Por Fernando E. Alvarado
MacArthur y sus nefastos secuaces. ¿En serio leen la Biblia? ¿Dónde queda su apego al principio de la Sola Scriptura? ¿O es que Sola Scriptura significa más bien «Solo la Interpretación de MacArthur y los suyos? Sin duda ¡Expositores lo hizo de nuevo! Negar la suficiencia, la inspiración y la enseñanza misma de las Escrituras que dicen creer y llamar inerrantes. Personalmente creo que este tipo de eventos hacen más daño que bien al cuerpo de Cristo.
Al parecer los cesacionistas ignoran a su conveniencia que a partir de Pentecostés, y continuando a lo largo del libro de los Hechos, siempre que el Espíritu se derrama sobre los nuevos creyentes, ellos experimentan su charismata. No hay nada que indique que estos fenómenos se limitan a ese grupo y a ese momento. Esto parece ser algo extendido y común en la iglesia del Nuevo Testamento. Cristianos de Roma (Ro 12), Corinto (1 Co 12-14), Samaria (Hch 8), Cesarea (Hch 10), Antioquía (Hch 13), Éfeso (Hch 19), Tesalónica (1 Ts 5), y Galacia (Gá 3) experimentan los dones milagrosos y de revelación. Es difícil imaginar cómo los autores del Nuevo Testamento podrían haber hablado más claramente acerca de cómo debe lucir el cristianismo del nuevo pacto. En otras palabras, la evidencia apunta en contra del cesacionista.

¿Eran estas señales solo para los apóstoles? No lo creo. Eso no es lo que dice la Biblia. Muchos hombres no apostólicos y mujeres, jóvenes y viejos, en toda la amplitud del imperio romano, ejercieron sistemáticamente estos dones del Espíritu (Esteban y Felipe ministraron en el poder de señales y prodigios y no eran apóstoles). Otros, que ejercían los dones milagrosos, aparte de los apóstoles, incluyen:
1) Los 70 que fueron enviados en Lucas 10:09, 19-20,
2) al menos 108 personas, entre los 120 que estaban reunidos en el aposento alto en el día de Pentecostés,
3) Esteban (Hch 6-7),
4) Felipe (Hch 8),
5) Ananías (Hch 9),
6) miembros de la iglesia en Antioquía (Hch 13),
7) conversos anónimos en Éfeso (Hch 19:06),
8) la mujer en Cesarea (Hch 21:8-9),
9) los hermanos sin nombre, mencionados en la carta a los Gálatas (Gá 3:5),
10) los creyentes en Roma (Ro 12:6-8),
11) los creyentes en Corinto (1 Co 12-14) y
12) los cristianos de Tesalónica (1 Ts 5:19-20).
Nadie niega que la época o período de la iglesia primitiva o edad «apostólica» fue una época extraordinaria y excepcional. Sin embargo, existe una continuidad fundamental o una relación espiritualmente orgánica entre la iglesia en Hechos y la iglesia en siglos posteriores. La iglesia universal o cuerpo de Cristo que fue establecido y dotado por el ministerio de los apóstoles es la misma iglesia universal y el cuerpo de Cristo hoy. Estamos juntos con Pablo, Pedro, Silas, Lidia, Priscila y Lucas, todos miembros del mismo cuerpo de Cristo. Si la iglesia de hoy es tan verdaderamente la iglesia de Cristo como lo fue la iglesia apostólica, las mismas señales, prodigios y carismas que ellos experimentaron están disponibles para nosotros. Si en las iglesias cesacionistas estas señales han cesado, les toca a ellos justificar la autenticidad, no de los carismas en nuestra época, sino de su propia unidad o pertenencia al cuerpo de Cristo.
La venida del Espíritu no se asocia únicamente con el amanecer de la nueva era, pero con su presencia, no solo con el Pentecostés, sino con todo el período desde Pentecostés hasta el regreso de Jesucristo. En las Escrituras los dones de profecía y de lenguas (Hechos 2) no se presentan como meramente inauguradores de la nueva era de pacto, sino como lo que lo caracteriza, siendo una señal de los «últimos días». Pero eso no es todo, también hay que tomar nota de 1 Corintios 13:8-12. Aquí Pablo afirma que los dones espirituales no «pasarán» hasta la llegada de «lo perfecto» (vv. 8-10; RV60). ¡Y lo perfecto no se refiere a la formación del canon bíblico como los cesacionistas quisieran que creyéramos!

Lo «perfecto» es, de hecho, la consumación de los propósitos redentores de Dios, como se expresa en el cielo nuevo y la tierra nueva después del regreso de Cristo. Por tal motivo, podemos confiadamente esperar que continúe la bendición y el empoderamiento de la iglesia con los dones hasta ese momento. Este es el caso también en Efesios 4:11-13. Allí Pablo habla de los dones espirituales y, en particular, los dones de profecía, evangelismo, pastorado y maestro, como la construcción de la iglesia «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y de la conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (v. 13). Dado que esto último con toda seguridad aún no ha sido alcanzado por la iglesia, podemos anticipar con confianza la presencia y el poder de tales dones hasta que llegue ese día.
Por último, aunque los cesacionistas quisieran hacernos creer que los dones carismáticos fueron diseñados exclusivamente para autenticar apóstoles, esto es bíblicamente insostenible. Para empezar, los cesacionistas no pueden presentar ninguna explicación sólida de por qué los creyentes no apostólicos (como Felipe y Esteban) estaban facultados para realizarlas (ver 1 Co 12:8-10, donde el don de la milagros, entre otros, se le dio a los creyentes comunes, no apostólicos). Luego, tampoco pueden negar el hecho de que los milagros, en cualquier forma, sirvieron para varios propósitos distintos, no solo para probar la validez del ministerio apostólico. Por ejemplo:
1) Propósitos doxológicos (para glorificar a Dios: Jn 2:11; 9:03; 11:04; 11:40, y Mt 15:29-31.)
2) Propósito evangelístico (para preparar el camino para que el evangelio sea dado a conocer: ver Hch 9:32-43)
3) Propósito pastoral (como expresión de la compasión y el amor y el cuidado de las ovejas: Mt 14:14, Mr 1:40-41)
4) Para la edificación (para edificar y fortalecer a los creyentes: 1 Co 12:07 y el «bien común», 1 Co 14:3-5, 26).
Todos los dones del Espíritu, ya sean lenguas o enseñanza, de profecía o de misericordia, curación o ayuda, se les dio (entre otras razones) para edificación, construcción, aliento, instrucción, consolación y santificación del cuerpo de Cristo. Por lo tanto, tales dones continuarían funcionando en la iglesia por las otras razones mencionadas.
El sentido común nos dice que, los Expositores 2022 tienen muy poco sentido común pero, sobre todo, poco respeto por las Escrituras y mucho fanatismo hacia su postura preestablecida, al punto que la misma parece superar a la Biblia en autoridad a sus propios ojos.
¡Dios nos libre de la nefasta influencia de la secta macarthuriana!
