La misión de la Iglesia no es un proyecto humano que Dios bendice de vez en cuando. Es una obra divina que Dios realiza a través de vasos de barro llenos de su Espíritu. Sin Él, nuestra adoración es ritualismo vacío, nuestra predicación es ruido, nuestro discipulado es legalismo y nuestro servicio es activismo sin vida. Pero cuando nos rendimos al Espíritu Santo –cuando clamamos, esperamos, obedecemos– entonces la Iglesia se convierte en lo que Jesús soñó: una comunidad que adora con fuego, proclama con autoridad, forma con sabiduría y sirve con compasión.
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PPA Biblia & Teología responde | El bautismo con fuego de Mateo 3:11
Ningún Padre interpreta Mateo 3:11 como dos bautismos separados (uno de Espíritu para los salvos y otro de fuego-juicio para los impíos). Esa lectura aparece mucho después, en la controversia calvinista-arminiana del siglo XVII, y luego en el siglo XX debido a los intentos cesacionistas por negar la obra del Espíritu Santo. Por tanto, afirmar que el “bautismo con fuego” de Mateo 3:11 es solo juicio para los impíos no solo contradice la exégesis más cuidadosa y el testimonio patrístico, sino que, sobre todo, contradice la experiencia neotestamentaria de Pentecostés, donde el fuego del Espíritu descendió precisamente sobre los arrepentidos, no sobre los réprobos. ¡Que el Señor nos bautice de nuevo con Espíritu Santo y fuego! (Hechos 2:3-4; Mateo 3:11).
El poder olvidado: Por qué los dones del Espíritu importan más que nunca
Vivimos en una era marcada por el escepticismo y el racionalismo. Con el avance de la ciencia y la tecnología, la fe ha sido desplazada en muchas sociedades, creando una mentalidad donde solo lo que puede probarse mediante métodos empíricos es aceptado como verdad. Sin embargo, la iglesia primitiva enfrentó un desafío similar. Cuando los apóstoles predicaban el evangelio, lo hacían acompañados de señales y prodigios que confirmaban el mensaje (Hechos 2:43; 4:30). Estos actos sobrenaturales no eran meramente demostraciones de poder, sino una validación divina de la verdad de su proclamación, mostrando que Dios estaba obrando en medio de su pueblo.
Pneumatología Pentecostal: Una pneumatología completa en un mundo de evangelios incompletos
La fortaleza del pentecostalismo radica, sin lugar a dudas, en su pneumatología vibrante y poderosa, una pneumatología que no se esconde, que no pide disculpas, y que hoy, en un mundo ávido de lo divino, sigue siendo un faro de esperanza y renovación. Es la pneumatología que muchos en otras tradiciones cristianas observan con escepticismo o incluso con vergüenza, pero que nosotros abrazamos con orgullo, porque sabemos que es la misma que movió a los primeros apóstoles y a la iglesia primitiva a transformar el mundo. Es la pneumatología que recuerda las palabras de Joel 2:28: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne”, y que Pedro proclamó en Pentecostés, asegurando que no era un evento único, sino el inicio de un mover que abarcaría toda la era de la iglesia (Hechos 2:17-21).
El don de palabra de ciencia: Discernimiento divino para una iglesia en movimiento
Cuando escuchamos la palabra "pentecostal", es normal que lo primero que venga a la mente sea el don de lenguas. Es algo que ha marcado nuestra identidad y experiencia como movimiento. Sin embargo, aunque hablar en lenguas ha sido una de las expresiones más visibles de nuestra espiritualidad, no es el único don que valoramos ni el único que el Espíritu Santo nos otorga. Los pentecostales también destacamos otros dones que son igual de importantes para la vida de la iglesia y para el ministerio, y uno de ellos es el don de palabra de ciencia. A través de la palabra de ciencia, el Espíritu nos revela conocimientos que no podríamos obtener por nuestros propios medios. Esto nos ayuda a tomar decisiones, a ministrar a otros y a entender situaciones de una manera que trasciende lo que es visible a simple vista.
Carácter prescriptivo del libro de los Hechos en la tradición pentecostal
En nuestra tradición pentecostal, el libro de los Hechos ocupa un lugar privilegiado. Dicho texto es fundamental para la fe y la práctica de nuestras iglesias, ya que lo consideramos una fuente prescriptiva, normativa y doctrinal. Para nosotros como pentecostales, el libro de Hechos no solo describe los comienzos de la iglesia primitiva, sino que también nos ofrece un modelo aplicable para vivir y actuar como seguidores de Cristo hoy en día, superando el carácter narrativo histórico al cual generalmente se le limita.
La obra del Espíritu Santo en Hechos 1-8
Este escrito presenta acontecimientos relevantes donde el Espíritu Santo actúa a favor de la iglesia. El enfoque se encuentra en los capítulos 1–8 del libro de Hechos. ¿Cómo estos sucesos pueden marcar la vida presente de la iglesia? ¿Son estos eventos de Hechos un modelo a seguir para la iglesia de hoy? Estos sucesos que serán descritos, aunque mantienen un lente narrativo, tienen el fin de guiar a la iglesia la praxis y al ministerio.
El valor teológico de los escritos lucanos (Parte II): Lucas, historiador y teólogo del Espíritu
Si se lee y escucha sólo a Lucas, parece bastante claro que el derramamiento del Espíritu que él tiene en mente no se relaciona con la salvación [iniciación/incorporación], tal como en Pablo, sino con el servicio y el testimonio. Por lo tanto, Lucas no vincula la venida del Espíritu con el suceso de la salvación. Aun los no carismáticos por muy sensibles y abiertos que están a la renovación, parecen incapaces de conceder que los pentecostales puedan entender Hechos mejor que ellos mismos
Pentecostalismo y teología lucana
Lucas fue mucho más que un médico o un buen historiador. Lucas fue un gran teólogo. Nadie puede, ni debe, minimizar el valor de la teología (y particularmente de la pneumatología) lucana.