Por Fernando E. Alvarado
Últimamente, ha habido un pasaje de las Escrituras que ha estado haciendo eco en mi mente. No se me ocurre ninguna razón para esto, excepto decir que quizás Dios quiere que me concentre en ello. El pasaje de la escritura es Filipenses 1:1-6 que dice:
“Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús: A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo a los obispos y diáconos: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros, por vuestra participación en el evangelio desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.” (Filipenses 1:1-6; La Biblia de las Américas)
Me siento atraído por el verso final y, al pensar en ello, me siento alentado. Necesitamos la confianza de saber que el Señor está trabajando en nosotros, que no nos ha dejado solos y que está muy preocupado por nosotros. Todos hemos pasado por el desierto en algún momento de nuestras vidas. Todos hemos experimentado esa amarga sensación de estancamiento. A veces experimentamos ocasionalmente esa estación árida y seca, donde parece que hemos chocado con un muro de piedra en nuestro desarrollo espiritual, un muro que no nos deja pasar al siguiente nivel. Por supuesto, esto podría ser cierto para muchos debido al pecado o la rebelión de algún tipo. Pero, para aquellos que simplemente buscamos a Dios y deseamos experimentarlo cada vez más y aun así pareciera que estamos estancados, este versículo es fuente de esperanza y nos concede tres verdades espirituales sumamente valiosas.
Primero – EL TRABAJO DE DIOS EN TU VIDA INICIÓ CON TU NUEVO NACIMIENTO.
El trabajo que Dios comenzó en ti cuando fuiste regenerado. Cuando confiaste en Cristo y naciste de nuevo, fuiste cambiado. Este es el comienzo de la obra de Dios en nuestros corazones. Dios nos salva como somos, pero no nos deja como somos. Él nos cambia. Inicialmente, cuando somos salvos, somos justificados; es decir, somos declarados justos a los ojos de Dios. Pero eso no es todo. Cristo nos declaró santos. Nos limpió con su sangre. Experimentamos la gloriosa experiencia de la santificación inicial. Esa es la parte fácil, porque todo lo hace el Señor.
Segundo – MEDIANTE UN PROCESO DE SANTIFICACIÓN CONTINUA, DIOS MOLDEA NUESTRAS VIDAS HASTA FORMAR EN NOSOTROS LA IMAGEN DE SU HIJO JESÚS.
La parte difícil de nuestro caminar con Cristo es la parte cambiante. Se llama santificación progresiva o continua, y es el proceso al cual Dios nos somete para conformarnos cada vez más a la imagen de Su Hijo Jesús. Es en esta parte donde Dios nos motiva a hacer el bien, y nos ayuda a practicarlo bajo el auxilio de su gracia. Pero es también la parte donde nosotros mismos debemos ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12-13). Es esta segunda etapa la que está oculta en la frase de Filipenses 1:6 donde dice: «la perfeccionará”. En otras palabras, el Señor está perfeccionándonos cada día, desde el momento de nuestra conversión inicial. Este perfeccionamiento continuará hasta “el día de Cristo Jesús». Es decir, hasta que Cristo vuelva. ¿La meta? Formar a Cristo en nosotros.
Tercero – LA PERFECCIÓN COMPLETA LLEGARÁ, PERO ES EL PASO FINAL DE NUESTRO PROCESO. MIENTRAS TANTO, PODEMOS ESTAR SEGUROS QUE DIOS NO SE RENDIRÁ CON NOSOTROS HASTA LOGRARLO.
El trabajo de perfeccionarnos continuará en todos los cristianos en todos los lugares y en todos los tiempos, hasta el regreso de Jesús. Una vez que Él haya sido revelado, todos estaremos con Él (1 Tesalonicenses 4: 16-5:2) y entonces seremos perfeccionados. La manifestación completa de nuestra salvación en la resurrección, o cambio de nuestros cuerpos al estado incorruptible, habrá sido efectuada ¡Finalmente habremos alcanzado la perfección! El pecado, la enfermedad, la vejez, la muerte y todas las discapacidades y limitaciones del estado mortal habrán quedado atrás ¡Serán apenas un vago recuerdo! Toda inclinación al pecado será borrada (1 Corintios 15:49). Espíritu, alma y cuerpo serán redimidos y transformados a la gloriosa perfección de la imagen de Cristo:
«Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2).
¡ESTAS SON BUENAS NOTICIAS!
Sí. ¡El Evangelio está lleno de buenas noticias para el alma del creyente! Filipenses 1:6 resulta esperanzador porque lleva consigo la obra pasada, presente y futura de Dios en nosotros y para nosotros por lo que Jesús ha hecho en la cruz. Jamás debemos olvidar que es por Jesús, y solo por Jesús que Dios efectúa esta gran obra en nosotros. Mi amado hermano: Si tienes problemas de algún tipo, dudas de tu salvación, o no estás seguro de tu crecimiento, tan solo deja que el Señor le hable a tu corazón pasando tiempo con Él en oración y leyendo Su palabra. Él usa estas cosas para «perfeccionar» el trabajo que ha comenzado en ti. Recuerda que el Señor nunca te dejará ni te abandonará. Él no puede ser infiel y su amor por ti no puede fallar. ¡No estás estancado! ¡Dios no te ha abandonado en este proceso! ¡Él te está perfeccionando!