Creer que la gracia es irresistible contradice frontalmente la Biblia, ya que la idea de una "elección forzada" por parte de Dios implica que la salvación o la libertad espiritual se impone al ser humano sin posibilidad de rechazo, como si el libre albedrío fuera anulado por una gracia que, lejos de ser gracia, se vuelve manipulación. Las Escrituras, sin embargo, presentan un panorama diferente: Dios ofrece libertad a través de su Hijo, pero esta libertad requiere una aceptación voluntaria. Si bien Juan 8:36 afirma que “si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36), es más que evidente que esta libertad no es automática ni impuesta; proviene de Dios, pero solo se realiza en aquellos que aceptan la intervención del Libertador, es decir, Jesucristo. La libertad divina no es un decreto unilateral que anula la voluntad humana, sino una propuesta que invita a una respuesta activa. Sin esta aceptación, el individuo permanece en su estado anterior de esclavitud al pecado, lo que contradice cualquier noción de una elección forzada.
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El Dios deformado del nuevo calvinismo
El Dios de la Biblia es un Dios de amor, un Dios que no ama solamente a los que le aman, sino también a los pródigos y rebeldes. Un Dios que no teme concederle a sus criaturas el regalo de la libertad para elegirlo voluntariamente y sin compulsión alguna.
Si Dios sabía que Adán caería ¿Por qué lo permitió?
El carácter de Dios ha sido difamado por aquellos que enseñan que Dios predeterminó la caída. En su intento por reafirmar la soberanía de Dios, sólo lograron difamar su carácter y convertirlo en una especie de titiritero cósmico. El fatalismo y predestinacianismo propio del calvinismo y otros grupos heréticos es, por tal razón, antibíblico. Peor aún, es de origen pagano. En el calvinismo, dados sus orígenes maniqueos, esto no es de extrañar.
Raíces gnóstico-maniqueas del calvinismo
El concepto agustiniano (y calvinista) acerca de la depravación humana, la doctrina de la elección incondicional y la doble predestinación fueron originadas en mito gnóstico y fueron combatidas por Ireneo y otros obispos y pastores de la iglesia en los primeros siglos. Ireneo también enseñó que los gnósticos, antes que explicasen su sistema, sonaban muy “ortodoxos y bíblicos”. Él siempre se refería a la advertencia de Jesús sobre los falsos apóstoles. Enseñó que ellos eran “lobos con piel de oveja”. Él escribió: “Tales hombres exteriormente parecen ovejas; porque ellos parecen ser como nosotros por lo que dicen en público, repitiendo las mismas palabras como lo hacemos nosotros; pero interiormente son lobos.” (Ireneo, Herencia Histórica, página 36). Al igual que los gnósticos, los calvinistas se autoproclaman “creyentes bíblicos” y sus iglesias, “iglesias bíblicas”. Para aquel que no conoce la verdadera doctrina bíblica tales afirmaciones suenan auténticas. Sin embargo, como podemos constatar, la semejanza doctrinal entre el calvinismo y el gnosticismo es patente. El ADN espiritual del calvinismo, lo delata como lo que es: Un hijo legítimo del gnosticismo. Pero el parecido va más allá de lo doctrinal. Al igual que la secta gnóstica en la iglesia primitiva, los calvinistas modernos se infiltran en nuestras iglesias y seminarios para sembrar su cizaña y robar feligreses para sus iglesias “reformadas”. Esto no solo es sectario, sino carente de toda ética y moral cristiana. A muchos calvinistas se les ha animado incluso a “plantar tulipanes (símbolo de la doctrina calvinista) en iglesias arminianas” Sin embargo, tal proceder no debería extrañarnos, pues su desprecio por los arminianos es bien conocido en el mundo evangélico.¡Que Dios guarde a los creyentes de hoy de tal levadura!