristianos merecen nuestra total obediencia o ciega confianza, pues “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque.” (Eclesiastés 7:20, LBLA).

ESCATOLOGÍA, Fanatismo Religioso, Nuevo Orden Mundial, REFLEXIÓN BÍBLICA

El Evangelio de la Conspiración

El término «teoría conspirativa» es usado en círculos académicos y en la cultura popular para identificar un tipo de folclore similar al de una leyenda urbana. El término también se usa para referirse a aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas, sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de consideración seria. La mentalidad conspirativa se identifica por ciertos patrones de pensamiento: (1) las apariencias engañan; (2) las conspiraciones conducen la Historia; (3) nada es al azar; (4)el enemigo siempre gana; y (5) poder, fama, dinero y sexo dan cuenta de todo. Dios y la escatología bíblica son sustituidos por estas teorías en auge, ahora en boca de los profetas de la especulación y el espanto. Es impensable que las teorías de la conspiración, una mercancía de uso siniestro y engañoso, desacreditadas por retorcer la información veraz y por la promoción de los falseamientos y engaños que vienen con las fake news, encuentre entre los evangélicos tantos ávidos y entusiastas compradores. Y sin embargo, ¡lo hace!