¿Baladas, salsa, merengue, rock, música clásica, reggae o reguetón? ¿cuál de estos géneros es apropiado en el culto cristiano? Estas preguntas frecuentemente surgen en la iglesia, generando debate sobre qué géneros musicales son "apropiados" para la adoración a Dios. Para responder, debemos reflexionar a la luz de las Escrituras y principios bíblicos.
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El principio regulativo de la adoración: Una trampa de restricción
En el ámbito cristiano, comprendemos que la adoración se puede guiar por dos principios fundamentales: el principio normativo y el principio regulativo. Estos principios nos ayudan a pensar cómo debemos estructurar nuestras prácticas de adoración, y aunque ambos buscan honrar a Dios, tienen diferencias significativas.
La glosolalia y la adoración (y oración) jubilosa y emotiva en el culto público
A menudo, quienes se identifican como cesacionistas o, peor aún, continuistas moderados, con una tendencia a la obsesión por el orden perfecto y la liturgia, se sienten incómodos con la práctica de la glosolalia en el culto público. Este malestar suele estar basado en las instrucciones que Pablo nos da en 1 Corintios 14:27-28, donde se menciona que si no hay intérprete, la persona que habla en lenguas debe guardar silencio en la congregación. Sin embargo, es importante analizar este pasaje con más detenimiento y en su debido contexto para comprender realmente lo que el apóstol nos está diciendo.
La adoración comunitaria en el pentecostalismo: ¿Por qué no adoramos «como los demás»?
La naturaleza de la adoración puede ser descrita a la perfección por las palabras de Jesús dirigidas a la mujer samaritana: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán (proskyneō) al Padre en espíritu y en verdad (en pneumati kai aletheią); porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad (en pneumati kai aletheią) es necesario que adoren” (Juan 4:23,24). No basta con que la adoración sea basada en la verdad, es decir, fundamentada en la Palabra de Dios. Esta también debe ser en el Espíritu. Y es ahí donde reside la fortaleza de la adoración pentecostal.