La tradición judeocristiana exhibe una admirable habilidad para asimilar elementos paganos, infundiéndoles nuevo significado en servicio al Evangelio. Rechazar la Navidad por sus orígenes ignora esta rica herencia de transformación simbólica y cultural. Si un creyente opta por celebrarla —reconociendo que el 25 de diciembre no es la fecha histórica exacta del nacimiento de Jesús—, lo hace como ocasión propicia para meditar en la Encarnación, cultivar el amor fraterno y proclamar la esperanza cristiana. Colocar un árbol navideño como mero adorno estacional no vulnera la fe, pues Dios mismo ha sancionado en su Palabra la reutilización de símbolos extrabíblicos para fines redentores (Weiser & Farkas, 2008). Al final, lo trascendental no son nuestras reglas humanas o aversiones culturales, sino el espíritu que honra al Salvador que irrumpió en la historia para redimir lo caído. Que esta temporada nos invite a todos a abrazar la gracia de Aquel que vino a ser la Luz en nuestras sombras. ¡Feliz Navidad, hermanos en la fe!
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El Espíritu Santo: el poder invisible que impulsa la misión de la iglesia
La misión de la Iglesia no es un proyecto humano que Dios bendice de vez en cuando. Es una obra divina que Dios realiza a través de vasos de barro llenos de su Espíritu. Sin Él, nuestra adoración es ritualismo vacío, nuestra predicación es ruido, nuestro discipulado es legalismo y nuestro servicio es activismo sin vida. Pero cuando nos rendimos al Espíritu Santo –cuando clamamos, esperamos, obedecemos– entonces la Iglesia se convierte en lo que Jesús soñó: una comunidad que adora con fuego, proclama con autoridad, forma con sabiduría y sirve con compasión.
PPA Biblia & Teología responde | El bautismo con fuego de Mateo 3:11
Ningún Padre interpreta Mateo 3:11 como dos bautismos separados (uno de Espíritu para los salvos y otro de fuego-juicio para los impíos). Esa lectura aparece mucho después, en la controversia calvinista-arminiana del siglo XVII, y luego en el siglo XX debido a los intentos cesacionistas por negar la obra del Espíritu Santo. Por tanto, afirmar que el “bautismo con fuego” de Mateo 3:11 es solo juicio para los impíos no solo contradice la exégesis más cuidadosa y el testimonio patrístico, sino que, sobre todo, contradice la experiencia neotestamentaria de Pentecostés, donde el fuego del Espíritu descendió precisamente sobre los arrepentidos, no sobre los réprobos. ¡Que el Señor nos bautice de nuevo con Espíritu Santo y fuego! (Hechos 2:3-4; Mateo 3:11).
Rituales de Liberación: Cuando la experiencia se convierte en doctrina
Ante la vasta evidencia bíblica que afirma la imposibilidad de que el creyente sea poseído por demonios, quienes defienden dicha creencia apelan frecuentemente a la “práctica pastoral”, es decir, a la experiencia en el campo ministerial, a sus vivencias y testimonios propios y de ajenos para corroborar su punto de vista. Aunque no despreciamos la experiencia ni minimizamos su valor, la experiencia no es base para formular doctrina. La experiencia se sujeta a la enseñanza bíblica, no al revés.
La imposibilidad de la posesión demoníaca en el creyente
El Nuevo Testamento muestra creyentes oprimidos (2 Corintios 12:7; Efesios 6:12), pero nunca poseídos. La armadura de Dios (Efesios 6:10-18) es para resistir, no para expulsar demonios del interior. Casos como el de Saúl (1 Samuel 16:14) o Judas (Juan 13:27) corresponden a individuos en estado de apostasía personal total, no de creyentes en estado de gracia. Esto nos obliga a concluir, bíblicamente, que el creyente regenerado, sellado por el Espíritu Santo y unido a Cristo, no puede ser poseído por demonios. Esta verdad no minimiza la realidad de la guerra espiritual, pero afirma la soberanía de Dios sobre su pueblo. La Escritura nos ofrece la plena certeza de que, unidos a Él, estamos seguros: “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
PPA Biblia & Teología responde | ¿Robots programados o seres libres? El dilema detrás de la doctrina de la elección incondicional
La Biblia muestra que las personas pueden endurecer sus corazones (Hebreos 3:12-15) o resistir la verdad (Romanos 1:18-20). La gracia de Dios es suficiente para todos, pero no todos responden a ella, no porque Dios lo haya decretado, sino porque la fe implica una decisión personal.
PPA Biblia & Teología responde | ¿Nos obliga Dios a salvarnos? (Juan 8:36)
Creer que la gracia es irresistible contradice frontalmente la Biblia, ya que la idea de una "elección forzada" por parte de Dios implica que la salvación o la libertad espiritual se impone al ser humano sin posibilidad de rechazo, como si el libre albedrío fuera anulado por una gracia que, lejos de ser gracia, se vuelve manipulación. Las Escrituras, sin embargo, presentan un panorama diferente: Dios ofrece libertad a través de su Hijo, pero esta libertad requiere una aceptación voluntaria. Si bien Juan 8:36 afirma que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36), es más que evidente que esta libertad no es automática ni impuesta; proviene de Dios, pero solo se realiza en aquellos que aceptan la intervención del Libertador, es decir, Jesucristo. La libertad divina no es un decreto unilateral que anula la voluntad humana, sino una propuesta que invita a una respuesta activa. Sin esta aceptación, el individuo permanece en su estado anterior de esclavitud al pecado, lo que contradice cualquier noción de una elección forzada.
PPA Biblia & Teología responde | 2 Pedro 1:19-21 y la revelación particular
La Biblia, la tradición pentecostal, la razón y la experiencia de millones de cristianos de todas las épocas alrededor del mundo, invalidan la afirmación cesacionista que niega que Dios continúa comunicándose con sus hijos a través del Espíritu Santo, especialmente en formas particulares que no alteran el canon bíblico. Como continuistas, nos negamos a confundir la suficiencia de las Escrituras con exclusividad, así como a ignorar la naturaleza relacional de Dios o los testimonios históricos y contemporáneos de revelaciones particulares. Por lo tanto, aunque las Escrituras son la autoridad suprema y suficiente para la fe y la práctica, concluimos que no hay base bíblica ni lógica para afirmar que Dios no puede o no desea dar más revelación en formas que no contradigan su Palabra escrita.
La continuidad de los dones en la historia y la teología wesleyana
Resulta una premisa ampliamente extendida, casi un axioma dentro de ciertos círculos teológicos contemporáneos, sostener que el movimiento pentecostal constituye el único, o al menos el primer, baluarte moderno en la defensa y práctica de la continuidad de los dones carismáticos del Espíritu Santo. No obstante, un examen más profundo de la historia eclesiástica y la teología pietista revela que esta afirmación, aunque comprensible en su contexto, requiere de una significativa matización.
La farándula cristiana y sus “salmistas” sin Biblia y sin teología
Dios nos insta a adorar "en espíritu y en verdad" (Juan 4:24), un mandato que trasciende el mero entusiasmo emocional para anclarse en la solidez de la Palabra revelada. No basta con melodías que exciten los sentidos o provoquen lágrimas temporales; las canciones deben ser faros de doctrina pura, capaces de instruir, corregir y edificar (2 Timoteo 3:16). Sin embargo, en el panorama actual, abundan composiciones que priorizan el "sentir" por encima del "saber", reduciendo la adoración a un ejercicio terapéutico narcisista. Ante esta avalancha de teología diluida y errores bíblicos camuflados en estribillos pegajosos, uno no puede evitar preguntarse: ¿qué pensaría el salmista que nos exhorta a "cantar con inteligencia" (Salmo 47:7)? Probablemente, se horrorizaría al ver cómo su llamado a una alabanza informada e inteligente ha sido suplantado por un analfabetismo que no solo empobrece la música, sino que pone en riesgo la fe de millones. Es hora de que los verdaderos adoradores reclamen la inteligencia bíblica, desechando el ego mercantil por la humildad de la verdad eterna.