La recurrente fórmula paulina "al judío primeramente, y también al griego" (πρῶτον Ἰουδαίῳ εἶτε καὶ Ἕλληνι), atestiguada en pasajes clave como Romanos 1:16 y 2:9-10, plantea una cuestión teológica fundamental: Si la era de la gracia, proclamada por Pablo, establece una radical igualdad sotereológica ante Dios —donde "no hay distinción" (Romanos 3:22, 10:12) entre judíos y gentiles en cuanto al acceso a la justificación por la fe—, ¿cómo se ha de interpretar esta persistente prioridad otorgada al pueblo judío? ¿por qué el apóstol Pablo insiste en que es "para el judío primeramente, y también para el griego"? ¿No da esto la impresión de que Dios, incluso en esta nueva era, mantiene un trato preferencial hacia Israel, lo cual parece contradecir la naturaleza universal e imparcial de la gracia?
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PPA Biblia & Teología responde | ¿Robots programados o seres libres? El dilema detrás de la doctrina de la elección incondicional
La Biblia muestra que las personas pueden endurecer sus corazones (Hebreos 3:12-15) o resistir la verdad (Romanos 1:18-20). La gracia de Dios es suficiente para todos, pero no todos responden a ella, no porque Dios lo haya decretado, sino porque la fe implica una decisión personal.
PPA Biblia & Teología responde | ¿Nos obliga Dios a salvarnos? (Juan 8:36)
Creer que la gracia es irresistible contradice frontalmente la Biblia, ya que la idea de una "elección forzada" por parte de Dios implica que la salvación o la libertad espiritual se impone al ser humano sin posibilidad de rechazo, como si el libre albedrío fuera anulado por una gracia que, lejos de ser gracia, se vuelve manipulación. Las Escrituras, sin embargo, presentan un panorama diferente: Dios ofrece libertad a través de su Hijo, pero esta libertad requiere una aceptación voluntaria. Si bien Juan 8:36 afirma que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36), es más que evidente que esta libertad no es automática ni impuesta; proviene de Dios, pero solo se realiza en aquellos que aceptan la intervención del Libertador, es decir, Jesucristo. La libertad divina no es un decreto unilateral que anula la voluntad humana, sino una propuesta que invita a una respuesta activa. Sin esta aceptación, el individuo permanece en su estado anterior de esclavitud al pecado, lo que contradice cualquier noción de una elección forzada.
La expiación limitada, una herejía destructora
Hay doctrinas que nadie se atreve a llamar herejía pero que, ciertamente, lo son. La expiación limitada es una de esas doctrinas. Dicha enseñanza sostiene que Cristo murió solo por los elegidos, es decir, por aquellos que Dios predestinó para ser salvos, y no por toda la humanidad. Pero ¿Por qué deberíamos considerar dicha enseñanza como una herejía? Hay por lo menos 3 razones principales: (1) es antibíblica; (2) es cruel e injusta y (3) es diabólica en sus consecuencias.
La elección incondicional: Un examen crítico de la doctrina de la predestinación
La doctrina de la "elección incondicional" ha generado mucha controversia a lo largo de la historia del cristianismo. Esta creencia, fundamental en la teología de Juan Calvino, sostiene que Dios ha elegido, desde antes de la fundación del mundo, a quienes serían salvos sin ninguna condición previa relacionada con la fe o el arrepentimiento del individuo. Esta doctrina es la segunda de las erróneamente denominadas “Doctrinas de la Gracia”. Como hermanos en la fe, creemos que es esencial examinar si esta doctrina está realmente en armonía con la totalidad de las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
¿Es nuevo calvinismo es el Evangelio?
El nuevo calvinismo, con su sectarismo recalcitrante, ha generado divisiones innecesarias dentro del cuerpo de Cristo, afectando negativamente la relación entre los creyentes reformados y aquellos que no comparten esta interpretación teológica. En lugar de promover el amor y la unidad que Jesús nos enseñó, este movimiento ha contribuido a la fragmentación de la iglesia. Al insistir en un enfoque dogmático y exclusivo, más que en la cooperación y el entendimiento mutuo, el nuevo calvinismo ha causado más daño que bien a la causa de Cristo. En lugar de ser un vehículo para la edificación de la fe y el avance del Evangelio, ha creado barreras que obstaculizan la unidad cristiana que tanto necesitamos en este tiempo. Para ellos no hay más verdad que “su verdad”, todo lo demás es error o falso evangelio. ¿Su lema? Al parecer: ¡Todos son herejes menos yo! ¡Los demás deben ser re-evangelizados!
El don de Dios en Efesios 2:8-9 | ¿La fe, o la salvación por gracia a través de la fe?
Se dice que la fe es un don de Dios y, en cierta forma, eso es cierto. Pero ¿qué queremos decir con eso? ¿significa, acaso, que el hombre no participa en el proceso de ejercer la fe y arrepentirse para ser salvo? En los Evangelios encontramos repetidas veces el mandato de pedirle al Señor que nos ayude en nuestra falta de fe (Mc. 9:24), que nos aumente la fe (Luc. 17:5), porque Jesús, que es el inicio de nuestra fe, es también el que la lleva a cumplimiento, según la Carta a los Hebreos (12:2). Quien pide la fe la obtiene, porque el deseo de fe es ya un acto de fe. La fe es un don de Dios por cuanto su otorgamiento, su crecimiento, su principio y su fin radican en el Señor, no en el hombre. El hombre cree, pero Dios es la causa y motor de su fe.
La fe salvadora: un don otorgado por Dios y un acto de la voluntad liberada del hombre
La fe salvadora, cuando se entiende bíblicamente, es el medio por el cual recibimos el regalo de la gracia de Dios, la cual nos permite alcanzar la salvación (Ef. 2:8, 9; Rom. 4:16; 5:1, 2). La fe es tanto un don otorgado por Dios como un acto de la voluntad liberada del hombre a través de la gracia previniente. Para los arminianos, la fe es la forma en que llegamos a estar en unión con Cristo (Efesios 1:13; 2:17). Esta implica una completa confianza en los méritos de la sangre de Cristo (Rom. 3:25) y apartar la mirada del yo, y del esfuerzo propio, hacia la persona y el sacrificio de Jesucristo (Jn. 3:14, 15; 6:40). Esta es la fe en sentido bíblico.
La gracia irresistible, una gracia antibíblica
El calvinismo afirma que la gracia salvadora no admite condiciones por parte del hombre redimido, y no es opcional recibirla. ¿Por qué? Porque creen que cuando Dios obra en el creyente este es sellado con el Espíritu Santo y convertido en nueva criatura aún antes de creer (2 Corintios 5:17). Por lo tanto, lo único que podrá hacer es amar a Dios porque este le amó primero (1 Juan 4:19) y lo predestinó para ser salvo y amarle. En este sentido, la gracia irresistible implica la imposición de la salvación sobre el pecador sin tomar en cuanta su deseo o decisión personal.
¿Predestinación o predeterminismo?
Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos, verdad que la Biblia presenta repetidas veces (Lucas 19:10; Juan 3:16; Romanos 10:11–13; Hebreos 2:9; 2 Pedro 3:9; Apocalipsis 22:17). El propósito salvador eterno de Dios fue expresado por el propio Jesús: «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10); es decir, que Él quiere salvar a todos los seres humanos. Lamentablemente, algunas tradiciones cristianas han llegado a un concepto tal de la soberanía de Dios, que afirma que solo un número limitado de seres humanos pueden responder al ofrecimiento hecho por Dios en cuanto a la salvación. Estas tradiciones sostienen además que el sacrificio expiatorio de Cristo no está destinado a todos. Dan por sentado que la soberanía de Dios decretó desde la eternidad pasada la elección exclusiva de un número limitado de personas para la salvación.