En virtud de nuestra unión con Cristo, somos partícipes de los beneficios de Cristo, sin distinción, ni superioridad, ni ventaja sobre otro. Si una persona cree en Cristo, sin importar su sexo, clase social, raza o edad, está —unida a todos los demás santos— en Cristo Jesús, y por lo tanto, tiene derecho a todos los beneficios que esa unión confiere. Ese es el claro mensaje de Gálatas 3:28.
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Nuestras esposas | La Ezer Negued en nuestra vida y ministerio
Al ver Dios a Adán solo, varón sin hembra, su juicio es claro: eso no es bueno. Es la primera y única cosa que Dios destaca como necesitada de perfección en una creación en todo lo demás perfecta y buena: "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él." (Génesis 2:18). ¡Y así surgió la mujer! "Ayuda idónea" (en hebreo: ézer négued) le llamamos. Pero "ayuda idónea" no traduce adecuadamente el término original hebreo ‘ezer négued'.
Abuso, misoginia y exclusión, el lado oscuro del complementarianismo neocalvinista
La existencia de la intolerancia contra las mujeres en nuestro mundo, y con demasiada frecuencia en la iglesia, no puede negarse. Pero no hay lugar para semejante actitud en el cuerpo de Cristo. Aunque las actitudes de la sociedad secular, basadas en prácticas y tradiciones de largo tiempo, han influido en la aplicación de principios bíblicos a circunstancias locales, los pentecostales creemos que es nuestro deber ayudar a redimir a las culturas que están en desacuerdo con los principios del Reino. Y redimir la cultura, en este caso, implica decir la verdad contra el lado oscuro del complementarianismo y sus oponentes.
Marie Dentière, la igualitaria, primer teóloga de la Reforma
La historia de la Reforma está dominada por personajes como Martín Lutero (1483-1546), Juan Calvino (1509-1564), Philipp Melanchthon (1497-1560), Ulrico Zwinglio (1484-1531), Guillaume Farel (1489-1565) y John Knox (1514-1572), entre otros. Estos, “los hombres de la Reforma” suelen llevarse el crédito por impulsar el movimiento político, religioso y social conocido como la Reforma Protestante. La labor de las mujeres, por otro lado, ha sido ignorada e incluso denigrada por los “Padres del Protestantismo”.