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¿Es nuevo calvinismo es el Evangelio?

El nuevo calvinismo, con su sectarismo recalcitrante, ha generado divisiones innecesarias dentro del cuerpo de Cristo, afectando negativamente la relación entre los creyentes reformados y aquellos que no comparten esta interpretación teológica. En lugar de promover el amor y la unidad que Jesús nos enseñó, este movimiento ha contribuido a la fragmentación de la iglesia. Al insistir en un enfoque dogmático y exclusivo, más que en la cooperación y el entendimiento mutuo, el nuevo calvinismo ha causado más daño que bien a la causa de Cristo. En lugar de ser un vehículo para la edificación de la fe y el avance del Evangelio, ha creado barreras que obstaculizan la unidad cristiana que tanto necesitamos en este tiempo. Para ellos no hay más verdad que “su verdad”, todo lo demás es error o falso evangelio. ¿Su lema? Al parecer: ¡Todos son herejes menos yo! ¡Los demás deben ser re-evangelizados!

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La salvación no se pierde ¡Es imposible perderla!

“¿La salvación se pierde o no? En un sentido sí y en otro sentido no. El problema de la pregunta es que se habla como si la salvación se tuviera, se poseyera, como si fuera propia o como si se tuviera algún derecho sobre ella. La salvación no se gana, no se obtiene, no se posee. No es de uno, es de otro [“La salvación es del Señor.” – Salmo 3:8, LBLA]. Uno es solo un invitado, participa de ella y la goza. Simplemente sé parte de la fiesta.”

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Miserables alcanzados por su gracia

Al ser humano le cuesta entender que no tiene que hacer nada, que todo ha sido ya realizado, únicamente debe acudir al lado de su Padre. Esta compresión hace que la persona cambie, es una gracia que transforma, el ser humano ya no es el mismo. ¡Así de bello e incomprensible es el Evangelio de la Gracia!

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La salvación no se pierde, tú la abandonas

Un verdadero creyente no puede perder su salvación. Sin embargo, ¡Un verdadero creyente puede dejar de serlo! Y es ahí donde surge el problema: 𝑺𝒊𝒏 𝒇𝒆 𝒏𝒐 𝒉𝒂𝒚 𝒔𝒂𝒍𝒗𝒂𝒄𝒊ó𝒏 (Hebreos 11:6; Juan 3:36). La Palabra nos confronta con esta dura verdad: "Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de 𝒊𝒏𝒄𝒓𝒆𝒅𝒖𝒍𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒑𝒂𝒓𝒕𝒂𝒓𝒔𝒆 𝒅𝒆𝒍 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒗𝒊𝒗𝒐; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, 𝒄𝒐𝒏 𝒕𝒂𝒍 𝒒𝒖𝒆 𝒓𝒆𝒕𝒆𝒏𝒈𝒂𝒎𝒐𝒔 𝒇𝒊𝒓𝒎𝒆 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒇𝒊𝒏 𝒏𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒏𝒛𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒊𝒑𝒊𝒐" (Hebreos 3:12-14).