"El hierro se pule con el hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo." (Proverbios 27:17, RVC)
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Los reformadores, ídolos con pies de barro y manos ensangrentadas
Los pentecostales a menudo intentamos reivindicar nuestro lugar como “verdaderos protestantes” (como si anhelásemos, igual que las iglesias tradicionales, anclarnos al siglo XVI y justificar así nuestra existencia; y aunque es evidente que la Reforma logró muchas cosas buenas, tampoco deberíamos creernos del todo la “leyenda rosa” que sobre ella se levanta o anhelar patéticamente ser incluidos en sus filas. ¡Yo mismo he intentado justificar nuestra pertenencia al protestantismo en numerosas ocasiones! pero a veces me pregunto ¿Por qué lo hacemos? ¿vale la pena insistir tanto en ello? ¿Ganamos algo de inmenso valor porque se nos incluya y acepte en las filas protestantes? Quizá no mucho…
Marie Dentière, la igualitaria, primer teóloga de la Reforma
La historia de la Reforma está dominada por personajes como Martín Lutero (1483-1546), Juan Calvino (1509-1564), Philipp Melanchthon (1497-1560), Ulrico Zwinglio (1484-1531), Guillaume Farel (1489-1565) y John Knox (1514-1572), entre otros. Estos, “los hombres de la Reforma” suelen llevarse el crédito por impulsar el movimiento político, religioso y social conocido como la Reforma Protestante. La labor de las mujeres, por otro lado, ha sido ignorada e incluso denigrada por los “Padres del Protestantismo”.
¿Son los pentecostales reformados?
Aunque no somos estrictamente reformados, sí somos reformados en un sentido amplio. Los pentecostales apreciamos los cimientos de la fe cristiana, teniendo las Escrituras como base de nuestra doctrina y creencia. Uno de los lemas de la Reforma Protestante fue la "Ecclesia reformata semper reformanda est", lo que significa: Iglesia reformada siempre está siendo reformada. Creemos que la Reforma restauró el evangelio perdido de la iglesia católica romana, el evangelio de la justificación solo por la fe, entre otros elementos esenciales. Aunque lo que sucedió en la Reforma fue importante, creemos que la iglesia siempre ha continuado reformándose y rescatando problemas que se perdieron con el tiempo. En esto vemos la importancia del pentecostalismo, que rescató la espiritualidad viva y dinámica perdida. También recordó la importancia del bautismo en el Espíritu Santo y la actualidad de los dones espirituales. Por lo tanto, nosotros los pentecostales somos la continuación de la Reforma Protestante porque somos herederos de esta, y estamos siendo reformados por el Espíritu Santo todos los días.
¿Qué tal si derribamos nuestros ídolos?
Se dice a menudo que los arminianos no solemos hablar mucho de Arminio ni mostramos tanto interés en su vida. Y eso es cierto en la mayoría de los casos. Se dice que defendemos la doctrina pero no hablamos del personaje, y eso está bien. ¡De hecho es excelente! Nunca debiéramos tener ídolos. Estos son inútiles y tarde o temprano se derrumban por su propio peso. Frecuentemente acusamos a los católicos de idólatras por sus imágenes (y ciertamente es idolatría), pero los protestantes también tienen sus ídolos propios (aunque se ofenderían si algo se los señalara). Aquellos que llamamos "grandes teólogos y reformadores" no necesariamente vivieron a la altura de la Palabra de Dios (nadie lo hace en realidad), ni merecen nuestra veneración ni mucho menos nuestra lealtad absoluta a sus ideas.