El pentecostalismo predica lo que llamamos el "evangelio completo", que no solo proclama la salvación del alma, sino también la sanidad del cuerpo y el bienestar integral del ser humano. Este mensaje es uno de los pilares fundamentales de nuestra fe, arraigado en la creencia de que Jesús no solo vino a redimirnos espiritualmente, sino que también trajo sanidad física como parte de su obra redentora. La sanidad divina no es un aspecto secundario, sino que está en el corazón del evangelio que predicamos, siendo una de las cuatro verdades cardinales de nuestra fe.
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El don de hacer milagros: Poder sobrenatural en acción
El don de milagros es uno de los nueve dones espirituales que el apóstol Pablo menciona en 1 Corintios 12, un capítulo dedicado a la diversidad de los dones otorgados por el Espíritu Santo para la edificación de la iglesia. Pablo señala que a algunos les es dado "el hacer milagros" (1 Corintios 12:10), haciendo una clara distinción entre este don y otros como el de sanidades o la profecía. El término griego utilizado aquí es "dýnamis", que connota poder o habilidad sobrenatural, es decir, actos que trascienden las leyes naturales. En este sentido, entendemos que el don de milagros implica una intervención divina directa en el orden natural, donde Dios se revela a través de eventos extraordinarios para glorificar su nombre y fortalecer la fe de su pueblo.
Don de fe: Confiar en lo invisible, alcanzar lo inimaginable
El don de fe, según la teología cristiana, es una capacidad sobrenatural otorgada por el Espíritu Santo que permite a los creyentes confiar en Dios de manera extraordinaria y en circunstancias imposibles, más allá de la fe salvadora común a todos los cristianos. Este don capacita a los creyentes para actuar con una confianza inquebrantable en la voluntad y el poder de Dios, en situaciones donde la razón o la lógica humana no pueden brindar una solución. No se trata simplemente de la fe que lleva a la salvación, sino de una fe especial que se manifiesta en momentos en los que Dios desea intervenir de manera poderosa en la vida del creyente o en la comunidad.
Desenmascarando lo invisible: El don de discernimiento de espíritus y su importancia en la iglesia de hoy
Cuando hablamos del don de discernimiento de espíritus, nos encontramos con una de las manifestaciones más esenciales para la vida espiritual y la práctica cristiana. Este don, según lo mencionado en 1 Corintios 12:10, es parte de los dones espirituales que el apóstol Pablo describe como otorgados por el Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia. Es indispensable para mantener la pureza doctrinal, identificar la obra del Espíritu Santo y proteger a la iglesia de influencias espirituales que no provienen de Dios. En nuestro contexto pentecostal, donde damos gran importancia a la obra dinámica del Espíritu, el discernimiento se vuelve aún más relevante.
Con SIDA en el alma | Una reflexión pastoral sobre el papel de la iglesia cristiana en la lucha contra el VIH-SIDA
Cuando la pandemia de SIDA inició algunos religiosos, tanto católicos como protestantes, militantes del más extremado fundamentalismo, manifestaron sin rubor que el SIDA era un castigo de Dios al pecado del mundo. ¿Suena lógico o no? Después de todo, si te enfermaste de esto muy seguramente fue por algo malo que hiciste. Pero la verdad no es así de simple.
¡Bendita locura! | La belleza de la experiencia pentecostal
¿Qué es lo que hace que el pentecostalismo sea pentecostalismo? O más bien, ¿Qué es el pentecostalismo exactamente? ¿Qué es lo que hace que cierto grupo de creyentes pueda denominarse pentecostal y no metodista, presbiteriano, reformado, anglicano, bautista, etc.? En general, cada denominación tiene una cualidad que la hace distintiva. Por ejemplo, en términos generales, los presbiterianos podrían distinguirse por su confesionalidad, es decir, la adherencia a cierta confesión de fe; los bautistas, por su proclama del bautismo por inmersión; y podríamos seguir con otras iglesias. La cuestión es ¿Cuál es el distintivo específico del movimiento pentecostal?
¿Súper fe, imprudencia o fanatismo?
En estos días de crisis sanitaria hemos podido ver la influencia que está teniendo la religión y la fe en lo que está pasando y lo que podría pasar con el coronavirus. Aunque no sabemos cuánto tiempo más estarán cerradas las iglesias o las personas sufrirán durante la pandemia de coronavirus. Sin embargo, sabemos que las personas de fe han perseverado y vencido en el pasado y lo harán otra vez hoy y en el futuro. Nuestras comunidades pueden experimentar pérdidas trágicas, pero también podremos escuchar testimonios dramáticos de sanidad. Necesitamos orar los unos por los otros. Necesitamos animarnos unos a otros. Necesitamos cuidarnos unos a otros, especialmente a los más vulnerables (niños, ancianos y enfermos crónicos). Pero, sobre todo, nuestras iglesias deben seguir el ejemplo de quienes nos precedieron para mantenerse a salvo personalmente y obedecer las pautas que mantienen a otros a salvo. Si podemos hacer esto, lo lograremos. Nuestras convicciones religiosas no deben ser motivo de imprudencia; el fanatismo religioso jamás debe tomar el lugar de la fe.
No es el fin, es apenas el principio
En tiempos de crisis, la gente necesita esperanza. ¡Y la mayor fuente de esperanza debe provenir de los creyentes y de una iglesia valiente, decidida, sabia y firme! Las epidemias son oportunidades clave para que la iglesia crezca. ¡El mayor testimonio es seguir el ejemplo de Cristo como hizo con los leprosos! Es hora de difundir amor, generosidad, esperanza y paz sin tenerle miedo a la “lepra” (o al COVID-19). La iglesia primitiva duplicó sus números ante este tipo de epidemias, incluso peores y ¿porque nosotros no?
¿Es bíblico ungir con aceite a los enfermos?
La unción de los enfermos con aceite de oliva debe entenderse en su contexto. La naciente iglesia (conformada en gran parte por judíos) se movía en medio de las sombras o símbolos de las cosas celestiales (la ley de Moisés). Era natural que, en sus inicios, incorporase algunas prácticas culturales judías y que estas fuesen vistas inicialmente como parte de las enseñanzas del Evangelio. Este argumento cobra fuerza si se considera que la epístola de Santiago se dirige a creyentes judíos que padecían persecución probablemente bajo Herodes Agripa I (Hechos 7.31-34; ca. 44 d.C.), lo que alude a que posiblemente que hayan padecido heridas por causa del evangelio. La prueba interna está en el primer capítulo de esta epístola. Además, en ese tiempo era común las amenazas de muerte, los asaltos, los ataques de fieras salvajes, los apedreamientos, azotes, prisiones, etcétera (Lucas 10.30; Hechos 7.58-60, 12.1-5, 14.19; 2 Corintios 11.22-33; Filipenses 2.25-27). Esto nos lleva a concluir que el aceite citado en Santiago 5:14-15 (como en Marcos 6.13) simplemente alude a la costumbre judía de emplearlo como un remedio con fines medicinales para el cuerpo sin carácter ritual o sobrenatural.
Cuando Dios te da un «No» por respuesta
Cuando Dios no remueve el aguijón es porque Él está obrando. Cuando la adversidad, la aflicción y el dolor perduran, debemos confiar que él no es ajeno a nuestra circunstancias. Dios es soberano y rey sobre nuestras dificultades, establece sus límites y los usa para nuestro provecho. Podemos descansar en que Su perfecta y bendita voluntad se está cumpliendo y que eso es lo mejor para nosotros. La gracia es mayor que el aguijón. Su gracia es suficiente.