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Una respuesta al cesacionisno | ¿Estuvieron los milagros limitados a ciertos períodos de la historia?

El argumento cesacionista que apela a que los fenómenos milagrosos se daban por grupos, en momentos concretos y aislados en la historia de la redención, no es ni bíblicamente defendible, ni lógicamente posible.

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¡Ven, Espíritu Santo! | Redescubriendo el papel de la Tercera Persona de la Trinidad en la iglesia de hoy

Esta relegación del Espíritu Santo a un papel secundario (o incluso menor) dentro de la iglesia, fue la característica del cristianismo (y particularmente del protestantismo) por siglos.  Incluso los reformadores, en su intento por marcar distancia de Roma y sus falsos milagros y supercherías, terminaron por descartar la vigencia de los dones espirituales y, con ello, rebajaron el papel del Espíritu Santo en sus iglesias. Con la llegada del Avivamiento Pentecostal del siglo XX ha habido un cambio y que la tercera persona de la Trinidad está recibiendo ahora el trato debido. Hoy en día podemos escuchar que la Iglesia clama: "¡Ven, Espíritu Santo!"

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¿Pueden los creyentes nacidos de nuevo estar poseídos por demonios?

Declaración oficial sobre la pregunta, “¿pueden los creyentes nacidos de nuevo estar poseídos por demonios?”, adoptada en mayo de 1972 por el Presbiterio General del Concilio General de las Asambleas de Dios.

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El Espíritu Santo, el Dios personal que vive en y con nosotros

En el Nuevo Testamento, se describe al Espíritu Santo como la tercera persona divina, vinculada con el Padre y el Hijo aunque diferente de ellos, así como el Padre y el Hijo son distintos el uno del otro. Él es “el Paracleto” (Juan 14:16, 25; 15:26; 16:7) —una palabra rica en significado para la que no existe una traducción adecuada, ya que puede significar alternativamente Consolador (en el sentido de Fortalecedor), Consejero, Ayudador, Sustentador, Consultor, Abogado, Aliado, Amigo Veterano —y solo una persona podría cumplir esos papeles. Para ser más precisos, Él es “otro” Paracleto (14:16), segundo en la línea (podríamos decir) del Señor Jesús, continuador del ministerio de este; y solo una persona, una como Jesús, podría hacerlo.

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¿Es el bautismo en el Espíritu Santo lo mismo que la conversión?

El término “bautismo en el Espíritu Santo” no aparece en las Escrituras. Es una conveniente designación para la experiencia que anuncia Juan el bautista, que Jesús “[bautizaría] en Espíritu Santo” (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33), que Jesús mismo repetiría (Hechos 1:5), y también Pedro (Hechos 11:16). Dicha expresión aparece en los Evangelios y también el Libro de los Hechos. Los grupos no pentecostales sugieren a menudo que el bautismo en el Espíritu Santo equivale a ser sellado con el mismo al momento de la regeneración y que, por ende, no existe manifestación visible del mismo. De modo que, para ellos, el bautismo en el Espíritu Santo implica solamente la obra mediante la cual el Espíritu de Dios coloca al creyente, al momento de la salvación, en unión con Cristo y en unión con otros creyentes en el Cuerpo de Cristo. Basan tal afirmación en 1 Corintios 12:12-13, el cual nos dice: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13). Con ello pretenden negar la experiencia pentecostal y la validez del movimiento; pero ¿Es realmente así?