Por muy triste que parezca, Satanás está usando a otros cristianos a causa de su apego a la tradición religiosa que profesan. En su intento por defender su interpretación particular acusan a los pentecostales de hacer algo antibíblico por pedir que el Espíritu Santo venga una y otra vez sobre ellos. Pero eso no es lo que nos dice la Biblia. Jesús y Pablo nos animan a pedirle y vivir en constante insistencia por más, más de su Espíritu. Si las manifestaciones del Espíritu Santo no se dan en iglesias cesacionistas eso no nos extraña. El que pide recibe, el que no pide, no obtendrá nada. Aquel que siente que ya tuvo suficiente del Espíritu Santo, que se conforma con lo que recibió en la regeneración, jamás podrá experimentar a plenitud los poderes del siglo venidero que solo una experiencia plena con el Espíritu Santo puede dar. Pero “Bienaventurados los que tienen hambre… pues ellos serán saciados.” (Mateo 5:6, LBLA).
Categoría: Dones Espirituales
Una Respuesta a los cesacionistas | ¿Es auténtico el don de lenguas que se da entre pentecostales?
Aquellos que poseemos el precioso don de hablar en lenguas hemos comprobado como Pablo que este don es de profunda ayuda en nuestra vida de oración. Hablar en lenguas nos ha servido para profundizar en nuestra intimidad con el Señor Jesucristo y para adorar con más entusiasmo y alegría. La burla de otros grupos religiosos no nos daña, por el contrario, nos motiva a presentar defensa de nuestra fe de una forma más profunda.
Una respuesta al cesacionismo | ¿Por qué los dones parecen estar ausentes de la historia de la iglesia hasta el s. XX?
La ausencia, o disminución de la frecuencia con que los dones carismáticos se manifestaban en la iglesia, halla su razón de ser en el pecado, la incredulidad y la apostasía tan notoria de los siglos posteriores a la edad apostólica. La misma Reforma Protestante da fe del pecado, corrupción y decadencia doctrinal y moral del cristianismo. Tales faltas se constituyeron en pecados contra el Espíritu Santo, lo cual entristecería y apagaría el mover del mismo dentro de las congregaciones. No deberíamos sorprendemos, pues, ante la poca frecuencia de dones milagrosos en periodos de la historia de la Iglesia marcados por la ignorancia teológica e inmoralidad personal.
Una respuesta al cesacionismo | ¿Han cesado los dones carismáticos porque el canon bíblico está completo?
Los dones del Espíritu Santo son necesarios y apropiados para nuestro tiempo presente, cuando aún no somos completamente maduros, y solo conocemos en parte. Llegará el día cuando los dones serán innecesarios, pero ese día aún no ha llegado. Claramente, el tiempo de cumplimiento al que Pablo se refiere con “entonces”, en el que veremos “cara a cara” y en el cual “conoceré como fui conocido” nos habla no de un canon completo, sino de estar en la gloria de la eternidad con Jesús. Ciertamente, eso es “lo perfecto” de lo cual se habla en 1 Corintios 13:10 que pondrá fin a la necesidad de los dones carismáticos, señales y milagros.
Una respuesta al cesacionisno | ¿Es la búsqueda de señales una señal de inmadurez espiritual o una marca de incredulidad?
Para el Señor, buscar señales de Dios es 'perverso y adúltero' cuando, y solo cuando, la demanda de evidencias viene de un corazón rebelde que simplemente quiere ocultar que es reticente a creer. Para los judíos que cuestionaban a Jesús, pedir señales era tan solo un pretexto para criticar al Maestro o buscar falta en él. La motivación de la Iglesia primitiva era muy diferente a la de los escribas y fariseos. Para la iglesia primitiva, su oración por señales y prodigios no constituía un desafío a Dios o su necesidad de presenciar un espectáculo. Ellos clamaban por señales y prodigios por su deseo de glorificar a Dios en la demostración de su poder, así como para ministrar su misericordia, compasión y amor a los necesitados. Así pues, Dios condena la primera actitud (la de los escribas, fariseos y judíos incrédulos) y ordena la segunda (la actitud de la iglesia primitiva).
Una respuesta al cesacionisno | ¿Estuvieron los milagros limitados a ciertos períodos de la historia?
El argumento cesacionista que apela a que los fenómenos milagrosos se daban por grupos, en momentos concretos y aislados en la historia de la redención, no es ni bíblicamente defendible, ni lógicamente posible.
Una respuesta al cesacionisno | ¿Los dones carismáticos eran sólo para los apóstoles?
El Nuevo Testamento (y particularmente el libro de los Hechos, es claro: Otros además de los apóstoles, hicieron uso de los dones carismáticos. Más allá de los grupos ya mencionados, por lo menos 108 personas de entre las 120 que se reunieron en el aposento alto el día de Pentecostés no eran apóstoles, e igual ejercieron los dones carismáticos. Pero la lista continúa: Felipe (cap. 8); miembros de la iglesia de Antioquía (13.1); nuevos conversos de Éfeso (19:6); mujeres de Cesarea (21:8-9); los hermanos anónimos de Gálatas 3:5; creyentes de Roma (Romanos 12:6-8); creyentes de Corinto (1 Corintios 12-14); y cristianos de Tesalónica (1Tes. 5:19-20). ¡Todos ellos ejercitaron dones carismáticos sin ser apóstoles!
¿Expositores o mutiladores del Evangelio? — John MacArthur y su secta Pneumatomaki (los que combaten contra el Espíritu)
El sentido común nos dice que, los Expositores 2022 tienen muy poco sentido común pero, sobre todo, poco respeto por las Escrituras y mucho fanatismo hacia su postura preestablecida, al punto que la misma parece superar a la Biblia en autoridad a sus propios ojos.
La llenura del Espíritu Santo | ¿Cuestión de fruto o dones espirituales?
La falsa dicotomía que nos lleva a elegir entre dones y fruto del Espíritu es antibíblica. Dios nunca mandó elegir lo uno o lo otro. Deberíamos tenerlos ambos. Tan incompleto es el pentecostal que presume de dones y carece de frutos, como el reformado cesacionista que se jacta de su fruto y carácter pero carece de poder para obrar milagros, sanidades, echar fuera demonios o ejercer cualquier otro don espiritual. ¡Ambos están incompletos!
¡Ven, Espíritu Santo! | Redescubriendo el papel de la Tercera Persona de la Trinidad en la iglesia de hoy
Esta relegación del Espíritu Santo a un papel secundario (o incluso menor) dentro de la iglesia, fue la característica del cristianismo (y particularmente del protestantismo) por siglos. Incluso los reformadores, en su intento por marcar distancia de Roma y sus falsos milagros y supercherías, terminaron por descartar la vigencia de los dones espirituales y, con ello, rebajaron el papel del Espíritu Santo en sus iglesias. Con la llegada del Avivamiento Pentecostal del siglo XX ha habido un cambio y que la tercera persona de la Trinidad está recibiendo ahora el trato debido. Hoy en día podemos escuchar que la Iglesia clama: "¡Ven, Espíritu Santo!"