Muchas de nuestras congregaciones pentecostales enfrentan un problema verdaderamente preocupante: la falta de un sistema de discipulado efectivo. ¿Te has preguntado por qué muchos creyentes no maduran espiritualmente? ¿O por qué algunos llegan a ser líderes sin la preparación adecuada? La respuesta, en gran parte, está en la falta de una formación espiritual integral.
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El carácter del ministro en tiempos de crisis: Fundamentos teológicos y acción pastoral
En momentos de crisis —ya sea por pandemias, conflictos sociales, desastres naturales o incertidumbre espiritual—, la figura del ministro evangélico emerge como un pilar fundamental para la comunidad creyente. Nuestro liderazgo trasciende lo meramente religioso, convirtiéndonos en un referente de esperanza, guía y estabilidad en medio del caos. Y es que nuestro carácter y las acciones como ministros no solo definen nuestra autoridad espiritual, sino que también moldean la respuesta colectiva ante la adversidad, influyendo en cómo la comunidad enfrenta, interpreta y supera los desafíos.
Bienaventurados los pacificadores
Solo Jesús tiene el poder de poner fin a este conflicto constante y restaurar la paz. Como se menciona en Efesios 2:14, "Él es nuestra paz". Jesús se sumergió en el conflicto al aceptar ser golpeado por la vara de la justicia divina que nos perseguía (Ef. 2:13–17; Col. 1:20). En Cristo, Dios mismo reconcilió el mundo consigo mismo, estableciendo la paz y proclamando la amnistía; transformando al rebelde arrepentido en una criatura de paz (2 Co. 5:17–21). Por esta razón, todo creyente justificado experimenta paz con Dios (Ro. 5:1). La paz de Dios, que supera todo entendimiento, puede custodiar el corazón y la mente del creyente en Cristo Jesús (Fil. 4:7). Experimenta alegría y bienestar, descansando y durmiendo en paz (Sal. 4:8).
Bienaventurados los misericordiosos
La palabra traducida como misericordia es eleéo (ἐλεέω), y significa compasivo. Implica tanto alcanzar misericordia como recibir misericordia.[1] Como uno de los atributos comunicables de Dios, la misericordia expresa la bondad y amor de Dios por el culpable y miserable. Incluye la piedad, compasión, gentileza, paciencia. Es a la vez libre (no limitada por una resistencia exterior) y absoluta (cubre todas las áreas de la vida humana). La misericordia general se aprecia mejor en la creación y providencia: Él hace salir su sol sobre buenos y malos (Mateo 5:45). Pero hay una misericordia especial para aquellos que se declaran pobres de espíritu, que lloran por su pecado, que son mansos y tienen hambre y sed de justicia y salvación.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
Sí, “Bienaventurados los que tienen hambre y sed”. La pregunta es: ¿Tienes hambre y sed de esa justicia? ¿O estás contento con tus logros y satisfecho con tu condición? Tener hambre y sed de justicia siempre ha sido la experiencia de los verdaderos santos de Dios (Filipenses 3:8–14). ¿Eres uno de ellos?
Bienaventurados los mansos
De los mansos se afirma: “ellos recibirán el terreno por heredad”, y heredar la tierra es volverse herederos del mundo, herederos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17). Es ser “[bendecidos] con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3), gozar esa paz y descanso verdaderos que solo experimentaremos cuando el Reino de los cielos descienda a la tierra y lo llene todo. Los mansos quizá sufran un poco en este mundo pecaminoso pero, al fin de cuentas, van a heredar la “tierra nueva, [en la cual] mora la justicia” (2 Pedro 3:13). La pregunta es ¿somos nosotros mansos y humildes?
Bienaventurados los que lloran
¿Puedes entender ahora cuan bienaventurados son los que lloran en vez de endurecer sus corazones? Y tú ¿Lloras por tus pecados o te deleitas en ellos? ¿El pecar es tu delicia o tu mayor dolor? Si lloras, serás consolado: "Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis." (Lucas 6:21, LBLA).
Fieles al Señor y a la verdad bíblica en un mundo de verdades relativas
¡Ojalá nuestra generación actual tuviera la misma enteresa que tuvo Lutero para defender sus convicciones hasta las últimas consecuencias! Lamentablemente, vivimos en la época del relativismo, donde no hay valores absolutos, verdades absolutas, ni nada por lo que valga la pena dar la vida: tu verdad, mi verdad, por absurda que esta sea, es tan válida como cualquier otra y, por lo tanto, nada merece nuestro compromiso absoluto. ¿Por qué no claudicar’ ¿Por qué no llegar a acuerdos y transigir un poco? Todo es negociable, ¿o no? todo tiene un precio. ¡Hasta nuestra conciencia, parece tenerlo! Los principios, los valores, la fe, todo parece ser negociable. ¿Qué hubiera ocurrido si Lutero hubiese sacrificado sus principios y sometido su conciencia a cambio de aceptación y favores mundanos? ¿Dónde estaríamos hoy?
Pon la mira en las verdades del cielo
"Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios." (Colosenses 3:1-3, NTV)
¿Nacidos de las redes o nacidos del altar?
Tenemos una generación de "ministros" sin historia, pero sí muchos likes, han nacido bajo la influencia de YouTube, pero no fueron señalados por el Espíritu como Pablo y Bernabé, (Hechos 13). Ministros cuyo propósito de vida es la fama y están haciendo todo lo posible incluso lo malo para obtenerla; la misión es tener miles de seguidores en un canal de Youtube, pero no ser puente de salvación para miles que se pierden en todos los espacios sociales. Las redes sociales han dado púlpito a gente que no ha pasado ni por una clase de escuela dominical. Mientras está gente hace daño a la imagen del evangelio nosotros nos reímos de sus videos y los compartimos ingenuamente.