Asambleas de Dios, Salvación, Santificación

¿Qué creen los pentecostales? | Las Asambleas de Dios (IX) – La Santificación

Por Fernando E. Alvarado

Al igual que las denominaciones protestantes históricas, las principales denominaciones pentecostales tienen sus propios credos o confesiones de fe. En el caso particular de las Asambleas de Dios (la más de las denominaciones pentecostales, con alrededor de 69 millones de miembros), dicha confesión de fe es conocida como “Declaración de verdades fundamentales”. Tal declaración contiene las 16 doctrinas que, de acuerdo con las Asambleas de Dios, la definen como denominación evangélica y pentecostal.

En esta ocasión te invito a conocer el Artículo 9 de la Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios (en próximos artículos abordaremos las declaraciones de fe de otras denominaciones pentecostales).

ARTÍCULO 5, LA SANTIFICACIÓN

“La santificación es un acto de separación de todo lo malo, y de dedicación a Dios (Romanos 12:1-2; 1 Tesalonicenses 5:23, Hebreos 13:12). La Biblia prescribe una vida de «santidad sin la cual nadie verá al Señor» (Hebreos 12:14). Por el poder del Espíritu Santo podemos obedecer el mandato que dice: «Sed santos porque yo soy santo» (1 Pedro 1:15-16). La santificación se efectúa en el creyente cuando este reconoce su identidad con Cristo en su muerte y su resurrección, y por fe se propone vivir cada día en esta unión con Cristo, y somete todas sus facultades al dominio del Espíritu Santo (Romanos 6:1-11; Romanos 6:13; Romanos 8:1-2; Romanos 8:13; Gálatas 2:20; Filipenses 2:12-13; 1 Pedro 1:5).”[1]

EXPLICACIÓN

La santificación es un estado de separación para Dios. Todos los creyentes entran en este estado cuando son nacidos de Dios: “Mas por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.” (1 Corintios 1:30). Esta es una separación definitiva, eternamente apartados para Dios. Es una parte intrínseca de nuestra salvación, nuestra conexión con Cristo (Hebreos 10:10).

La santificación también se refiere a la experiencia práctica de esta separación en Dios, siendo el resultado de la obediencia a la Palabra de Dios en la vida de uno, y ha de ser buscada fervientemente por el creyente (1 Pedro 1:15 y Hebreos 12:14).

Hay un sentido más que comprende la palabra “santificación” en la Escritura. Pablo ora en 1 Tesalonicenses 5:23, “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Pablo también escribe en Colosenses 1:5, “la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio.” Posteriormente habla del mismo Cristo como “la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27) y luego menciona el hecho de esa esperanza cuando dice, “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con Él en gloria.” (Colosenses 3:4). Este estado glorificado será nuestra separación última del pecado, la satisfacción plena en todo aspecto. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es.” (1 Juan 3:2).

La santificación es el ocuparse de lo que significa ser una nueva criatura en Cristo, es el trabajo de Dios por el cual nos hace santos, esa operación de gracia del Espíritu Santo que incluye nuestra participación responsable, por la cual nos libera, como pecadores justificados, de la polución del pecado, y renueva nuestra naturaleza de acuerdo con la imagen de Dios y nos capacita para vivir de manera agradable a Él. Así pues, la santificación implica 3 etapas:

(1) Primero, una separación posicional definitiva en Cristo al momento de nuestra salvación: La santificación posicional (también llamada santificación definitiva) es el regalo de Dios, quien mediante su gracia declara al cristiano santo (ver 1 Co. 1:2; 6:11; He. 10:10; 2 Co. 5:17; Hch. 20:32; 26:18; Ro. 6). Para todos los que han aceptado la gracia de Dios se ha quebrado el poder de la esclavitud del pecado y poseen una unión definitiva con Cristo. Esto ocurrió objetivamente en el acto redentor de Cristo, pero subjetivamente cuando se lo acepta como Señor y Salvador mediante la fe. Todo don de Dios se convierte también en tarea.

(2) Segundo, una santidad práctica progresiva en la vida de un creyente mientras aguarda el regreso de Cristo: La santificación progresiva (también llamada santificación incremental) es aquel proceso de vida en el cual se desarrolla la fe con temor y temblor (1 Ts. 4:3; 5:23; 2 Ti. 2:21). 1 Corintios 1:2 y 6:11 se usan como textos clave que explican que aquellos que han sido santificados en Cristo Jesús deben continuar haciendo de esa santificación una realidad. 1 Reyes 8:46, Salmos 19:12 y Proverbios 20:9 dan otros ejemplos bíblicos de que el pecado sigue presente en la vida del cristiano y por lo tanto, la santificación progresiva sigue siendo necesaria.

(3) Y finalmente, una separación eterna del pecado cuando lleguemos al cielo.

Todo proceso de santificación del cristiano para contrarrestar el pecado comienza con la justificación del pecador por gracia y mediante la fe. Un cristiano ha sido justificado ante Dios por medio del sacrificio redentor de Cristo en la cruz y obtiene nueva vida en su resurrección. La muerte y resurrección del Señor quitan la penalidad del pecado y su justicia es otorgada como regalo divino. Dios declara justo al ser humano en Cristo. Dios lo hace santo en Él. Es santo en los méritos de Jesús y no por su propio esfuerzo. Tiene una nueva identidad ahora que está en unión con Cristo: está separado de la atadura del pecado y ha sido transferido al Reino del Hijo (Col. 1:13).

Este proceso de santificación está arraigado en la justificación, pero incluye un proceso de convertirse cada día más como Cristo, en el poder del Espíritu Santo, teniendo victoria sobre el pecado y viviendo vidas agradables a Dios. Por lo tanto, es una verdad histórica y escatológica que el cristiano ya es santo por medio de Cristo. Pero también es una responsabilidad en el presente convertir esa verdad en una realidad concreta en la vida diaria.

Descansando en la seguridad de la santificación posicional, el verdadero cristiano hace un esfuerzo continuo por madurar en el Señor y experimentar lo que ya es una realidad en el sentido cósmico. Este proceso dura toda la vida y contrarresta los efectos de la caída del hombre. Busca restaurar la imagen de Dios en el ser humano, demostrar la unión con Cristo y desarrollar la mente de Cristo en el creyente.[2]

FUENTES:


[1] Declaración de Verdades Fundamentales, disponible en: https://ag.org/es-ES/Creencias/Declaraci%C3%B3n-de-verdades-fundamentales-

[2] Pensamiento Pentecostal Arminiano | https://pensamientopentecostalarminiano.org/2021/05/22/la-doctrina-de-la-santificacion-en-el-arminianismo-clasico/

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