En su intento por desacreditar al pentecostalismo y frenar su vertiginoso crecimiento en el mundo, muchos que se hacen llamar “cristianos” no escatiman esfuerzos ni argumentos por evitar que este avance. Hoy día, pareciera estar de moda equipara la experiencia pentecostal con el esoterismo hindú. Muchas líderes y teólogos cesacionistas han llegado a equiparar el ser bautizado con el Espíritu Santo con la práctica y creencia hindú de la kundalini.
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Crisis en la adoración y liturgia pentecostal
Adorar a Dios implica hacer las cosas a su manera, no a la nuestra, pues de lo contrario quizá estemos introduciendo fuego extraño en la adoración a nuestro Dios (Levítico 10:1-11). Nuestra liturgia debe amoldarse a la palabra de Dios, no a las modas del mundo: “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos.” (Jeremías 15:19). Haríamos bien en seguir el consejo de Pablo: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2, NVI).
¿Fuego extraño o fuego santo?
En su polémico libro “Fuego Extraño”, John MacArthur califica al Movimiento Pentecostal y Carismático como una herejía peligrosa que debe ser combatida por los demás cristianos. Como pentecostales es necesario responder bíblicamente a tan graves acusaciones.
Pentecostales ¡Ya basta de jugar con lo sagrado!
La tarea de limpiar el pentecostalismo de toda herejía, excesos y desviaciones no será fácil. Debido a que los pentecostales carecemos de alguna estructura de autoridad dominante, es difícil para cualquiera controlar lo que sucede entre algunos grupos pentecostales. Pero tampoco podemos callarnos. Ayudemos a nuestros hermanos no pentecostales a descubrir que generalizar sobre nosotros es un grave error. No todos los pentecostales creemos en la confesión positiva, ni todos creemos en el evangelio de la prosperidad, tampoco todos apoyamos la Nueva Reforma Apostólica, ni promovemos una adoración escandalosa pero vacía teológicamente. No todos somos anti-intelectuales, emocionalistas o desordenados. Es tiempo de abrir nuestros ojos y reflexionar en lo que está pasando dentro de nuestras iglesias.