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Pentecostalismo Reformado: ¿Caballo de Troya o pentecostalismo «trans»?

Por Fernando E. Alvarado

La existencia de un reformado continuista es una realidad (hay muchos que han abierto los ojos ante el error del cesacionismo), incluso un calvinista carismático como John Piper es algo fácil de entender. ¡Pero un pentecostal reformado es un verdadero oxímoron! (Cómo hablar de fuego frío o agua seca) ¿Por qué? Porque los auténticos pentecostales creemos en la doctrina de la subsecuencia, la cual sostiene que el bautismo en el Espíritu ocurre después de la regeneración (nuevo nacimiento), ya sea de manera lógica o temporal.

De acuerdo con la legítima perspectiva pentecostal, el Espíritu Santo primero regenera a los incrédulos, y luego viene con poder sobre ellos como creyentes. Así pues, la subsecuencia implica que el bautismo en el Espíritu es una experiencia posterior a la conversión. La teología reformada, por otro lado, ve el bautismo en el Espíritu como parte integral e inseparable de la regeneración. La teología reformada no considera que el bautismo en el Espíritu sea una experiencia separada y posterior a la salvación, regeneración o nuevo nacimiento.

¿Entiendes el punto? Para decir que eres «pentecostal reformado» debes cometer suicidio intelectual y traicionar una de los dos sistemas, reconocimiento que uno de los dos está equivocado en su interpretación y, por lo tanto, anulando el 50% de su identidad por lo que al final, o eres reformado o eres pentecostal, pero no ambas cosas. ¡Así de simple!

El mal llamado “Pentecostalismo Reformado” no es sólo un oxímoron teológico. Es ante todo un caballo de Troya que busca destruir el pentecostalismo genuino desde adentro, diluyéndolo, despojándolo de su poder celestial, vitalidad y experiencia pneumática. ¿Por qué digo esto? Porque la teología reformada y el pentecostalismo, presentan puntos de vista contrastantes en numerosos aspectos doctrinales clave, no solo en la doctrina de la subsecuencia. Otro aspecto clave de la doctrina: la salvación, está también en juego. Mientras que la teología reformada abraza la doctrina de la predestinación en su versión calvinista, el pentecostalismo destaca la libertad de elección del individuo para aceptar a Cristo como Salvador. ¿Es esto importante? ¡Más de lo que crees!

La teología reformada, basada en las enseñanzas de reformadores como Juan Calvino, sostiene que Dios ha predestinado desde la eternidad quiénes serán salvados y quiénes no. Esta doctrina afirma que la salvación no depende de las acciones o decisiones humanas, sino del decreto soberano de Dios. Esto plantea preguntas profundas sobre la soberanía divina y la responsabilidad humana.

Por otro lado, el pentecostalismo enfatiza la libertad de elección del individuo para aceptar a Cristo como Salvador. Aunque los pentecostales reconocemos la soberanía de Dios, creemos que cada persona tiene la capacidad de responder al llamado del evangelio y decidir seguir a Jesús con el auxilio de la gracia habilitadora. Esta perspectiva resalta la importancia de la fe personal y la experiencia individual en la vida cristiana. El pentecostalismo, por su herencia metodista y de santidad es, por definición arminiano.

Pero más allá de las etiquetas, estas diferencias teológicas no solo tienen ramificaciones en el ámbito doctrinal, sino también en la vida diaria de los creyentes. Para los seguidores de la teología reformada, la confianza en la predestinación puede llevar a una profunda seguridad en la salvación (confianza desmedida que afecta la ortopraxis), pero también puede plantear interrogantes sobre la justicia de Dios (no nos extraña que muchos excalvinistas sean hoy ateos, agnósticos o simplemente resentidos con Dios) y, eventualmente, quienes eligen quedarse y meditan bien el asunto, pueden incluso caer en la desesperación al no saber con plena seguridad que son parte de los escogidos (he visto numerosos casos de calvinistas con crisis depresivas, ansiedad, temor a la muerte y hasta tendencia al suicidio por las contradicciones que su doctrina de la predestinación les crea mentalmente). Mientras tanto, para los pentecostales, el énfasis en la libertad de elección puede (y a menudo lo hace) fomentar un compromiso activo con la evangelización y un sentido de responsabilidad personal en la fe. Esto explica en parte por qué el pentecostalismo ha crecido tanto por su énfasis en el evangelismo y las misiones, mientras que el calvinismo crece a base de proselitismo intra-protestante (robando miembros de otras iglesias).

¿Todavía crees que la quimera teológica que algunos denominan “pentecostalismo reformado” es realmente pentecostalismo? ¿O simplemente un burdo intento de unidad forzada y antinatural entre dos sistemas incompatibles en numerosos aspectos?

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