La teología oriental ofrece una perspectiva matizada sobre la condición humana tras la caída, rechazando la noción de una depravación total en favor de una visión que equilibra la gravedad del pecado con la permanencia de la imagen divina y la libertad humana. A través del concepto de sinergia, la tradición ortodoxa enfatiza la cooperación entre el hombre y Dios en el camino hacia la salvación, presentando un modelo teológico que destaca la esperanza y la participación activa en la vida divina. Este enfoque no solo distingue a la teología oriental de sus contrapartes occidentales, sino que también refleja su enfoque en la theosis como el propósito último de la existencia humana.
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La Imago Dei y la dignidad humana: Una crítica al pesimismo antropológico excesivo de algunos sistemas teológicos de origen agustiniano
Una soteriología defectuosa, impregnada de un pesimismo antropológico excesivo, distorsiona irremediablemente nuestra comprensión de la naturaleza humana y su relación con Dios. Ciertos sistemas afines a la tradición agustiniana, con su énfasis excesivo en la depravación total, han llevado a muchos a internalizar una visión del ser humano como un ente vil, un "gusano", una "escoria de la creación", un "trapo de inmundicia" (Isaías 64:6). Esta perspectiva, aunque pretende exaltar la gracia divina, termina menoscabando la doctrina bíblica de la Imago Dei, que afirma la dignidad inherente del ser humano como portador de la imagen de Dios. Lejos de ser una mera reliquia teológica, esta distorsión tiene consecuencias profundas: al degradar al hombre, olvidamos que Dios mismo nos creó con un valor intrínseco, reflejado en nuestra capacidad para reflejar Sus atributos, aun en nuestra condición caída. No es necesario menospreciar la humanidad para magnificar la gracia divina; tal dicotomía es innecesaria y, en última instancia, antibíblica
La depravación humana en la Biblia y los Padres Pre-Agustinianos en contraste con la teología agustiniana
La doctrina de la depravación humana ha sido un pilar central en la teología cristiana, especialmente en la tradición agustiniana, que sostiene que el pecado original corrompió por completo la naturaleza humana, dejándola incapaz de buscar a Dios o hacer el bien sin la gracia divina. Sin embargo, un análisis más detenido de las Escrituras y de las enseñanzas de los Padres de la Iglesia preagustinianos revela una visión más matizada. Mientras que la teología agustiniana enfatiza una depravación total extrema, las perspectivas anteriores reconocen la pecaminosidad universal sin negar del todo la capacidad humana de responder a la iniciativa divina.
La crisis del pentecostalismo institucional y la vigencia de la pentecostalidad: Una crítica desde la esperanza
El pentecostalismo, como movimiento espiritual y eclesial, ha sido una de las fuerzas más dinámicas y transformadoras en el cristianismo global desde su surgimiento a principios del siglo XX. Sin embargo, en las últimas décadas, el pentecostalismo institucional ha enfrentado una crisis profunda en numerosos países, marcada por desafíos internos y externos que han debilitado su estructura y testimonio. Esta crisis no es meramente organizacional; toca la esencia misma de lo que significa ser pentecostal. No obstante, es crucial distinguir entre la crisis de la institucionalidad y la vigencia de la pentecostalidad, pues mientras la primera puede estar en declive, la segunda permanece como un testimonio vivo del poder del Espíritu Santo.
Ligonier y sus ocurrencias (y contradicciones)
El fundamento de la certeza de la salvación depende de este decreto: Los que crean serán salvados. Yo creo, por lo tanto, seré salvado.
Gracia irresistible: Títeres en manos de un Dios con favoritismos
El calvinismo insiste en que Dios decidió salvar a los elegidos imponiendo su gracia irresistiblemente sobre ellos, mientras que predestinó al resto de la humanidad al tormento eterno. ¿Es esto justicia? ¿Es esto amor? Y si así lo fuera, ¡Qué clase más absurda de amor! ¿No es esto más bien un acto de crueldad, parcialidad e injusticia abominable a nuestra conciencia? Ciertamente que sí; pues la doctrina calvinista convierte al Dios de la Biblia en un ser maligno y cruel, no muy diferente de los dioses paganos. Sin embargo, la Biblia dice que el Dios verdadero extiende "sus misericordias sobre todas sus obras" (Salmo 145:9) y que desea que "todos los hombres sean salvos" (1 Timoteo 2:4). Si tal arbitrariedad choca con nuestro sentido de justicia, amor y misericordia, ¿Cómo podríamos pensar que Dios es menos misericordioso, amoroso y justo que nosotros? Jesús dijo: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:11-13).
La gracia irresistible, una gracia antibíblica
El calvinismo afirma que la gracia salvadora no admite condiciones por parte del hombre redimido, y no es opcional recibirla. ¿Por qué? Porque creen que cuando Dios obra en el creyente este es sellado con el Espíritu Santo y convertido en nueva criatura aún antes de creer (2 Corintios 5:17). Por lo tanto, lo único que podrá hacer es amar a Dios porque este le amó primero (1 Juan 4:19) y lo predestinó para ser salvo y amarle. En este sentido, la gracia irresistible implica la imposición de la salvación sobre el pecador sin tomar en cuanta su deseo o decisión personal.
Confesión Arminiana | Capítulo III
Sobre la Santa y Sagrada Trinidad
Dort, el Sínodo de la vergüenza
El Sínodo de Dort fue un sínodo nacional que tuvo lugar en Dordrecht, en Holanda entre 1618-1619, por la Iglesia Reformada Holandesa, con el objetivo de regular una seria controversia en las Iglesias Holandesas iniciada por el ascenso del Arminianismo. Los cánones surgidos de este sínodo son, junto con la Confesión Belga y el Catecismo de Heidelberg, la base teológica de las iglesias reformadas en gran parte del mundo, y aunque este sínodo es visto por los calvinistas como emblemático y representativo de su fe, es también un testimonio claro de la otra cara del calvinismo: Su intolerancia hacia otras confesiones, su arrogancia religiosa y su omnipresente desprecio hacia aquellos que piensan diferente; características todas ellas, que los llevaron incluso a cometer el supremo pecado contra otro ser humano: El asesinato.
¿Predestinación o predeterminismo?
Dios quiere que todos los seres humanos sean salvos, verdad que la Biblia presenta repetidas veces (Lucas 19:10; Juan 3:16; Romanos 10:11–13; Hebreos 2:9; 2 Pedro 3:9; Apocalipsis 22:17). El propósito salvador eterno de Dios fue expresado por el propio Jesús: «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10); es decir, que Él quiere salvar a todos los seres humanos. Lamentablemente, algunas tradiciones cristianas han llegado a un concepto tal de la soberanía de Dios, que afirma que solo un número limitado de seres humanos pueden responder al ofrecimiento hecho por Dios en cuanto a la salvación. Estas tradiciones sostienen además que el sacrificio expiatorio de Cristo no está destinado a todos. Dan por sentado que la soberanía de Dios decretó desde la eternidad pasada la elección exclusiva de un número limitado de personas para la salvación.