La teología unicitarista, aunque creativa en su intento de explicar las oraciones de Cristo desde una perspectiva unipersonal, falla en proporcionar una explicación bíblicamente fiel, lógicamente coherente y psicológicamente plausible. Los textos bíblicos, como Juan 17 y Mateo 26, presentan al Padre y al Hijo como personas distintas en una relación interpersonal genuina, incompatible con la noción de una sola persona con dos modos de conciencia. Lógicamente, la comunicación intramodal propuesta por la unicidad se reduce a un monólogo que no puede dar cuenta de la alteridad y reciprocidad evidentes en las oraciones de Cristo. Psicológicamente, la dinámica relacional de amor y sumisión entre el Padre y el Hijo requiere sujetos personales distintos, no meros modos de una misma persona.
Categoría: Cristología
El descenso de Cristo a los infiernos (Descensus ad Inferos): Conquista, liberación y proclamación universal
El descenso de Cristo a los "infiernos" (o Hades, el lugar de los muertos en la tradición judía) es un evento teológico central en la fe cristiana, afirmado en el Credo de los Apóstoles. Este acto, que ocurrió entre la crucifixión y la resurrección, no fue una derrota, sino una conquista gloriosa que combina la proclamación de salvación y juicio, la liberación de los justos antiguos, la derrota del diablo y la universalidad de la redención. Basado en pasajes bíblicos como 1 Pedro 3:18-20, 1 Pedro 4:6, Judas 6, Génesis 6:1-4, Efesios 4:8-10, Hebreos 2:14-15 y Apocalipsis 1:18, este evento demuestra la autoridad de Cristo sobre la muerte, el diablo y toda la creación. Estos pasajes se entrelazan para formar una narrativa coherente, que bien podemos denominar “el Saqueo del Infierno”.
Jesucristo, Dios en igualdad con el Padre
El Hijo es de la esencia del Padre, eterno, perfecto, Dios de Dios, engendrado, no creado, consubstancial con el Padre. Por quien todo fue hecho, tanto lo que está en los cielos como lo que está en la tierra.
Todos estamos invitados: ¡Celebremos la Encarnación d enuestro Señor!
Muchos dicen que no celebran la Navidad porque la Biblia, en ninguna parte, nos ordena hacerlo y tienen razón ¡No lo hace! Sin duda la Biblia no ordena celebrar la Navidad el 25 de diciembre, pero ¡Vamos! Tampoco ordena celebrar el Día de la Reforma cada 31 de octubre, ni prescribe la celebración de cumpleaños, días de las madres, día de la Biblia fiestas patrias o de Año Nuevo ¡Pero eso no ha impedido que celebremos tales festividades a pesar de que algunas de ellas tienen su origen en el paganismo! Si celebramos cosas menores ¿Por qué no celebrar el suceso que marcó el inicio de nuestra redención?
Verus Deus, Verus Homo: El Misterio de la Encarnación
La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana genuina y ortodoxa: "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios." (1 Juan 4:2). Esa ha sido la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos, incluso a través de su himnología, cuando cantaba, ya en el primer siglo, acerca del gran “Misterio de la piedad”, es decir, de la Encarnación del Dios-Hijo.
Adoración verdadera: libre, trinitaria y carismática
La adoración es la ocupación más alta de la Iglesia y cumple el propósito final por el cual el pueblo de Dios es redimido. Las Escrituras nos enseñan que la adoración genuina glorifica a Dios y da testimonio al mundo. El Señor declara: 'Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará' (Isaías 43.21). El Nuevo Testamento expresa un sentimiento similar: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios; para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2,9).
¿Christotókos o Theotókos? | Otra vuelta de tuerca al asunto
El Concilio de Éfeso de 431 le otorgó a María el título de Theotokos (en griego antiguo, Θεοτόκος, en latín, Deīpara o Deī genetrix), que significa Madre de Dios (literalmente, 'la que dio a luz a uno que era Dios'). Su equivalente en español, vía latín, es Deípara.[1] El título le fue concedido solemnemente a María en el Concilio de Éfeso de 431 al ser proclamado el dogma cristológico. El significado teológico en ese momento fue enfatizar que el hijo de María, Jesús, era completamente Dios, y también completamente humano, tal y como había sido afirmado en el Concilio de Nicea I de 325, y que sus dos naturalezas (humana y divina) estaban unidas y eran inseparables en una sola persona.
Theotokos | ¿Es correcto decir que María es la Madre de Dios?
El Concilio de Éfeso (431) le dio a María el título en griego Theotokos, que literalmente quiere decir “la que dio a luz a Dios”. Al tomarla de manera menos literal quiere decir “madre de Dios”. Este título fue ratificado en el Concilio de Calcedonia (451)… ¿Pero qué quiere decir realmente este título? En los tiempos en que se llevó a cabo el Concilio de Éfeso, Theotokos se refería a que María era la madre de Dios, pero no en el sentido de que Jesús hubiera recibido Su naturaleza divina por parte de María. Simplemente significaba que María, siendo la madre de Jesús, era la madre de Dios en ese sentido—Jesús es Dios y María es Su madre, hablando de Su naturaleza humana. No había ninguna confusión en Éfeso o en Calcedonia en cuanto a sacar de esa frase alguna noción de deidad en María. Simplemente articulaba el hecho de que María era la madre terrenal de Aquel que es Dios encarnado. El historiador Jaroslav Pelikan nos ha dado una muy buena traducción de Theotokos, una que encapsula muy bien su significado histórico: “aquella que da a luz a Aquel que es Dios”. Con esta definición, históricamente nunca ha habido una objeción oficial de los protestantes ante el título “madre de Dios”. Obviamente, este título puede significar mucho más hoy en día de lo que significaba en Éfeso o en Calcedonia, pero las palabras en sí mismas, propiamente calificadas y definidas, no son causa de controversia.
Mitos y teorías de conspiración anti-navidad populares entre evangélicos
"Las leyendas que afirman que la Navidad tiene orígenes paganos pertenecen a la misma categoría que los mitos que afirman que la Tierra es plana, que una raza alienígena avanzada hizo que la Tierra cobrara vida, y que Jesús y María Magdalena tuvieron un hijo juntos y la orden secreta y que controla todo el mundo "Opus Dei" tienen al descendiente escondido como el "santo grial" para cuando aparezca el anti-Cristo… Por favor, hermano Cristiano, si deseas abstenerte de todo lo relacionado con la Navidad, bien, adelante, esa es la libertad que tenemos en Cristo. Pero también, absténgase de propagar mentiras y levantar falso testimonio contra tus hermanos y hermanas en la fe, que con una conciencia limpia y un corazón puro, adoran a Cristo, el Rey, en cada Navidad." (Joshua E. Jiménez)
¡Dios ha nacido!
¿Tiene sentido decir que la Navidad marca el nacimiento de Dios? Esa pregunta evoca los debates teológicos primarios de los siglos IV y V sobre la naturaleza humana y divina de Cristo. Decir que Dios ha nacido resulta chocante porque parece ininteligible: ¿Cómo puede Dios, el Creador no creado de todas las cosas, tener un nacimiento? ¿Cómo puede nacer un ser que es auto-existente y eterno, el Creador del tiempo y del espacio? Eso no parece tener ningún sentido. Y aun así, en Navidad eso es, en cierta manera, precisamente lo que los cristianos celebran.