Por Fernando E. Alvarado
Si no podemos poner fin a nuestras diferencias, contribuyamos a que el mundo sea un lugar apto para ellas»
John Fitzgerald Kennedy (1917-1963), 35º presidente de los Estados Unidos
Como aprendiz de teólogo pentecostal, y con una clara orientación arminiana clásica, premilenarista histórica e igualitaria, muy a menudo escribo en contra de ciertas posturas que considero contrarias a mi comprensión o entendimiento teológico. La mayoría de veces lo que escribo nace como resultado de la duda expresada por alguno de mis alumnos, amigos, hermanos en Cristo o miembros de la congregación que pastoreo. Algunos de mis escritos incluso han nacido de experiencias personales con compañeros de trabajo o ministerio. Debido a ello ¡Algunos han creído erróneamente que odio a mis hermanos reformados o de otra tradición! Pero no, nada más lejos de la realidad. Y sincerándome un poco…
¡Doy gracias al Señor por la vida de nuestros hermanos reformados y su expansión en Latinoamérica! Permítanme explicarme mejor.

Hermanos reformados:
— Gracias, porque su pasión por el estudio de la Palabra y su defensa de la Sola Scriptura nos desafía a imitarlos y nos contagia con una pasión similar.
— Gracias, porque aún aquellos que son cesacionistas nos han bendecido con sus críticas y señalamientos, al obligarnos a replantear nuestra postura y restregarnos en la cara nuestros excesos y abusos. ¡Era necesario que nos lo dijeran!
— Gracias, porque al desafiar nuestra escatología y presentar una fuerte defensa de la vuestra, nos han obligado a re-examinar nuestra posición, cuestionarnos, profundizar en el tema y pulir nuestras posturas.
— Gracias, porque sin ustedes muy seguramente los pentecostales ni siquiera recordaríamos las 5 solas de la Reforma y seguiríamos desconectados de nuestras raíces y de aquellos movimientos que, eventualmente, dieron vida a lo que hoy somos. Seríamos un movimiento que ni siquiera se conoce a sí mismo y su razón de ser.
— Gracias, porque su soteriología nos desafió y nos recordó nuestra identidad, obligándonos a salir de la pereza intelectual y de esa cómoda pero débil «postura media» conformista y cobarde.
— Gracias, incluso por aquellos que andan a la caza de nuestros jóvenes pentecostales curiosos y dados a la intelectualidad. Al tratar de robárselos nos han obligado a ejercer una mayor y mejor labor pastoral. A ser más empáticos.

— Gracias, porque honestamente sus instituciones teológicas son mejores que las nuestras (y algunos pentecostales como yo hemos sacado partido de ellas). Su excelencia nos desafía a mejorar las nuestras y aspirar a estar al mismo nivel (muchas ya lo están).
— Gracias, porque al ver lo preparados y eruditos que muchos de sus pastores son, nos desafiaron a nosotros, los pastores pentecostales, a mejorar, motivándonos a estudiar más, a profesionalizarnos, a desear ser verdaderos teólogos y buenos maestros de la Palabra. Lograron que deseáramos ver lo mismo en nuestras congregaciones, anhelando un pastorado no solo ardiente en el Espíritu, sino también erudito en la Palabra.
— Gracias, porque al señalar las deficiencias en nuestros métodos de discipulado y poco énfasis en la formación del carácter cristiano en nuestras congregaciones, nos hicieron ver en qué áreas debemos mejorar si queremos seguir siendo la versión dominante del protestantismo en Latinoamérica.
— Gracias por ponernos en jaque, por frenarnos en alguna manera y hacernos ver que, si no cambiamos el rumbo actual del pentecostalismo, también vamos a desaparecer o menguar como les pasó a ustedes en el pasado. Gracias porque con ello nos ayudan a crecer y a evitar que nuestro ego se inflame (si prestamos atención).
¡Han sido una bendición para nosotros! Y lo seguirán siendo. En Latinoamérica no somos muy tolerantes. Todavía nos falta madurez. Algunos de ustedes y de los nuestros han sido culpables de eso en algún momento. ¡Con el tiempo aprenderemos a discutir como hermanos y aceptar que está bien pensar distinto! Calvinistas, arminianos y carismáticos ya aprendieron a llevarse bien en otras parte del orbe, enriqueciendo mutuamente su teología ¿Por qué nosotros no? Mientras tanto, ¡Gracias por desafiarnos a ser un movimiento sano, cristocéntrico y plenamente bíblico!
«El hierro se pule con el hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo.» (Proverbios 27:17, RVC)
