¿Debe la Iglesia permanecer silente ante las injusticias que afligen al mundo? La respuesta, desde una perspectiva bíblica y teológica, es un rotundo no. Los profetas del Antiguo Testamento, como Amós, quien clamó por la justicia que fluye como ríos (Amós 5:24), y Juan el Bautista, quien denunció el pecado sin temor (Mateo 3:7-10), nos muestran un modelo de compromiso activo con la transformación social. Jesucristo mismo, al proclamar libertad a los cautivos y alivio a los oprimidos (Lucas 4:18-19), nos insta no solo a anhelar la gloria venidera, sino a ser sal y luz en la tierra (Mateo 5:13-16). ¿Ha cumplido la iglesia evangélica su misión de ser sal y luz en un mundo marcado por la injusticia? No siempre. En ocasiones, ha sucumbido a la tentación de aliarse con los poderes seculares, comprometiéndose con estructuras que perpetúan la opresión, o ha optado por un silencio cómplice frente a las injusticias sociales. Sin embargo, a pesar de estas fallas, han surgido excepciones admirables: comunidades y líderes que, fieles al mandato profético y al ejemplo de Cristo (Lucas 4:18-19), han alzado su voz y actuado con valentía para promover la justicia y la transformación social. Un ejemplo paradigmático de este compromiso con el bienestar integral del prójimo y la glorificación de Dios mediante el servicio y la evangelización lo encarna la Iglesia Wesleyana.
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El lado oscuro del complementarismo neopuritano y la supuesta «masculinidad bíblica»
En un mundo donde la ideología de género amenaza con deconstruir la masculinidad y la feminidad, reinventándolas a su imagen y semejanza, la subcultura evangélica se ha lanzado en una carrera demente por decirnos qué significa ser hombre o mujer. El problema no es que lo hagan apelando a la Biblia (la Biblia tiene mucho que decirnos sobre lo que significa ser un hombre o una mujer de verdad). El problema es que lo hacen a partir de una visión distorsionada de la masculinidad y amparado en una interpretación puritana (y errada) de los roles de género.
El «otro mensaje oculto» de la Navidad
El mensaje de la Navidad es más grande de lo que crees. Su esencia es la Encarnación del Dios-Hombre para salvarnos de nuestros pecados (Mateo 1:21); y dicha salvación implica la ruptura de las viejas maldiciones de la Caída: el pecado, la muerte, la enfermedad y la miseria de la vida y sí, la discriminación de la mujer: «Y desearás controlar a tu marido, pero él gobernará sobre ti» (Génesis 3:16, NTV).
Igualitarismo, mucho más que Gálatas 3:28 – El ministerio de la mujer a través de los ojos de los primeros cristianos y el contexto cultural del medio oriente
En virtud de nuestra unión con Cristo, somos partícipes de los beneficios de Cristo, sin distinción, ni superioridad, ni ventaja sobre otro. Si una persona cree en Cristo, sin importar su sexo, clase social, raza o edad, está —unida a todos los demás santos— en Cristo Jesús, y por lo tanto, tiene derecho a todos los beneficios que esa unión confiere. Ese es el claro mensaje de Gálatas 3:28.
¿Cristianas y feministas? | Una perspectiva pentecostal
Lo pentecostales entendemos, a la luz de la Biblia, que la intención de Dios no sólo es la salvación eterna del individuo, sino también llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social en esta tierra. Esto también es cierto en relación con la marginación de las mujeres en la iglesia y la sociedad. Como con otros muchos temas sociales, el cristianismo bíblico establece un fundamento que inevitablemente conduce a ideas tales como el valor, la igualdad y la libertad de las mujeres. La ética arraigada en una cosmovisión cristiana ha resultado en niveles de igualdad femenina y la oportunidad que las culturas no cristianas nunca han ofrecido ni tampoco han considerado. El cristianismo puede lograr esto sin caer en los errores de ciertos “feminismos”.
Nuestras esposas | La Ezer Negued en nuestra vida y ministerio
Al ver Dios a Adán solo, varón sin hembra, su juicio es claro: eso no es bueno. Es la primera y única cosa que Dios destaca como necesitada de perfección en una creación en todo lo demás perfecta y buena: "Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él." (Génesis 2:18). ¡Y así surgió la mujer! "Ayuda idónea" (en hebreo: ézer négued) le llamamos. Pero "ayuda idónea" no traduce adecuadamente el término original hebreo ‘ezer négued'.
Abuso, misoginia y exclusión, el lado oscuro del complementarianismo neocalvinista
La existencia de la intolerancia contra las mujeres en nuestro mundo, y con demasiada frecuencia en la iglesia, no puede negarse. Pero no hay lugar para semejante actitud en el cuerpo de Cristo. Aunque las actitudes de la sociedad secular, basadas en prácticas y tradiciones de largo tiempo, han influido en la aplicación de principios bíblicos a circunstancias locales, los pentecostales creemos que es nuestro deber ayudar a redimir a las culturas que están en desacuerdo con los principios del Reino. Y redimir la cultura, en este caso, implica decir la verdad contra el lado oscuro del complementarianismo y sus oponentes.
Marie Dentière, la igualitaria, primer teóloga de la Reforma
La historia de la Reforma está dominada por personajes como Martín Lutero (1483-1546), Juan Calvino (1509-1564), Philipp Melanchthon (1497-1560), Ulrico Zwinglio (1484-1531), Guillaume Farel (1489-1565) y John Knox (1514-1572), entre otros. Estos, “los hombres de la Reforma” suelen llevarse el crédito por impulsar el movimiento político, religioso y social conocido como la Reforma Protestante. La labor de las mujeres, por otro lado, ha sido ignorada e incluso denigrada por los “Padres del Protestantismo”.
Sobre Gálatas 3:28 y su verdadero mensaje
Gálatas 3:28 es lo que los teólogos igualitarios llaman la “Carta Magna de la Nueva Humanidad en Cristo”, ya que implica un igualitarismo completo entre grupos étnicos, clases sociales y entre los hombres y las mujeres. Se considera un versículo claro en el que Pablo escribe sin tener en mente ningún contexto limitante. El hecho de que Pablo nos habla de nuestra unidad espiritual en Cristo necesariamente implica igualdad social y eclesiástica. En otras palabras, Pablo no parece estar aboliendo estructuras sociales y eclesiásticas, pero sí que las hace irrelevantes (lo cual, aun así, llevaría a su abolición en última instancia). En la teología igualitaria, y particularmente en el dilema de la igualdad de la mujer y su rol dentro de la iglesia, las frases “todos sois uno en Cristo Jesús” y “no hay hombre ni mujer” implican tanto una intercambiabilidad funcional como unos patrones de autoridad estrictamente igualitarios y anti-jerárquicos.
«Que la mujer guarde silencio» | Un análisis exhaustivo de 1 Corintios 14:34-35
Aunque las diferencias en el cristianismo acerca del rol las mujeres en el ministerio permanecen hasta el día de hoy, la evidencia histórica muestra que tanto los hombres como las mujeres se desarrollaban y participaban en todas las áreas de ministerio en la iglesia cristiana primitiva. La Escritura, los escritos externos de los líderes de la iglesia, los registros históricos y arqueológicos, los instrumentos testimoniales de la iglesia indican que las mujeres sirvieron como ministros, pastoras, diaconisas, líderes de la iglesia, apóstoles e incluso obispos.