Asambleas de Dios, Deidad de Cristo, Pentecostalismo, Pentecostalismo Clásico, Trinidad

¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (III) – La plena Deidad y humanidad de Cristo

Al igual que las denominaciones protestantes históricas, las principales denominaciones pentecostales tienen sus propios credos o confesiones de fe. En el caso particular de las Asambleas de Dios (la más de las denominaciones pentecostales, con alrededor de 69 millones de miembros), dicha confesión de fe es conocida como “Declaración de verdades fundamentales”. Tal declaración contiene las 16 doctrinas que, de acuerdo con las Asambleas de Dios, la definen como denominación evangélica y pentecostal.

En esta ocasión te invito a conocer el Artículo 3 de la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios (en próximos artículos abordaremos las declaraciones de fe de otras denominaciones pentecostales).

ARTÍCULO 3, LA DEIDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO

“El Señor Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. La Biblia declara: Su nacimiento virginal (Mateo 1:23; Lucas 1:31; Lucas 1:35); Su vida sin pecado (Hebreos 7:26; 1 Pedro 2:22); Sus Milagros (Hechos 2:22; Hechos 10:38); Su obra vicaria en la cruz (1 Corintios 15:3; 2 Corintios 5:21); Su resurrección corporal de entre los muertos (Mateo 28:6; Lucas 24:39; 1 Corintios 15:4); Su exaltación a la diestra de Dios (Hechos 1:9; Hechos 1:11; Hechos 2:33; Filipenses 2:9-11; Hebreos 1:3).”[1]

EXPLICACIÓN

Igualmente asombrosa que la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la Encarnación, es decir, que Cristo Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre. La iglesia primitiva consideraba la Encarnación como una de las verdades más importantes de la fe cristiana. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de Calcedonia, una declaración que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no debemos creer acerca de la Encarnación. Este credo fue el fruto de un largo concilio que tomo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451, en la ciudad de Calcedonia y ha sido tomado como la definición estándar y ortodoxa de la enseñanza bíblica sobre la persona de Cristo desde esa fecha por todas las ramas principales del Cristianismo. Dicho credo afirma:

“Nosotros, entonces, siguiendo a los santos Padres, todos de común consentimiento, enseñamos a los hombres a confesar a Uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en deidad y también perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma racional; coesencial {consustancial} con el Padre de acuerdo a la Deidad, y coesencial con nosotros de acuerdo a la Humanidad; en todas las cosas como nosotros, pero sin pecado; engendrado del Padre antes de todas las edades, de acuerdo a la Deidad; y en estos postreros días, para nosotros, y por nuestra salvación, nacido de la virgen María, de acuerdo a la Humanidad; uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, para ser reconocido en dos naturalezas, inconfundibles, intransferibles, indivisibles, inseparables; por ningún medio la distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de las dos naturalezas, concurrentes en una Persona y una Hipóstasis, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo; como los profetas desde el principio lo han declarado con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos lo ha enseñado, y el Credo de los Santos Padres que nos ha sido dado.”[2]

De lo anterior se desprenden cinco verdades principales con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñanza bíblica acerca de la Encarnación:

(1) Jesús tiene dos naturalezas—Él es Dios y hombre.

(2) Cada naturaleza es plena y completa—Él es completamente Dios y completamente hombre.

(3) Cada naturaleza se mantiene distinta.

(4) Cristo es una sola Persona

(5) Las cosas que son verdad de solo una de las naturalezas son, no obstante, verdad de la Persona de Cristo.

La Deidad y humanidad de Cristo no sólo son afirmadas por el Credo de Calcedonia. Son también afirmaciones bíblicas contundentes.

HUMANIDAD DE CRISTO

La verdad de la humanidad de Jesús es tan importante de afirmar como la verdad de su deidad. El apóstol Juan dice fuertemente que si alguien niega que Jesús es hombre es del espíritu el anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesús es demostrada en el hecho que Él fue nacido como un bebe de una madre humana (Lucas 2:7; Gálatas 4:4), en que Él sintió cansancio (Juan 4:6), sed (Juan 19:28), y hambre (Mateo 4:2); y que Él experimento todo el rango de emociones humanas como maravillarse (Mateo 8:10), llorar, y sentir dolor (Juan 11:35). Él vivió en la tierra justo como nosotros lo hacemos.

También es esencial saber que Cristo no tiene una naturaleza pecaminosa, y que nunca cometió pecado—aunque Él fue tentado en todo (Hebreos 4:15). Por tanto, Jesús es completa y perfectamente hombre, y también ha experimentado toda la gama de la experiencia humana. Tenemos un Salvador que verdaderamente puede identificarse con nosotros porque Él es hombre, y que también verdaderamente puede ayudarnos en la tentación porque Él nunca ha pecado. Es una verdad asombrosa para apreciar, y que separa al Cristianismo de las otras religiones.

Ahora bien, aunque para la gran mayoría de las personas es obvio que Jesús será Dios por siempre, por alguna razón a muchos de nosotros se nos escapa que Jesús también será hombre por siempre. Él sigue siendo hombre ahora mismo y lo será por siempre. La Biblia es clara al afirmar que Jesús se levantó físicamente de los muertos en el mismo cuerpo que había muerto (Lucas 24:39) y luego ascendió a los cielos como hombre, en su cuerpo físico (Hechos 1:9; Lucas 24:50-51). Para Él no hubiera tenido sentido hacer todo esto si iba a simplemente desechar su cuerpo y dejar de ser hombre cuando llegaba al cielo.

Que Cristo continúo siendo hombre, con un cuerpo físico, después su ascensión es confirmado por el hecho que cuando Él regrese, será como hombre, en Su cuerpo. Él volverá físicamente. Filipenses 3:21 dice que en su Segunda Venida, Cristo “transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria.” Este verso afirma claramente que Jesús todavía tiene su cuerpo. Es un cuerpo glorificado, al cual Pablo llama “el cuerpo de su gloria.” Y cuando Cristo regrese, Él todavía lo tendrá. Esto se deduce porque este mismo versículo dice que Él transformara nuestros cuerpos para que sean como el suyo. Ambos, Jesús y todos los cristianos, continuarán viviendo juntos en sus cuerpos por siempre, porque el cuerpo de resurrección no puede morir (1 Corintios 15:42), ya que es eterno (2 Corintios 5:1).

DEIDAD DE CRISTO

En el artículo anterior vimos que cada Persona de la Trinidad es completamente Dios. Las tres Personas de la Trinidad no son cada uno un tercio de Dios, sino cada uno es el todo de Dios. Por tanto, Jesús es completamente Dios, ya que es Dios el Hijo encarnado. Esto significa que todo lo que es esencial para ser Dios es verdad de Jesús. Jesús no es parte de Dios, ni un tercio de Dios. Al contrario, Él es completamente Dios. “Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El” (Colosenses 2:9).

(a) Jesucristo afirmó ser Dios:

En la Biblia, no hay un registro de Jesús diciendo las palabras precisas, «Yo soy Dios». Sin embargo, eso no significa que Él no proclamó ser Dios. En Juan 10:30, Jesús dijo: «Yo y el Padre uno somos». A simple vista, esto no parecería ser una afirmación de ser Dios. Sin embargo, la reacción de los judíos a Su declaración confirma lo que Jesús quiso decir realmente: «Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios» (Juan 10:33). Los judíos entendieron la declaración de Jesús al afirmar ser Dios. En los versículos siguientes, Jesús nunca los corrige diciéndoles, «Yo no afirmé ser Dios». Eso indica que Jesús realmente estaba diciendo que era Dios al declarar, «Yo y el Padre uno somos» (Juan 10:30). Juan 8:58 es otro ejemplo. Jesús les dijo «De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese, yo soy». La respuesta de los judíos que escucharon esta declaración fue tomar piedras para matarlo por blasfemia, así como la ley de Moisés les ordenaba hacerlo (Levítico 24:15).

Con respecto a Jesús, Tomás el discípulo declaró, «Señor mío, y Dios mío» (Juan 20:28). Jesús no lo corrigió. En Apocalipsis, un ángel ordenó al apóstol Juan adorar solamente a Dios (Apocalipsis 19:10). Sin embargo, en algunas ocasiones en la Escritura, Jesús recibe adoración (Mateo 2:11; 14:33; 28:9,17; Lucas 24:52; Juan 9:38). El nunca reprendió a la gente por adorarle. Si Jesús no fuera Dios, Él le hubiera dicho a la gente que no le adoraran, justamente como lo hizo el ángel en Apocalipsis. Hay muchos otros versículos y pasajes de la Escritura que argumentan en favor de la deidad de Jesús.

(b) Los discípulos de Cristo reconocieron y enseñaron su Deidad:

Además de las afirmaciones específicas de Jesús acerca de Sí mismo, Sus discípulos también reconocieron la deidad de Cristo. Ellos proclamaban que Jesús tenía el derecho de perdonar pecados – algo que solo Dios lo puede hacer, puesto que es Dios quien está ofendido por el pecado (Hechos 5:31; Colosenses 3:13; Salmos 130:4; Jeremías 31:34). En estrecha relación con esta última afirmación, se dijo que Jesús era el que «juzgará a los vivos y a los muertos» (2ª Timoteo 4:1). Tomás clamó a Jesús, «Señor mío, y Dios mío» (Juan 20:28). Pablo llamó a Jesús «nuestro gran Dios y Salvador» (Tito 2:13), y señala que previo a Su encarnación, Jesús existió en «forma de Dios» (Filipenses 2:5-8). El escritor a los Hebreos, con referencia a Jesús dice que «Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo» (Hebreos 1:8). Juan dice que, «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo (Jesús) era Dios» (Juan 1:1). Son muchos los ejemplos de la escritura que enseñan la deidad de Cristo (vea Apocalipsis 1:17; 2:8; 22:13; 1ª Corintios 10:4; 1ª Pedro 2:6-8; Salmos 18:2: 95:1; 1ª Pedro 5:4; Hebreos 13:20), aun así, uno de estos es suficiente para demostrar que Cristo fue considerado Dios por Sus seguidores.

(c) A Jesús se le asignan títulos divinos:

A Jesús también se le dio títulos que son únicos para Yahvé (el nombre formal de Dios) en el Antiguo Testamento. El título «redentor», del Antiguo Testamento (Salmos 130:7; Oseas 13:14) es usado para describir a Jesús en el Nuevo Testamento (Tito 2:13, Apocalipsis 5:9). Jesús es denominado Emanuel («Dios con nosotros» en Mateo1). En Zacarías 12:10, es Yahvé quien dice, «Y mirarán a mí, a quien traspasaron». Pero el Nuevo Testamento aplica esto a la crucifixión de Jesús (Juan 19:37: Apocalipsis 1:7). Si es Yahvé quien es traspasado y mirado, y Jesús fue a quien traspasaron y miraron, entonces Jesús es Yahvé. Pablo interpreta Isaías 45:22-23, como que se lo aplica a Jesús en Filipenses 2:10-11. Adicional a esto, el nombre de Jesús es usado de forma paralela con el nombre de Dios en unas oraciones «Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo» (Gálatas 1:3; Efesios 1:2). Esto sería blasfemia si Cristo no fuera deidad. El nombre de Jesús aparece con el de Dios en el mandato de Jesús para bautizar «…en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:19; vea también 2ª Corintios 13:14).

(d) Sus acciones prueban su Deidad:

Las acciones que pueden ser llevadas a cabo solamente por Dios, son atribuidas a Jesús. Jesús no solamente resucitó muertos (Juan 5:21; 11:38-44), y perdonó pecados (Hechos 5:31; 13:38), Él creó y sustenta el universo (Juan 1:3; Colosenses 1:16-17). Este aspecto se hace aún más convincente, cuando uno considera que Yahvé dijo que estaba solo durante la creación (Isaías 44:24). Además, Cristo posee atributos que solo la deidad puede tener: eternidad (Juan 8:58), omnipresencia (Mateo 18:20, Mateo 28:20), omnisciencia (Mateo 16:21), y omnipotencia (Juan 11:38-44).

LA REALIDAD DE NUESTRA SALVACIÓN DEPENDE DE LA DEIDAD DE CRISTO

La razón más importante para decir que Jesús tiene que ser Dios, es que si Él no es Dios, Su muerte no habría sido suficiente para pagar el castigo por los pecados de todo el mundo (1ª Juan 2:2). Un ser creado, lo cual es lo que Jesús sería si no fuera Dios, no podría pagar la pena infinita requerida por el pecado contra un Dios infinito. Solamente Dios pudo pagar tal penalidad infinita. Solamente Dios pudo tomar los pecados del mundo (2ª Corintios 5:21), morir, y resucitar — probando Su victoria sobre el pecado y la muerte.

BIBLIOGRAFÍA


[1] Declaración de Verdades Fundamentales, disponible en: https://ag.org/es-ES/Creencias/Declaraci%C3%B3n-de-verdades-fundamentales-

[2] Carlos Madrigal, “Explicando la Trinidad al Islam”, Publidisa (2011), pp. 137-140

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