Muchos cristianos creen erróneamente que el Espíritu Santo mejora la vida cristiana. Tal razonamiento, aunque no es del todo erróneo, falla en considerar una verdad aún mayor: El Espíritu Santo no solo “mejora” la vida cristiana ¡El Espíritu Santo hace posible la vida cristiana! Sin el Espíritu, ni siquiera podemos acercarnos a vivir la vida a la que Dios nos ha llamado.
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9 preguntas sobre el hablar en lenguas y el bautismo en el Espíritu Santo
Una de los distintivos del pentecostalismo clásico es la creencia de que la experiencia de hablar en nuevas lenguas es la señal o evidencia inicial física que siempre acompaña el bautismo en el Espíritu Santo. Para nosotros, los pentecostales clásicos, esto no significa que la persona que jamás haya hablado en lenguas no ha recibido el Espíritu Santo y que, por ende, no tiene la salvación, debido a que para nosotros la fe misma es una obra del Espíritu (1 Corintios 12:3) y la fe en Jesucristo es lo que salva. El bautismo en el Espíritu mencionado en el libro de los Hechos tiene el propósito de dar poder al creyente para servir (Hechos 1:8). De manera que, aunque no es un requisito para la salvación, cada creyente en Jesucristo debe buscarlo ansiosa y ardientemente, esperándolo con fe hasta que reciba la prometida bendición de Dios. El bautismo en el Espíritu Santo es una segunda bendición, una segunda obra de la gracia posterior a la salvación.
La llenura santificante del Espíritu Santo
El bautismo en el Espíritu Santo es una inmersión en Aquel que es el Espíritu Santo—la más frecuente designación para Él en el Nuevo Testamento—por lo tanto experiencia debe de alguna manera relacionarse con la santidad personal. La persona bautizada en el Espíritu debe entender que además de los dones espirituales, la experiencia Pentecostal debe producir fruto espiritual.
Solus Spiritus, la Sexta Sola olvidada
La expresión latina 'Solus Spiritus' significa 'Solo el Espíritu' y constituye la 'sola' olvidada de la Reforma Protestante. Los pentecostales, al igual que el resto de las iglesias nacidas de la Reforma o derivadas de ésta, reconocemos que las enseñanzas del protestantismo pueden resumirse en las famosas cinco solas: Sola scriptura, Sola fide, Sola gratia, Solus Christus y Soli Deo Gloria. Aunque los pentecostales estamos orgullosos de ser protestantes y nos gozamos en nuestro legado evangélico; no obstante, como herederos de un legado espiritual igualmente valioso, estamos cada vez más convencidos de que sería teológicamente correcto y necesario añadir una nueva sola a la lista: Solus Spiritus. ¿Por qué pensamos de esta manera? ¿Por qué añadir una más a la lista de las 5 Solas? Los pentecostales, en plena concordancia con la biblia, entendemos y proclamamos que el conocimiento de Dios por parte del creyente no puede nunca ser completo si no conoce a la tercera persona de la Deidad. En opinión de muchos teólogos, el ministerio activo del Espíritu Santo marca la edad de la Iglesia como la “Edad del Espíritu”, en contraste con la era de los Evangelios que es descripta como la “Era del Hijo”, y el Antiguo Testamento que es llamado “La era del Padre”. Todos aquellos que están genuinamente en la Iglesia del Señor Jesucristo, son producto de la obra creativa del Espíritu Santo por medio de Sus múltiples ministerios.
Una vida llena del Espíritu
La cultura occidental tiene una cosmovisión limitada, y percibe la realidad en dos ámbitos: (1) el mundo natural que opera conforme a leyes científicas comprobables, y (2) Dios que se limita a lo sobrenatural; es decir, lo interior y espiritual. Esta perspectiva es el fundamento de las filosofías humanísticas seculares. Este doble concepto no representa la manera en que gran parte del mundo ve la realidad, y por cierto no es el punto de vista bíblico del mundo de Dios. Dios nos ha dado su Espíritu Santo con el propósito de derribar las falsas barreras entre lo natural y lo sobrenatural.