Por Fernando E. Alvarado
La «Apostolitis» es la epidemia viral que azota a la iglesia moderna. Pero, ¿Qué tan válidas son sus afirmaciones? Cuando los apóstoles dieron instrucciones sobre el futuro de la iglesia y cómo debería ser organizada, no sugirieron que fueran designados nuevos apóstoles. En lugar de ello, hablaron de pastores, ancianos y diáconos. Por lo tanto, Pedro instruyó a los ancianos:
«Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros…» (1 Pedro 5.2).

Y Pablo le dijo a Tito que estableciera «ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé» (Tito 1.5); e igualmente indica los requisitos tanto para los ancianos como para los diáconos en el tercer capítulo de 1 Timoteo. En ninguna parte de las epístolas pastorales se dice algo acerca de la perpetuidad del apostolado, aunque Pablo habla mucho sobre la organización de la iglesia bajo la dirección de los ancianos y diáconos calificados. A medida que hombres fieles desempeñaran ese oficio, la iglesia prosperaría. Por lo tanto, Pablo le dijo a Timoteo:
«Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.» (2 Timoteo 2.2).

Cuando analizamos otra vez la historia de la iglesia , teniendo en cuenta el testimonio de los líderes de la iglesia que vivieron poco después de que la era del Nuevo Testamento terminara , nos encontramos con que los padres de la iglesia no se ven a sí mismos como apóstoles, sino más bien como los discípulos de los apóstoles. Ellos entendieron que los apóstoles eran únicos, y que luego de que la era apostólica concluyó, la iglesia fue gobernada por los ancianos (incluyendo pastores u obispos) y diáconos. Clemente de Roma, que escribió en los años 90, declaró que los apóstoles «nombraron a los primeros frutos de su trabajo para ser obispos y diáconos de los que habrían de creer después» (Ignacio, . 35–115 A .D.) Aclaró de manera similar en su Epístola a los Antioqueños que no era apóstol. Él escribió: «Yo no doy órdenes en estos puntos como si fuera un apóstol, pero como consiervo de ustedes, los traigo a ellos a sus mentes.»

Esas no son declaraciones fuera de lo común que simplemente he elegido para establecer un punto. Representan la opinión unánime de los padres de la iglesia en cuanto a que la edad apostólica fue única, irrepetible y estuvo limitada al primer siglo de la historia de la iglesia. Agustín y Juan Crisóstomo hablaron de los «tiempos de los apóstoles» como una época pasada y completada. En el siglo cuarto, Eusebio, el historiador de la iglesia, trazó todo el flujo de la historia de la iglesia como una progresión desde los «tiempos de los apóstoles» hasta su propio presente. Basilio de Cesarea se refiere a los líderes de la iglesia de las generaciones tempranas como «aquellos que vivían cerca de los tiempos de los apóstoles».

Tertuliano hizo hincapié en los acontecimientos que tuvieron lugar «después de los tiempos de los apóstoles». Una vez más, los ejemplos podrían multiplicarse para dejar bien establecido un hecho: el consenso unilateral de la iglesia primitiva era que el período apostólico terminó y no se esperaba que continuara. Los que vinieron después de los apóstoles afirmaron claramente que no eran apóstoles. En cambio, con razón, se veían a sí mismos como pastores, ancianos y diáconos. Cabe señalar que ninguno de los principales líderes en la historia de la iglesia , ni Atanasio, Agustín, Lutero, Calvino, Wesley o Whitefield , se adjudicaron a sí mismos el título de apóstol o permitieron que alguien los llamara apóstol. Si algunos en los tiempos modernos quieren tomar el título de apóstol para sí mismos, levantan inmediatamente la sospecha de que puedan estar motivados por el orgullo y los deseos inapropiados de exaltación propia, junto con la excesiva ambición y el anhelo de tener mucha más autoridad en la iglesia de la que cualquier persona debe legítimamente poseer.
