Para muchos debatir se ha vuelto el nuevo deporte evangélico. Autoproclamarse “apologista cristiano” está de moda, aunque no sepas ni jota de Biblia, historia eclesiástica, credos y confesiones históricas. Ese deseo insaciable de demostrar que se tiene la razón, de lucirse en redes, de parecer inteligente y así satisfacer un frágil ego no tiene fin. Como si Cristo hubiese dicho: “Id por todo el mundo y ganad debates, humillando a tu adversario y haciendo enemigos por todas las naciones. El que ganare el debate y derribare los argumentos de su adversario será salvo”.