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La farándula cristiana y sus “salmistas” sin Biblia y sin teología

Dios nos insta a adorar "en espíritu y en verdad" (Juan 4:24), un mandato que trasciende el mero entusiasmo emocional para anclarse en la solidez de la Palabra revelada. No basta con melodías que exciten los sentidos o provoquen lágrimas temporales; las canciones deben ser faros de doctrina pura, capaces de instruir, corregir y edificar (2 Timoteo 3:16). Sin embargo, en el panorama actual, abundan composiciones que priorizan el "sentir" por encima del "saber", reduciendo la adoración a un ejercicio terapéutico narcisista. Ante esta avalancha de teología diluida y errores bíblicos camuflados en estribillos pegajosos, uno no puede evitar preguntarse: ¿qué pensaría el salmista que nos exhorta a "cantar con inteligencia" (Salmo 47:7)? Probablemente, se horrorizaría al ver cómo su llamado a una alabanza informada e inteligente ha sido suplantado por un analfabetismo que no solo empobrece la música, sino que pone en riesgo la fe de millones. Es hora de que los verdaderos adoradores reclamen la inteligencia bíblica, desechando el ego mercantil por la humildad de la verdad eterna.

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Himnos Celestiales: La experiencia de cantar en lenguas entre los primeros pentecostales.

La expresión "cánticos espirituales" y “cánticos inspirados” implica cantos que son (valga la redundancia) inspirados por el Espíritu Santo, más allá de la simple composición humana. En el contexto del Nuevo Testamento y en experiencias del movimiento pentecostal, esto incluye el canto en lenguas (como se menciona en 1 Corintios 14:15), donde el creyente entona himnos y alabanzas no con entendimiento humano, sino guiado directamente por el Espíritu. Este tipo de canto no solo edifica al individuo, sino que también puede ser un testimonio poderoso de la presencia de Dios en la comunidad.

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Adoración verdadera: libre, trinitaria y carismática

La adoración es la ocupación más alta de la Iglesia y cumple el propósito final por el cual el pueblo de Dios es redimido. Las Escrituras nos enseñan que la adoración genuina glorifica a Dios y da testimonio al mundo. El Señor declara: 'Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará' (Isaías 43.21). El Nuevo Testamento expresa un sentimiento similar: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios; para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2,9).

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Tendencias peligrosas en la iglesia evangélica de hoy

A medida que nuestra sociedad cae más profundamente en el abismo del pecado, uno pensaría que los cristianos (ministros y laicos en general) se levantarían y seguirían la súplica de Pablo: "Manténganse despiertos y firmes en la fe. Tengan mucho valor y firmeza." (1 Corintios 16:13, DHH). Pero, lamentablemente, parece que muchos están huyendo de la batalla y no hacia ella.

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La música en la iglesia

No se trata de catalogar los géneros musicales como “música de Dios y música del mundo”, afirmando que la música cristiana se limita a ritmos suaves como baladas, pop, góspel o ritmos similares. Eso simplemente no es cierto. Como tampoco es cierto que otros ritmos como el trapp, el reggae, el hip hop, el reggaetón o cualquier otro tipo de música urbana (o de otra índole) sean música “mundana” y, por lo tanto, prohibida para los cristianos.

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Danza profética, misticismo y herejía oculta

La mal llamada “danza profética” suele definirse en el neopentecostalismo como un tipo de “danza de carácter espiritual e inspiración divina”. Sin embargo, este tipo de manifestaciones no es exclusiva del cristianismo, sino que ha estado presente en diversas culturas, religiones y etnias con el fin de entrar en comunicación con una entidad superior (ya sea algún dios o espíritu) con el fin de recibir respuesta favorable (lluvia y buena cosecha, por ejemplo), pidiendo intervención de lo sobrenatural en la vida humana. A pesar de sus orígenes fuera de la tradición judeocristiana, la Danza Profética es considerada por sus practicantes como un don especial de inspiración divina, la cual sólo es posible con verdadera adoración e intimidad con Dios, el Ser Supremo. Se considera que no muchos poseen este “don” y que, para poder ejercerla, el alma del danzante debe ser regenerada a fin de que su danza pueda traer profecía, curación, liberación y restauración sobre la congregación. Así pues, la Danza Profética sólo podrá ser ministrada por profetas verdaderos (personas que anuncian los designios divinos) que tengan esta conciencia y don. En el complejo y herético mundo del neopentecostalismo, la danza profética es considerada parte de las llamadas “danzas ministeriales”, por lo que se considera que el autor es el Espíritu Santo.

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Crisis en la adoración y liturgia pentecostal

Adorar a Dios implica hacer las cosas a su manera, no a la nuestra, pues de lo contrario quizá estemos introduciendo fuego extraño en la adoración a nuestro Dios (Levítico 10:1-11). Nuestra liturgia debe amoldarse a la palabra de Dios, no a las modas del mundo: “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” (Jeremías 15:19). Haríamos bien en seguir el consejo de Pablo: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2, NVI).