Quienes en nombre de un biblicismo muerto, frío y meramente teórico se cierran a tales manifestaciones no son sin culpa. Nadie debería decir que ama el libro mientras repudia al Autor, nadie debería decir que ama el Sagrado Libro mientras repudia el mover de Aquel que lo inspiró. Pedir esto no tiene nada de malo ni es extraño a las Escrituras. Al igual que Habacuc, nosotros también clamamos: “Oh Señor, he oído lo que se dice de ti y temí. Aviva, oh Señor, tu obra en medio de los años, en medio de los años dala a conocer; en la ira, acuérdate de tener compasión.” (Habacuc 3:2, LBLA)