Los pentecostales a menudo intentamos reivindicar nuestro lugar como “verdaderos protestantes” (como si anhelásemos, igual que las iglesias tradicionales, anclarnos al siglo XVI y justificar así nuestra existencia; y aunque es evidente que la Reforma logró muchas cosas buenas, tampoco deberíamos creernos del todo la “leyenda rosa” que sobre ella se levanta o anhelar patéticamente ser incluidos en sus filas. ¡Yo mismo he intentado justificar nuestra pertenencia al protestantismo en numerosas ocasiones! pero a veces me pregunto ¿Por qué lo hacemos? ¿vale la pena insistir tanto en ello? ¿Ganamos algo de inmenso valor porque se nos incluya y acepte en las filas protestantes? Quizá no mucho…