¿Debe la Iglesia permanecer silente ante las injusticias que afligen al mundo? La respuesta, desde una perspectiva bíblica y teológica, es un rotundo no. Los profetas del Antiguo Testamento, como Amós, quien clamó por la justicia que fluye como ríos (Amós 5:24), y Juan el Bautista, quien denunció el pecado sin temor (Mateo 3:7-10), nos muestran un modelo de compromiso activo con la transformación social. Jesucristo mismo, al proclamar libertad a los cautivos y alivio a los oprimidos (Lucas 4:18-19), nos insta no solo a anhelar la gloria venidera, sino a ser sal y luz en la tierra (Mateo 5:13-16). ¿Ha cumplido la iglesia evangélica su misión de ser sal y luz en un mundo marcado por la injusticia? No siempre. En ocasiones, ha sucumbido a la tentación de aliarse con los poderes seculares, comprometiéndose con estructuras que perpetúan la opresión, o ha optado por un silencio cómplice frente a las injusticias sociales. Sin embargo, a pesar de estas fallas, han surgido excepciones admirables: comunidades y líderes que, fieles al mandato profético y al ejemplo de Cristo (Lucas 4:18-19), han alzado su voz y actuado con valentía para promover la justicia y la transformación social. Un ejemplo paradigmático de este compromiso con el bienestar integral del prójimo y la glorificación de Dios mediante el servicio y la evangelización lo encarna la Iglesia Wesleyana.
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La santidad social en la tradición wesleyana: Un rescate de la visión bíblica integral
En muchas iglesias actuales, se ha dado un proceso de espiritualización excesiva del cristianismo, donde la fe se reduce a una experiencia individual centrada en la oración, el culto y la esperanza escatológica. Este enfoque ha llevado a descuidar la dimensión social del evangelio, olvidando que el Reino de Dios no solo implica redención personal, sino también justicia, misericordia y transformación terrenal (Lc 4:18-19; Is 61:1-2). Dietrich Bonhoeffer advirtió que el cristianismo no debe ser una mera "religión de salvación", sino un llamado a vivir "para los demás" (Bonhoeffer 1959, 342). Sin embargo, al enfatizar únicamente lo espiritual, muchas congregaciones han adoptado una mentalidad escapista, anhelando la Segunda Venida como una forma de huir de las responsabilidades en el mundo presente, en lugar de trabajar activamente por él (1 Jn 4:20).
La doctrina de la perfección cristiana en la tradición wesleyana
La doctrina de la perfección cristiana, tal como la articuló John Wesley, irrumpe en la teología del siglo XVIII como un llamado audaz a la santidad plena, no como un estado estático de infalibilidad, sino como un amor perfecto que transforma el corazón humano por la gracia divina, liberándolo del pecado voluntario y orientándolo hacia Dios y el prójimo con intensidad total. Wesley, el fundador del metodismo, la presentó no como una abstracción estéril, sino como el clímax de la vida cristiana: un amor perfecto que expulsa el pecado y alinea el corazón humano con el de Dios.
“Wesley está en llamas ahora” y los evangélicos están siendo extrañamente calentados
Mientras Calvino enseñaba la predestinación, Wesley creía que, a través de la gracia preveniente, Dios liberaba la voluntad humana lo suficiente como para aceptar o rechazar la oferta de salvación. Dios predestinó un plan de salvación, pero no a personas individuales.
El principio de la Prima Scriptura en la tradición wesleyana y su influencia en el pentecostalismo
El principio de Prima Scriptura es un pilar fundamental en la tradición wesleyana, que enfatiza la primacía de las Escrituras como la principal fuente de autoridad teológica, complementada por la tradición, la razón y la experiencia. Este principio teológico sostiene que las Escrituras son la fuente primaria y normativa de la fe y la práctica cristiana, pero no la única. A diferencia de Sola Scriptura, que enfatiza la exclusividad de la Biblia, Prima Scriptura reconoce el valor de otras fuentes como la tradición, la razón y la experiencia, siempre subordinadas a la autoridad bíblica. En la tradición wesleyana, este principio refleja la convicción de John Wesley de que la Biblia es la regla suficiente para la fe, pero debe ser interpretada en diálogo con otros recursos teológicos.
El Cuadrilátero Wesleyano: Un faro de sabiduría teológica
¿Te has preguntado alguna vez cómo se puede tejer un marco teológico que equilibre la verdad divina con la experiencia humana? ¿Has oído hablar acerca del Cuadrilátero Wesleyano, ese fascinante modelo que brilla en el corazón del metodismo como una guía luminosa para la reflexión teológica? En el corazón del metodismo, el Cuadrilátero Wesleyano brilla como una guía luminosa para la reflexión teológica, tejiendo con maestría la Escritura, la tradición, la razón y la experiencia en un tapiz de fe viva. Este marco, destilado de la obra pastoral y teológica de John Wesley por el erudito Albert C. Outler, no es solo un método, sino una invitación a vivir la fe con profundidad y autenticidad, iluminando el camino de quienes buscan armonizar la verdad divina con la experiencia humana.
Prima Scriptura y pentecostalidad
¡Hay tanto que los pentecostales podríamos aprender de Wesley (y de otros grandes hombres de Dios que proceden de otras tradiciones) para sanear y perfeccionar nuestro pentecostalismo! ¿Será una utopía soñar con un pentecostalismo así?