La doctrina del pecado original, desarrollada por Agustín de Hipona (354-430 d.C.), constituye un pilar esencial de la teología cristiana occidental, con un impacto profundo en las tradiciones católica y protestante. Formulada en el contexto de las controversias pelagianas del siglo V, esta enseñanza aborda cuestiones fundamentales sobre la condición humana, su inclinación al pecado y su dependencia absoluta de la gracia divina para la redención. Para Agustín, el pecado de Adán y Eva en el Edén no fue un evento aislado, sino un acto cósmico que transformó la naturaleza humana, transmitiendo una corrupción inherente a todas las generaciones. Esta doctrina no solo explica la fragilidad moral de la humanidad, sino que también destaca la necesidad de la intervención divina para restaurar la comunión perdida con Dios.
Categoría: Expiación Vicaria
La Expiación Ilimitada en el arminianismo: Un Dios de amor para todos
La doctrina de la expiación ilimitada, central en el pensamiento arminiano, sostiene que la muerte de Cristo en la cruz fue suficiente y eficaz para todos los seres humanos, no solo para un grupo selecto. Esta postura subraya el amor de Dios y su deseo de salvación para toda la humanidad. La Remonstrancia de 1610, un documento clave para la tradición arminiana, sostiene firmemente la doctrina de la expiación ilimitada, en clara oposición a la enseñanza calvinista de la expiación limitada. El segundo artículo de la Remonstrancia establece que Cristo murió por todos los seres humanos, lo que implica que la oferta de salvación es universal, aunque condicionada a la fe. Esta enseñanza refleja la creencia de que el sacrificio de Cristo fue hecho por toda la humanidad, pero solo aquellos que creen y perseveran en la fe recibirán los beneficios de esa redención.
Bienaventurados los limpios de corazón
¿Un corazón limpio? ¿Qué significa tal cosa? El salmista escribió: “¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en Su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro, el que no ha alzado su alma a la falsedad ni jurado con engaño. Ese recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de su salvación.” (Salmo 24:3-5, NBLA).
La salvación no se pierde ¡Es imposible perderla!
“¿La salvación se pierde o no? En un sentido sí y en otro sentido no. El problema de la pregunta es que se habla como si la salvación se tuviera, se poseyera, como si fuera propia o como si se tuviera algún derecho sobre ella. La salvación no se gana, no se obtiene, no se posee. No es de uno, es de otro [“La salvación es del Señor.” – Salmo 3:8, LBLA]. Uno es solo un invitado, participa de ella y la goza. Simplemente sé parte de la fiesta.”
Simul Iustus Et Peccator | Al mismo tiempo justo y pecador (I)
La declaración de 𝙎𝙞𝙢𝙪𝙡 𝙄𝙪𝙨𝙩𝙪𝙨 𝙚𝙩 𝙋𝙚𝙘𝙘𝙖𝙩𝙤𝙧 toma una postura muy seria sobre el pecado. No rehuye la realidad bíblica de que el pecado ha corrompido totalmente a la humanidad y al mundo (1 Juan 1:9; Romanos 3:23; Romanos 8:22). Es una confesión de que la criatura humana no puede por su propio poder vencer el pecado o que dejará, en esta vida, de ser pecadora. El daño causado por el pecado al alma humana es tan indescriptible que no puede ser reconocido por nuestra razón, sino solo por la Palabra de Dios. El daño es tal que sólo Dios, a través de su bendita gracia y el poder de su Santo Espíritu, puede separar la naturaleza humana y la corrupción entre sí.
Sustitución Penal y Christus Victor
Desde el punto de vista de Christus Victor, Jesús murió como nuestro sustituto y cargó con nuestro pecado y nuestra culpa al experimentar voluntariamente toda la fuerza del reino rebelde que todos hemos permitido que reine sobre la tierra. Para salvarnos, experimentó todas las consecuencias del pecado que de otro modo habríamos experimentado. Al hacerlo, abrió las puertas del infierno, destruyó el poder del pecado, borró la ley que se oponía a nosotros y, por lo tanto, nos liberó para recibir el Espíritu Santo y caminar en una relación correcta con Dios.
Por qué la Biblia nos obliga a rechazar la expiación limitada
La doctrina de la expiación limitada, enseña que Cristo efectivamente redime de cada pueblo “solo a aquellos que fueron elegidos desde la eternidad para salvación”. En el calvinismo, la muerte de Cristo fue para todos en lo que respecta a la suficiencia de la satisfacción que Él logró, pero no en lo que respecta a su aplicación. En otras palabras, la muerte de Cristo fue suficiente para expiar los pecados del mundo entero, pero la voluntad de Dios fue redimir efectivamente a aquellos y solo a aquellos que fueron elegidos desde la eternidad, y dados a Cristo por el Padre. A menudo el término “redención particular” se usa como sinónimo de “expiación limitada”, porque busca dejar claro que Jesús no murió en lugar de cada pecador en la tierra, sino por su propio pueblo y por nadie más, limitando así el alcance del amor y la misericordia divinas. La pregunta es: ¿Apoya la Biblia la doctrina de la Expiación limitada o redención particular?
¿Es la Expiación General lo mismo que el Universalismo?
El Arminianismo afirma que Cristo llevó el pecado del mundo y Su expiación fue destinada, extendida y ofrecida a todos los hombres. Sin embargo, esto no significa que todos serán salvos. La expiación universal hecha por Cristo debe aplicarse al individuo; y esa aplicación está condicionada a la fe: Él salva a todos los que invocan su nombre con fe (Romanos 10:13). Cristo fue presentado como una propiciación, un sacrificio expiatorio, para todo el mundo (1 Juan 2:2) y, sin embargo, ese sacrificio expiatorio es efectivo por medio de la fe para la salvación (Romanos 3: 23-25).
Expiación Limitada, la gran mentira | ¿Qué dicen los escritos de Juan?
La doctrina cristiana de la expiación de Jesucristo es sin duda una cuestión primordial en el plan de salvación. La doctrina cristiana de la expiación afirma que Cristo es la satisfacción y reparación del pecado de la humanidad ante Dios. Cristo hace posible la reconciliación entre el hombre y Dios gracias a su muerte sustitutiva, a través de la cual cargó con nuestros pecados y el castigo debido por los mismos (1 Pedro 2:24; Hebreos 9:28). Algunos cristianos sugieren erróneamente que Cristo simplemente llevó el castigo del hombre y no sus pecados reales. Sin embargo, tal afirmación resulta bíblicamente insostenible. La Biblia afirma claramente que Cristo cargó con los pecados de las personas (Isaías 53: 6, 11, 12), y él cargó con su sufrimiento y castigo; lo cual es visto poderosamente en Isaías 53, donde él experimenta sufrimiento por las transgresiones de su pueblo y Dios carga en él el pecado de todos nosotros. Jesús llevó tanto el castigo como los pecados de todos cuando se convirtió en pecado por causa nuestra (2 Corintios 5:21).
Expiación vicaria, muerte que trae vida
La muerte de Cristo fue un sacrificio vicario. La palabra "vicario" significa “sustituto”. Por lo tanto, Cristo fue nuestro sustituto en el sentido de que él tomó nuestro lugar y sufrió nuestro castigo. Su muerte sustitutiva también fue un acto legal por el cual Cristo cumplió la ley y, legalmente, pagó la pena del pecado.