Si bien la guerra espiritual es una realidad siempre presente en la vida del cristiano, la verdad misma de la guerra espiritual ha sido distorsionada a niveles antibíblicos por ciertos grupos neopentecostales. Una especie de esquizofrenia espiritual parece haberse apoderado de muchos creyentes. La obsesión por los demonios y su obrar es el pan de cada día en muchas iglesias, las cuales invierten más tiempo en la cacería de demonios que en la adoración a Dios, la búsqueda de la llenura del Espíritu Santo, la formación del carácter cristiano y el conocimiento bíblico y teológico de sus miembros. ¡La era de los caza fantasmas evangélicos ha llegado! Como si de médiums espiritistas se tratase, estos cazadores de demonios presumen de sus habilidades extrasensoriales y tergiversan el verdadero don de discernimiento de espíritus, convirtiéndolo en una amalgama de ideas espiritistas, métodos humanos, visiones extrañas y creencias de origen pagano.