En 1 Corintios 14:5, Pablo menciona que él prefiere que todos profeticen antes que hablen en lenguas, a menos que haya interpretación, “para que la iglesia reciba edificación”. Esta declaración subraya que, cuando el don de lenguas es acompañado por interpretación, cumple una función similar a la de la profecía, ya que proporciona un mensaje que todos pueden entender y que puede tener un impacto en la vida espiritual de la congregación.
Categoría: Hablar en Lenguas
La glosolalia y la adoración (y oración) jubilosa y emotiva en el culto público
A menudo, quienes se identifican como cesacionistas o, peor aún, continuistas moderados, con una tendencia a la obsesión por el orden perfecto y la liturgia, se sienten incómodos con la práctica de la glosolalia en el culto público. Este malestar suele estar basado en las instrucciones que Pablo nos da en 1 Corintios 14:27-28, donde se menciona que si no hay intérprete, la persona que habla en lenguas debe guardar silencio en la congregación. Sin embargo, es importante analizar este pasaje con más detenimiento y en su debido contexto para comprender realmente lo que el apóstol nos está diciendo.
El uso de las lenguas en la Iglesia: Un Equilibrio entre la manifestación espiritual y el orden según Pablo
A lo largo de los años, diversos críticos han utilizado las instrucciones de Pablo en 1 Corintios 14 para cuestionar la legitimidad del uso de las lenguas en las iglesias pentecostales, argumentando que si no hay un intérprete presente, estas manifestaciones deben ser prohibidas. Sin embargo, esta interpretación no refleja con precisión la enseñanza de Pablo, quien establece un marco más matizado respecto al uso de los dones espirituales.
Hablar en lenguas como evidencia inicial del Bautismo en el Espíritu Santo (un fenómeno normativo y paradigmático para todas las épocas)
Basándonos en la Biblia y la razón, los tres pasajes clave de Hechos indican que el hablar en lenguas al recibir el bautismo en el Espíritu Santo no fue un fenómeno aislado, sino una señal visible y repetida de esa experiencia espiritual (Hechos 2:4, 10:44-46, 19:6). El patrón en Hechos, junto con las afirmaciones de Jesús en los Evangelios y de Pablo en las Epístolas, sugieren que este fenómeno es normativo y paradigmático para todas las épocas, sirviendo como un testimonio tangible de la obra del Espíritu en la vida de los creyentes. El caso particular de Pablo y el fenómeno ocurrido en Samaria, lejos de ser una excepción o debilitar la postura pentecostal, refuerzan de manera indirecta la doctrina pentecostal de la evidencia inicial.
Evidencialismo en las declaraciones de fe pentecostales clásicas: ¿Por qué la creencia en las lenguas como evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo sigue siendo relevante en nuestra época?
Las declaraciones de fe de las iglesias pentecostales clásicas han sido, históricamente, evidencialistas en cuanto al hablar en lenguas como la evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo. Estas confesiones de fe establecen claramente que el hablar en lenguas es una señal visible y audible de la llenura del Espíritu. Sin embargo, en años recientes, hemos visto una tendencia en algunos pastores y líderes dentro de estas mismas denominaciones que han comenzado a desviarse de estas doctrinas fundamentales, debilitando así su mensaje y comprometiendo la integridad doctrinal que las distingue. Este desvío tiene serias consecuencias tanto teológicas como prácticas, ya que lleva a una erosión de las enseñanzas bíblicas y a la aceptación de manifestaciones espirituales sin fundamento bíblico claro.
Pentecostés, o la democratización de los dones del Espíritu
En Números 11:29, Moisés nos comparte un deseo profundo: "¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta, que el Señor pusiera su Espíritu sobre ellos!" En ese contexto, dos hombres, Eldad y Medad, habían recibido el Espíritu de Dios y profetizaban en el campamento, lo que preocupó a Josué. Sin embargo, Moisés, lejos de verlo como algo negativo, expresó su anhelo de que todos los israelitas pudieran experimentar la presencia y el poder del Espíritu de Dios. Para nosotros, ese ideal de Moisés refleja el anhelo de una comunidad carismática, donde todos podamos ser partícipes del Espíritu divino (Números 11:29). Este deseo de Moisés es la anticipación del sueño de Dios para su pueblo: una comunidad donde todos estén capacitados por el Espíritu, y no unos pocos privilegiados.
De Babel a Pentecostés: Una lectura pentecostal
La Torre de Babel y el evento de Pentecostés son considerados momentos clave en la narrativa bíblica, en los cuales Dios interviene directamente en la historia de la humanidad. Aunque en apariencia estos eventos parecen ser opuestos, están profundamente conectados en su propósito de cumplir los designios divinos de dispersar y unir a las personas. En el relato de Babel, Dios desciende para confundir las lenguas y dispersar a la humanidad (Génesis 11:1-9). Por otro lado, en Pentecostés, Él desciende a través del Espíritu Santo para unificar a los creyentes y esparcir su mensaje a todas las naciones (Hechos 2:1-12). Ambos eventos revelan el poder de Dios sobre la comunicación humana y su intención de que la humanidad llene la tierra y conozca su salvación.
Sus dones estarán con nosotros hasta que venga «lo perfecto»
Los cesacionistas creen que los dones espirituales milagrosos, como la profecía, las lenguas y la sanidad, eran temporales y dejaron de operar después de la era apostólica. Cuando leen 1 Corintios 13:10, donde dice "cuando venga lo perfecto, lo que es en parte se acabará", ellos interpretan "lo perfecto" como la finalización del canon bíblico. Es decir, piensan que una vez que se completó la Escritura, esos dones ya no fueron necesarios y, por lo tanto, cesaron. Según su punto de vista, la Biblia completa es "lo perfecto" que reemplazó a los dones que eran parciales. Pero ¿Es esto cierto?
Cesacionismo, el movimiento que combate contra el Espíritu
El error de los macedonianos (o al menos el más grave de todos) fue negar la divinidad del Espíritu Santo. Tal herejía les merecía ser llamados “enemigos del Espíritu”. Hoy en día, sus herederos modernos se hayan dentro de la supuesta ortodoxia cristiana. Y es que ciertos grupos que se dicen ortodoxos en cuanto a la doctrina trinitaria se levantan como los nuevos “enemigos del Espíritu” en un área diferente: No niegan su divinidad, pero sí la vigencia de los dones que Él otorga a los hombres, negando, no teóricamente sino en la práctica, el poder divino de Aquél a quien dicen honrar.
Bautizados «en Cristo» y bautizados «en el Espíritu Santo» ¿Son la misma cosa?
El ser “bautizados en Cristo” (regeneración) y el ser “bautizados en Espíritu Santo y fuego” (la experiencia pentecostal) no son la misma cosa. Ambas son reales pero distintas. Todos los salvos hemos sido bautizados en Cristo, pero no todos los salvos han sido bautizados con el Espíritu Santo. ¿Por qué no admitir, entonces, lo evidente? Porque hacerlo es darle la razón a los pentecostales y eso es algo que muchos no están dispuestos a hacer. Les es preferible elaborar todo tipo de explicaciones y malabares exegéticos antes que admitir lo que el texto bíblico dice clara y llanamente.