Neumatología

La blasfemia contra el Espíritu Santo

El término blasfemia puede definirse generalmente como "irreverencia desafiante", “palabra o expresión injuriosas contra alguien o algo sagrado”.[1] El término se puede aplicar a pecados tales como maldecir a Dios o a decir cosas intencionalmente degradantes relacionadas con Dios. La blasfemia es también atribuir algún mal a Dios, o negarle algún bien que deberíamos atribuirle a Él. Un caso particular de blasfemia, sin embargo, es la llamada "blasfemia contra el Espíritu Santo. El concepto de “blasfemia contra el Espíritu Santo”, se menciona en Mateo 12:22-32 y en Marcos 3:22-30.

Neumatología

Persona y deidad del Espíritu Santo

La neumatología es la parte de la teología sistemática que estudia lo referente a la tercera persona de la trinidad, es decir, al Espíritu Santo. Al igual que la teología propia estudia algunos rasgos de la primera persona de la trinidad y la cristología estudia de Jesús, también la neumatología estudia la personalidad, la deidad y la obra del Espíritu Santo. Etimológicamente la palabra neumatología proviene de dos vocablos griegos donde neuma significa viento, aire o espíritu y logos, estudio o tratado. En palabras sencillas se entiende entonces que es el estudio del Espíritu Santo. Las razones de estudio son diversas, sin embargo, es necesario su estudio ya que también es Dios y no conocerlo sería negligente. Por otro lado, la Biblia menciona que el Espíritu Santo tiene mucha relación con el hombre hoy día. Además, se le pide al creyente vivir en sujeción al Espíritu Santo, pero ¿Cómo entender esta relación con el Espíritu sin antes conocerle? Por tal razón, el estudio de la persona y de la obra del Espíritu Santo es, para el cristiano devoto, una cuestión de vital interés. Particularmente para el creyente pentecostal.

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Charismata | Dones de Servicio

Debemos discernir los diferentes dones que hay en el Cuerpo de Cristo y trabajar juntos, dependiendo los unos de los otros. En este contexto podemos ver la importancia de utilizar nuestros dones de servicio para la gloria de Dios. Estos dones, cuya existencia hemos ignorado en gran parte, tienen mucho que ofrecer al Cuerpo de Cristo y pueden ser de gran bendición para la sociedad y el mundo en general.     

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Charismata | Dones Ministeriales

En un sentido amplio, un don espiritual es cualquier capacidad que nos da el Espíritu para ministrar en la iglesia y por medio de ella. El Señor ha dado dones ministeriales y llama a hombres y mujeres para que los desempeñen, con la finalidad de “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio”, edificando de esta manera Su propio cuerpo que es la Iglesia. Los dones ministeriales enumerados por Pablo son: Apóstol, Profeta, Evangelista, Pastor y Maestro. Un hombre puede ser constituido por el Señor para desempeñar más de un don ministerial al mismo tiempo. Aunque pareciera que guardan un orden jerárquico, todos los cinco ministerios tienen el mismo valor ante el Señor, ninguno puede considerarse mayor que el otro; pero en su función cada uno es diferente: Los apóstoles son testigos de Cristo a las naciones, fundan nuevas congregaciones, predican la Palabra de Dios, acompañándola con poderosas señales sobrenaturales y milagros, y confirman a la Iglesia en la fe (Hechos 16:4-5). Este don ministerial corresponde actualmente con el llamado del misionero. El profeta es un portavoz o vocero de Dios que denuncia el pecado y nos comunica algo particular proveniente de Dios. Sus palabras deben estar en perfecta concordancia con la Biblia para que el mensaje tenga la debida autoridad divina. El profeta al declarar una palabra debe cumplir tres aspectos fundamentales para ser de Dios, ellos son: “edificar, exhortar y consolar” a los receptores (1 Corintios 14:3). El evangelista tiene la función de predicar las buenas nuevas de salvación al mundo perdido; aquéllos llamados por el Señor para desempeñar este ministerio tienen una gracia divina especial para ganar almas para Cristo, Dios les capacita para llevar un mensaje que toque corazones, redarguya las conciencias y ofrezca las respuestas que el hombre necesita. El pastor brinda consejo, corrección, aliento y consolación. Vela por las ovejas que Dios ha puesto a su cargo y es responsable por cada una de ellas, por ello la Biblia aconseja al cristiano someterse a la autoridad del pastor (Hebreos 13:7,17). Los maestros se encargan específicamente de escudriñar y profundizar el estudio de la Palabra de Dios para ofrecer entendimiento al resto de los miembros de la iglesia; así como el velar por la sana doctrina dentro del Cuerpo de Cristo. El maestro tiene la capacidad divina de explicar lo que la Biblia dice, interpretar lo que significa y aplicarlo a los corazones de los santos en la Iglesia. En su funcionalidad en la edificación para el crecimiento de la Iglesia, los dones ministeriales se mueven espiritualmente en la misma dirección de la voluntad de Dios. Efesios 4:15-16 dice: “Crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor”. Dentro del crecimiento integral del Cuerpo de Cristo en la dirección que el Señor como cabeza imparte, debemos actuar, de manera unánime, bien concertada, ayudándonos unos a otros conforme al don o dones que cada uno ha recibido de Dios; así es como la Iglesia va edificándose y creciendo. Cuando los ministerios trabajan en unanimidad de espíritu y los dones se complementan entre sí, hay bendición y crecimiento en la iglesia.

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Charismata | Dones carismáticos de poder

Es imposible leer el Nuevo Testamento sin observar ciertas características sobrenaturales en la adoración y la experiencia de los cristianos primitivos. El elemento milagroso era especialmente prominente en el ministerio de los apóstoles y evangelistas. Pero este poder no es exclusivo de la iglesia primitiva o de los apóstoles, profetas y evangelistas de antaño. Los avivamientos pentecostales han sido acompañados de manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo. Los dones de poder que se hallan en 1 Corintios 12:9-10 han estado entre esas manifestaciones.

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Charismata | Dones carismáticos de palabra

Los dones de palabra pueden y deben ser ejercidos en ambientes tanto privados como públicos, siempre tomando en cuenta la decencia y el orden, así como la sujeción a la Palabra y a las autoridades delegadas. Animemos a las personas en el uso de esos dones, y pastoreemos a las personas que los tienen con el tacto de un buen pastor. Las palabras de sabiduría y de ciencia, el don de lenguas e interpretación, la profecía y el discernimiento de espíritus edificarán a la congregación con una fe y un testimonio cada vez mayores.

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Charismata | Tipos de dones espirituales

Hay muchos dones. Ninguna de las listas presentadas en la biblia tiene el propósito de ser exhaustiva. En los diversos pasajes que hablan acerca de los dones se mencionan veintiuno. Todos ellos son complementarios; ninguno es completo en sí mismo y por sí mismo. Por ejemplo, todos los dones de Romanos 12:6–8 se pueden aplicar con utilidad a una situación de consejería. Algunos de los dones de una lista se relacionan fácilmente con dones de otras listas. El don de repartir se puede manifestar a sí mismo en el mostrar misericordia, ayudar, exhortar o, incluso, sufrir el martirio. Con esta superposición, encontramos que hay algunos dones que todos identifican con facilidad, como las lenguas y la interpretación, las sanidades y los milagros. En cambio, hay otros dones, como la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, el discernimiento de espíritus y la profecía, que quizá necesiten evaluación para identificarlos.

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Los dones o carismas del Espíritu

Un distintivo del movimiento pentecostal es su continuismo; es decir, su creencia en la vigencia actual de los dones sobrenaturales procedentes del Espíritu Santo. Desde su nacimiento, El Pentecostalismo ha dependido de Dios para hacer obras sobrenaturales. Parte esencial del movimiento pentecostal en nuestro tiempo ha sido un nuevo énfasis en los dones espirituales. Esto no debería extrañarnos, ya que la manifestación de los dones espirituales es parte esencial de la obra de Dios en su pueblo y a través de este. Jesús dijo: “edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Nuestro Señor no sólo puso el fundamento de la Iglesia, sino que Él aún la sigue edificando. Él cumplió su promesa de enviar al Espíritu Santo para darnos poder. Jesucristo es el Bautizador. El Espíritu y los dones son nuestros por medio de Él.