Apostasía, Islam

La Fe de Mahoma | ¿Por qué algunos evangélicos están abrazando el Islam?

Por Fernando E. Alvarado

Actualmente El Salvador cuenta con dos organizaciones islámicas. La primera de ellas es la Asociación Cultural Islámica Chiita Fátima Az-Zahra fundada en el año 2004, una organización que se adhiere a la rama chiita del Islam, y que en el 2005 inauguró el primer sitio web islámico de El Salvador y la primera revista digital islámica de América Latina. En diciembre de 201también 5, dicha institución islámica fundó la primera emisora de radio islámica en internet de Centroamérica.

Una segunda organización musulmana en nuestro país es la denominada «Iglesia Islámica de El Salvador» (Sí, el nombre “iglesia” suena absurdo para una institución islámica, pero fue inscrita con ese nombre al obtener su Personería Jurídica) fundada en el año 1993, y que, aunque no se adhiere a una escuela de pensamiento tradicional, bien podría considerarse afín al sunismo. Hoy en día se publicita en redes sociales bajo el nombre de Comunidad islámica Hispanoamericana.

En las mezquitas y musallas salvadoreñas (de una o de otra línea), se celebran semanalmente los rezos del viernes, se distribuye material islámico a diferentes instituciones, se celebran las festividades más importantes del calendario islámico y se llevan a cabo charlas, conferencias y ponencias. Incluso se difunde la fe de Mahoma a través de programas radiales.

LA FE DE MAHOMA EN LA TIERRA DE ATLACATL

Un elemento característico del islam en El Salvador es su activo proselitismo entre los miembros de iglesias evangélicas. Muchos de los salvadoreños que hoy se identifican como musulmanes proceden de una formación bautista (curiosamente, de iglesias bautistas filosemitas que gustan emplear símbolos judíos en sus edificios), iglesias pentecostales de corte “profético” (grupos conocidos por el bajo nivel educativo de sus miembros y con poca entrega al estudio académico de la Biblia), así como de otros grupos similares.

La peculiar idiosincrasia salvadoreña, muy dada al malinchismo y la fascinación por descubrir sus reales o supuestas “raíces hebreas” o “árabes”, ha jugado un papel importante en la expansión del islam en el país. Esa fascinación del evangélico promedio en El Salvador por identificarse como “hijo de Abraham” (fascinación promovida por grupos bautistas, pentecostales y neopentecostales), ya sea por descendencia o afiliación, ha llevado a muchos a perder el camino: Unos afiliándose a algún movimiento mesiánico judío, otros uniéndose a comunidades judías anticristianas, abrazando la cábala o promoviendo la judaización del cristianismo.

Para otros, esa fascinación con las culturas orientales (y la simpatía del pueblo por el primer presidente musulmán de El Salvador y su familia) los ha llevado por el camino opuesto, moviéndolos a curiosear en las mezquitas, leer el Corán y terminar por convertirse al islam. Así pues, la tierra de pipiles y lencas es hoy invadida de nuevo, esta vez no por conquistadores españoles con armas de fuego y curas católicos, sino por palestinos armados de dinero, poder político y económico, promesas de ayuda material, becas y una marcada cristianofobia. Todo esto ayudados por sus amigos y financistas turcos, árabes e incluso iraníes.

¿DEBEMOS TEMER EL AVANCE DEL ISLAM?

Sí y no. El islamismo ha presentado un reto sumamente efectivo para el cristianismo durante los últimos 1.400 años, conquistando y luego islamizando cuatro de los cinco patriarcados de la Pentarquía de la antigüedad tardía —Alejandría, Jerusalén, Antioquía y Constantinopla. En el siglo XXI el islam está creciendo de nuevo, avanzando en territorio anteriormente cristiano. No podemos negarlo. Es la religión de más rápido crecimiento en el mundo ¡Y muy pronto superará al cristianismo en número de adherentes!

¿Es esto preocupante? Sí, pero no por las razones que quizá estés pensando. No me preocupa el crecimiento del islam, ni que supere a la iglesia cristiana en membresía. Eso es irrelevante para el cumplimiento de los propósitos de Dios. Que los cristianos abandonen la fe tampoco afecta en nada la veracidad del Evangelio. Al final de cuentas la verdad no se mide por el número de adherentes a ella.

Además, Cristo ha prometido que las puertas del infierno no prevalecerán contra la iglesia (Mateo 16:18), ¡Aún si llegáramos a ser minoría o estuviéramos siendo perseguidos y en peligro de extinción. Esta obra es Dios, no de los hombres y nadie podrá detenerla (Hechos 5:38-39). Si los judíos de la época de Cristo no pudieron destruir a la iglesia ¡Menos lo harán los musulmanes del siglo XXI!

Esta no es una mera opinión humana basada en un falso triunfalismo cristiano: Así está escrito y así será. Al final de los tiempos el Evangelio triunfará, Cristo establecerá su Reino sobre la tierra: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y se levantaron grandes voces en el cielo, que decían: El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo; y Él reinará por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 11:15, LBLA) y nosotros reinaremos con Él: “Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: «Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque Tú fuiste inmolado, y con Tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra».” (Apocalipsis 5:8-10, LBLA). ¡Y esto es algo que nadie puede evitar que pase!

EL ISLAM, UNA FE CONTRADICTORIA

No podemos negar la importancia del Corán, el libro sagrado de los musulmanes. Este es, sin duda, un libro de suma importancia e influencia en el mundo actual. Es el texto fundacional del islam y, a través de la sharía islámica, da forma a los sistemas jurídicos, la política, la ética, las culturas y el culto de una cuarta parte de la población mundial.

Cualquiera que haya leído las escrituras islámicas notará que el texto del Corán se basa en gran medida en la Biblia. De hecho, las dos figuras más nombradas en el Corán son Moisés (136 veces) y Abraham (69 veces). ¡Incluso a Jesús se lo nombra seis veces más que a Mahoma! Y aunque los musulmanes insistirán en que el Corán es de inspiración divina y la revelación final y definitiva de Allah (superior, según ellos, incluso a la Biblia), la huella del error humano se nota a cada paso. Mahoma, el verdadero autor del Corán, dejó su “marca de ignorancia” a lo largo del Corán, plagando su obra de errores obvios y vergonzosos.

Para nadie es un secreto que Mahoma plagió contenido de las Escrituras Hebreas y Cristianas. ¡Pero ni siquiera fue un buen plagiario! Mahoma, el iletrado “profeta” árabe, no conocía a profundidad los relatos y personajes bíblicos, llegando a confundirlos y distorsionarlos en numerosas ocasiones. Por ejemplo, aunque contiene cientos de referencias a figuras y acontecimientos bíblicos, el Corán parece considerar que María (Miriam en hebreo), la madre de Jesús, es la misma persona que Miriam la hermana de Moisés y Aarón.

En un sura (capítulo) del Corán llamado «La familia de Imran» (el Amirán bíblico de Éxodo 6:20) hay un relato del nacimiento de María a la «esposa de Amram», tras lo cual es criada por Zacarías, el padre de Juan el Bautista (sura 3:35-37). Además, en el sura 19:28, María es llamada «hermana de Aarón». Los eruditos musulmanes, por supuesto, hoy están conscientes de que esta identificación entra en conflicto con los relatos bíblicos, y algunos intentan justificar el error rechazando la sugerencia de que el Corán identifica a María de los evangelios con Miriam del Éxodo. En cambio, sugieren que estos pasajes coránicos deben interpretarse tipológicamente, por ejemplo, «hermana de Aarón» significa que María, la madre de Jesús, era de la misma tribu que Aarón, es decir, una levita.

Estas observaciones dan lugar a la pregunta: «¿Cómo puede el Corán saber tanto sobre la Biblia y, al mismo tiempo, no saber que mil años separaron a la familia de Amram de la familia de Jesús de Nazaret?». La respuesta es obvia, Mahoma, su verdadero autor, conocía muy poco de las Escrituras, plasmando sus errores e ignorancia en el texto por el producido, es decir, en el Corán.

Pero la anterior no es de ninguna manera la única inconsistencia entre la Biblia y el Corán. Otras son la aparición de un Hamán, nombre conocido por el libro de Ester, en la corte de Faraón en la época de Moisés (sura 28:6), la participación de un «samaritano» (los samaritanos no existían en esa época) en el episodio del becerro de oro de Éxodo 32 (sura 20:85, 87, 95) y una referencia a que Saúl elegía a sus guerreros en función de si recogían agua con las manos o la bebían lamiendo con la boca (sura 2:249), lo que seguramente se remonta a la historia de Gedeón en Jueces 7.

Nuestros niños de escuela bíblica sabrían esto ¡Pero no Mahoma! Lo que él conoció de cristianismo fue apenas un poco de arrianismo y nestorianismo. Por eso nunca pudo entender doctrinas claves como la Trinidad o la Deidad plena de Cristo. Si bien es cierto que el Corán incorpora materiales bíblicos (y extrabíblicos) cristianos y judíos, este lo hace incorrectamente y los reutiliza para servir a sus propios fines teológicos.

Sin duda, el Corán plagia copiosamente material de fuentes cristianas y judías, para luego adornarlas y hacerlas digeribles mediante el sincretismo con la lengua y cultura árabes preislámicas, dando como resultado una pobre teología y una deformada concepción de Dios. No nos extraña que muchos árabes de la época de Mahoma hayan creído las palabras de su profeta ¡Ellos eran tanto o más ignorantes de las Escrituras judeocristianas que su profeta! Lo que verdaderamente asombra es que cristianos, gente que sí debería conocer las Escrituras, acepte el Corán sin tan siquiera darse cuenta de sus errores, absurdos y contradicciones!

Lo anterior me lleva a preguntarme: ¿De verdad conocían las Escrituras estos ex cristianos hoy convertidos al islam? ¿Qué tan profunda era la fe de estos “fieles”? ¿Fueron instruidos correctamente en sus iglesias? ¿Fueron discipulados adecuadamente o sólo eran asistentes y “calienta bancas”? ¿Se preocuparon sus pastores por adoctrinarlos y responder a sus dudas de recién converso?

¡NOS ESTÁN ROBANDO FIELES!

No, lo que está pasando no es que sólidos, fieles y genuinos cristianos estén siendo seducidos por el error mahometano: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.” (1 Juan 2:19).

Esto ya lo dijo Jesús: “Pero el que entra por la puerta, es el pastor de las ovejas. A este le abre el portero, y las ovejas oyen su voz; llama a sus ovejas por nombre y las conduce afuera. Cuando saca todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un desconocido no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».” (Juan 10:2-5, NLBLA)

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:27-28)

No, ¡Nunca les llevamos a conocer al Buen Pastor! La deficiente formación teológica en nuestras iglesias, la casi total ausencia de discipulado en nuestras congregaciones, el desinterés pastoral por buscar la madurez de sus ovejas, todo ello combinado ¡Jamás fue ni será capaz de engendrar verdaderos cristianos comprometidos con la verdad! Iban a la iglesia, pero no conocieron al Señor ni Su Palabra.

El experto en islam, Mark Durie, señala apropiadamente que:

“La relación del islam con el cristianismo no es como la de una iglesia que se ha transformado en mezquita, como Santa Sofía en Estambul. Es más bien como una iglesia que ha sido demolida, y sus materiales han sido reutilizados para la construcción de una mezquita, como los pilares de la mezquita de Kairuán en Túnez, que fueron reutilizados de iglesias anteriores, demolidas hace tiempo.”[1]

El islam no se está “ganando” a nuestros conversos: ¡No teníamos verdaderos conversos! ¡Nosotros hemos descuidado nuestra misión pastoral! El Salvador se dice hoy un 50% evangélico ¿pero cuántos de ellos han son convertidos de verdad? ¿Cuántos de ellos están siendo discipulados correctamente en sus iglesias? ¡Los mismos pastores poseen una formación teológica deficiente! ¿Qué se podría esperar de las ovejas?

El islam no está construyendo sobre los sólidos fundamentos doctrinales y bellos templos que hemos levantado, sino sobre nuestras ruinas teológicas y pésimo discipulado. La culpa no es de las instituciones islámicas que hacen proselitismo en el país o de sus financistas ¡Ni siquiera del popular presidente musulmán que tenemos! La culpa es nuestra, solo nuestra. Y esto seguirá pasando a menos que cambiemos de rumbo y tomemos en serio la misión que se nos ha encomendado: “Por tanto, id, y haced discípulos” (Mateo 28:19). No basta con profesiones de fe en los parques durante las campañas evangelísticas, o en evangelismo casa por casa. No es suficiente con que repitan la oración del pecador. Necesitamos hacer la tarea completa, discipular correctamente. Motivar a nuestros miembros a estudiar teología y profundizar en la fe cristiana.

REFERENCIAS:


[1]  Mark Durie, The Qur’an and its Biblical Reflexes (1996), 171–86.

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