El avivamiento que sacudió Noruega y Suecia entre 1907 y 1910 fue un fenómeno espiritual profundo y transformador que dejó una huella indeleble en la historia del cristianismo en Escandinavia. Este movimiento, caracterizado por un fervor pentecostal y una búsqueda apasionada de la presencia de Dios, no solo renovó la fe de miles de creyentes, sino que también sentó las bases para el crecimiento del pentecostalismo en Europa.
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Historia de los Avivamientos Pentecostales del siglo XX: El Avivamiento en la Misión de Mukti (India)
El avivamiento de la Misión de Mukti, liderado por Pandita Ramabai a principios del siglo XX en India, representa uno de los movimientos espirituales más significativos y menos reconocidos fuera del contexto occidental. Este fenómeno, ocurrido casi simultáneamente con el avivamiento de la Calle Azusa en Los Ángeles (1906-1909), no solo marcó un hito en la historia del cristianismo en Asia, sino que también evidenció la universalidad del pentecostalismo como un movimiento global.
¡Necesitamos un nuevo avivamiento pentecostal!
Dios desea iglesias en avivamiento. Iglesias que ardan en el poder del Espíritu Santo. Pero para ello es necesario devolver la Palabra a su honroso lugar dentro de la iglesia. Es necesario renovar nuestra predicación y poner a Cristo y el mensaje de la cruz en el centro de nuestra predicación. Necesitamos predicaciones que confronten el pecado y exalten la santidad de Dios. Solo así las almas vendrán a los pies de Cristo y serán transformadas. Cuando esto se logre las señales y milagros nos seguirán sin necesidad de buscarlos, pues son nuestra herencia y nuestra promesa. Entonces, y solo entonces, el anhelado avivamiento será una realidad en nuestras iglesias.
Pneumatología Pentecostal: Una pneumatología completa en un mundo de evangelios incompletos
La fortaleza del pentecostalismo radica, sin lugar a dudas, en su pneumatología vibrante y poderosa, una pneumatología que no se esconde, que no pide disculpas, y que hoy, en un mundo ávido de lo divino, sigue siendo un faro de esperanza y renovación. Es la pneumatología que muchos en otras tradiciones cristianas observan con escepticismo o incluso con vergüenza, pero que nosotros abrazamos con orgullo, porque sabemos que es la misma que movió a los primeros apóstoles y a la iglesia primitiva a transformar el mundo. Es la pneumatología que recuerda las palabras de Joel 2:28: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne”, y que Pedro proclamó en Pentecostés, asegurando que no era un evento único, sino el inicio de un mover que abarcaría toda la era de la iglesia (Hechos 2:17-21).
Guardianes del fuego, sacerdotes del Nuevo Pacto
El fuego en el altar era un símbolo de la presencia constante de Dios entre su pueblo. Mantener el fuego encendido continuamente representaba la perpetuidad de la relación y comunión entre Dios y los israelitas. La llama perpetua era un recordatorio visible de que Dios estaba siempre presente y disponible para su pueblo, tal como lo hizo en el desierto a través de la columna de fuego.
El pentecostalismo como movimiento de reforma y renovación en el protestantismo
¿Qué tienen que ver las iglesias pentecostales con la Reforma Protestante? Mucho. El pentecostalismo es hijo del movimiento de santidad y este a su vez del metodismo, iglesia nacida a partir de la iglesia Anglicana, una de las 4 ramas principales de la Reforma. ¿Somos los pentecostales verdaderamente protestantes? Sí. Lo somos. El pentecostalismo surgió como un movimiento de renovación dentro del cristianismo protestante. Pero no nos quedamos estancados en los paradigmas y limitaciones de la Reforma del siglo XVI. En opinión de muchos expertos en movimientos religiosos, el pentecostalismo puede incluso considerarse una cuarta rama del cristianismo juntamente con el catolicismo, la iglesia ortodoxa y el protestantismo.
Excesos en el Movimiento Pentecostal y Carismático: ¿Una razón para rechazar la vigencia de los dones?
La forma en que el Espíritu de Dios actúa en medio de su pueblo no siempre encaja con nuestros prejuicios o ideas al respecto. Esto, sin embargo, no significa que Dios no sea el autor de tales expresiones espirituales.
«Si sus dones son legítimos, ¡Sánenme! ¿Por qué no pueden sanar a todos?» — Una respuesta a Josías Grauman
Grauman y sus "Expositores" deberían comprender la naturaleza misma de los dones antes de siquiera pretender decirnos que estos ya no están vigentes. Pero pedirle a un grupo de escépticos cesacionistas como los "Expositores" que nos expliquen la naturaleza de algo que ignoran y que jamás han experimentado, es como esperar que un ciego nos describa la belleza de un arcoiris o el brillo del sol. Muchos pentecostales, sin embargo, están siendo engañados por gente como esta.
¿Es incorrecto invocar la presencia del Espíritu Santo? ¿Acaso no mora ya dentro de nosotros?
Por muy triste que parezca, Satanás está usando a otros cristianos a causa de su apego a la tradición religiosa que profesan. En su intento por defender su interpretación particular acusan a los pentecostales de hacer algo antibíblico por pedir que el Espíritu Santo venga una y otra vez sobre ellos. Pero eso no es lo que nos dice la Biblia. Jesús y Pablo nos animan a pedirle y vivir en constante insistencia por más, más de su Espíritu. Si las manifestaciones del Espíritu Santo no se dan en iglesias cesacionistas eso no nos extraña. El que pide recibe, el que no pide, no obtendrá nada. Aquel que siente que ya tuvo suficiente del Espíritu Santo, que se conforma con lo que recibió en la regeneración, jamás podrá experimentar a plenitud los poderes del siglo venidero que solo una experiencia plena con el Espíritu Santo puede dar. Pero “Bienaventurados los que tienen hambre… pues ellos serán saciados.” (Mateo 5:6, LBLA).
¿A qué tengo que renunciar si le entrego mi vida a Cristo?
"¿A qué tengo que renunciar?" Esta es una pregunta común que uno puede hacer al entregar su vida a Cristo. Para muchos tan sólo hacerse esta pregunta genera temor. Las personas están muy apegadas a lo que han adquirido o logrado, ¿y por qué no deberían estarlo? Se invierte mucho tiempo, energía y recursos en todo lo que obtenemos en la vida. ¿Tenemos que renunciar a todo para seguir a Cristo?