El descenso de Cristo a los "infiernos" (o Hades, el lugar de los muertos en la tradición judía) es un evento teológico central en la fe cristiana, afirmado en el Credo de los Apóstoles. Este acto, que ocurrió entre la crucifixión y la resurrección, no fue una derrota, sino una conquista gloriosa que combina la proclamación de salvación y juicio, la liberación de los justos antiguos, la derrota del diablo y la universalidad de la redención. Basado en pasajes bíblicos como 1 Pedro 3:18-20, 1 Pedro 4:6, Judas 6, Génesis 6:1-4, Efesios 4:8-10, Hebreos 2:14-15 y Apocalipsis 1:18, este evento demuestra la autoridad de Cristo sobre la muerte, el diablo y toda la creación. Estos pasajes se entrelazan para formar una narrativa coherente, que bien podemos denominar “el Saqueo del Infierno”.
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El mensaje de la cruz, tropiezo y locura para los que se pierden
¡Cómo no amar el mensaje de la cruz! No hay ira tan profunda que la cruz de Cristo no apacigüe, ni transgresión tan grave que no quite, ni sufrimiento tan profundo que no pacifique, ni mancha tan sucia que no limpie. No hay pecado que la cruz de Cristo no borre, ni deuda tan grande que no pague. ¡Lo que la sabiduría humana no pudo lograr fue logrado por la locura de la cruz!
¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (IV) – La Caída del Hombre
El hombre fue creado bueno y justo; porque Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". Sin embargo, el ser humano por su propia voluntad cayó en transgresión, incurriendo así no sólo la muerte física sino también la espiritual, que es la separación de Dios (Génesis 1:26-27; Génesis 2:17; Génesis 3:6; Romanos 5:12-19).
Expiación vicaria, muerte que trae vida
La muerte de Cristo fue un sacrificio vicario. La palabra "vicario" significa “sustituto”. Por lo tanto, Cristo fue nuestro sustituto en el sentido de que él tomó nuestro lugar y sufrió nuestro castigo. Su muerte sustitutiva también fue un acto legal por el cual Cristo cumplió la ley y, legalmente, pagó la pena del pecado.