Filosemitismo, Israel, Legalismo, LEGALISMO Y TENDENCIAS JUDAIZANTES, Movimiento de Raíces Hebreas, Sionismo

La tendencia judaizante en el movimiento evangélico: Una reflexión sobre la adopción de elementos judíos en la adoración y liturgia cristiana

Por Fernando E. Alvarado

Al establecer su pacto con Abraham, Yahvé declaró: “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Génesis 12:3). En dicho versículo podemos encontrar 3 declaraciones clave:

  • «Bendeciré a los que te bendigan» La primera de las declaraciones en Génesis 12:3 se refiere a la promesa de Dios a Abraham de brindarle su protección y favor especial. Por implicación, aquellos que reconozcan el llamado divino de Abraham y lo apoyen a él y a su descendencia serán bendecidos por Dios. Teológicamente, esto se interpreta como una declaración de la alianza de Dios con Abraham, donde Dios promete su favor a quienes honran a su elegido (Hamilton, 1990).
  • «Y al que te maldiga maldeciré» La segunda declaración pronunciada en este versículo establece que aquellos que maldigan o se opongan a Abraham y su descendencia serán objeto de la maldición divina. Esta protección divina reafirma la elección de Abraham y la relación especial que Dios tiene con él y, teológicamente, subraya la justicia y la reciprocidad en la alianza divina, indicando que Dios activamente defiende a su pueblo elegido (Wenham, 1987).
  • «Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra» La última declaración contenida en Génesis 12:3, es una de las promesas más universales y significativas de la Biblia. Indica que a través de Abraham y su descendencia, todas las naciones de la tierra serán bendecidas. Teológicamente, dicha expresión constituye una referencia profética a Jesucristo, descendiente de Abraham, a través de quien la bendición divina se extiende a toda la humanidad (Waltke, 2001).

Génesis 12:3 encapsula la promesa de Dios a Abraham y su descendencia de forma contundente. Al leer dicha promesa, muchos evangélicos se han sentido inspirados (si no obligados) a exclamar: “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea contigo. Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios buscaré tu bien.” (Salmos 122:6-9)

Esta pasión evangélica por apoyar a Israel ha desempeñado un papel significativo en la geopolítica contemporánea, especialmente influenciando las políticas de Estados Unidos y las dinámicas en Oriente Medio. Según investigaciones de estudiosos como Daniel Hummel en su libro «Covenant Brothers: Evangelicals, Jews, and U.S.-Israeli Relations», los evangélicos creen que el apoyo a Israel es esencial para la realización de la profecía bíblica y el regreso de Cristo. Esta convicción teológica ha llevado a una alianza estratégica entre líderes evangélicos y políticos estadounidenses pro-Israel, influyendo en decisiones clave de política exterior, como el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y el traslado de la embajada estadounidense, decisiones que tienen profundas implicaciones geopolíticas.

Por otro lado, el apoyo financiero y humanitario de grupos evangélicos a Israel, documentado por analistas como Yaakov Ariel en su obra «Evangelizing the Chosen People: Missions to the Jews in America, 1880-2000», ha fortalecido los lazos entre las comunidades evangélicas y el Estado de Israel. Este apoyo no solo ha beneficiado económicamente a Israel, sino que también ha consolidado una base de apoyo política dentro de Estados Unidos que defiende políticas pro-Israel de manera firme y constante.

En el ámbito geopolítico, la influencia evangélica ha impactado en las negociaciones de paz entre Israel y Palestina, donde la posición pro-Israel de Estados Unidos, impulsada en parte por el apoyo evangélico, ha influido en la percepción y enfoque internacional del conflicto. Esta dinámica ha generado críticas y tensiones, especialmente desde aquellos que buscan una solución de dos estados y ven la influencia evangélica como un obstáculo para la mediación imparcial y efectiva.

¿CUÁL ES EL MENSAJE REAL DE GÉNESIS 12:3, SALMO 122:6-9 Y OTROS PASAJES SIMILARES?

Ciertamente no. Génesis 12:3 establece una promesa de bendición para todos los pueblos a través de Abraham y su descendencia. Este versículo es fundamental en la teología del Antiguo Testamento y establece las bases para entender cómo Dios usó a Israel para bendecir a todas las naciones. Sin embargo, Gálatas 3:6-18 interpreta esta promesa como cumplida en Cristo, quien es la verdadera semilla de Abraham. Pablo explica que la fe en Cristo, no las obras de la ley, es lo que hace a alguien verdaderamente descendiente de Abraham y heredero de la promesa.

“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham… Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.” (Gálatas 3:6-18)

Según Richard N. Longenecker en su comentario sobre Gálatas (Word Biblical Commentary), Pablo enseña que la bendición prometida a Abraham se realiza en Jesucristo y se extiende a todos los que creen en él, independientemente de su linaje étnico o nacionalidad. Esto señala una transformación en la comprensión del pueblo de Dios, que ahora incluye a todos los creyentes en Cristo, no solo a aquellos de ascendencia física de Abraham. Génesis 12:3 tiene su cumplimiento y aplicación final no en el Israel étnico o en el actual Estado Judío, sino primariamente en Cristo, la simiente, y en nosotros (su iglesia), su Cuerpo.

¿Qué hay con el Salmo 122 y su mandato de orar por la paz de Jerusalén? Debemos recordar que el Salmo 122 es un salmo de ascenso, cantado por los peregrinos que se dirigían a Jerusalén para las fiestas religiosas. El versículo 6 en particular insta a orar por la paz de Jerusalén y promete bendiciones a aquellos que la aman. Según J. Clinton McCann Jr. en el comentario del Salmo 101-150 (The New Interpreter’s Bible Commentary), el salmista expresa un deseo profundo por la paz y la prosperidad de la ciudad de Dios ya que ahí se encuentra su Templo, su Santa morada y el lugar de presencia. ¿Cómo no orar por dicho lugar y desear su bienestar?

Sin embargo, en el contexto del Nuevo Testamento, especialmente después de la destrucción del Templo en el año 70 d.C., el concepto de «la casa de Dios» se transforma espiritualmente. 1 Timoteo 3:15 y otros pasajes del Nuevo Testamento (como Efesios 2:19-22) enseñan que ahora la Iglesia es el templo de Dios, donde mora su Espíritu, y no un edificio físico en Jerusalén.

“Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.” (1 Timoteo 3:15)

“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:19-22)

Esto implica un cambio en la forma en que los cristianos entienden su relación con Jerusalén y la tierra de Israel, enfocándose en la comunidad de fe global en lugar de la lealtad exclusiva a una ubicación geográfica específica.

Así pues, lejos de invitarnos a una devoción ciega o enfermiza por Israel (lo cual ha llevado a muchos a idolatrar la nación hebrea y todo lo relacionado con ella) estos pasajes bíblicos muestran una progresión teológica desde las promesas a Abraham hasta su cumplimiento en Cristo, y desde una lealtad geográfica hacia Jerusalén hacia una identidad espiritual en la Iglesia. Este entendimiento permite a los cristianos comprometerse con la paz y la justicia global, reconociendo que la promesa de Dios se extiende a todos los pueblos y naciones a través de la fe en Jesucristo. No solo a Israel.

¿AMOR BÍBLICO U OBSESIÓN POR TODO LO HEBREO?

Sin duda la devoción evangélica en favor de Israel y su apoyo incondicional al Estado Judío ha tenido consecuencias profundas en la geopolítica mundial, moldeando la política exterior de Estados Unidos hacia Oriente Medio y fortaleciendo los lazos entre dos naciones con una base de apoyo significativa dentro de la comunidad evangélica. Sin embargo, la simpatía evangélica por todo lo que suene, huela o parezca judío ha ido más allá del apoyo político o la ayuda humanitaria.

En las últimas décadas, se ha observado una tendencia creciente entre ciertas comunidades evangélicas a incorporar elementos del judaísmo en su adoración y liturgia. Esta tendencia, conocida como «judaización», se manifiesta en la adopción de símbolos judíos como la Estrella de David y la Menorá, el uso de vestimenta tradicional como el talit (manto de oración) y el kipá, la inclusión de danzas judías y el empleo de instrumentos musicales típicos del culto hebreo, como el shofar. Este fenómeno plantea interrogantes sobre sus motivaciones, implicaciones teológicas y el impacto en la identidad evangélica.

MOTIVACIONES Y ORÍGENES DE LA JUDAIZACIÓN

La tendencia judaizante en el movimiento evangélico puede estar motivada por varios factores. Uno de los principales es el deseo de reconectar con las raíces bíblicas del cristianismo. Al enfatizar elementos del judaísmo, muchos evangélicos buscan profundizar su comprensión de las Escrituras y honrar las prácticas religiosas que Jesús y sus primeros seguidores judíos habrían conocido y practicado (Goodman, 2018).

Otro factor importante es el ya mencionado apoyo político y teológico que los evangélicos dan a Israel. Muchos evangélicos interpretan las profecías bíblicas como una afirmación del papel central de Israel en el plan divino. Esta interpretación lleva a una solidaridad con el pueblo judío y un deseo de mostrar apoyo adoptando elementos de su cultura y religión (Schwartz, 2004). Además, el auge de movimientos mesiánicos que combinan la fe en Jesús como el Mesías con las prácticas judías ha influido en la adopción de estos elementos en iglesias evangélicas (Goodman, 2018).

PRÁCTICAS JUDAIZANTES EN LA LITURGIA EVANGÉLICA

La inclusión de elementos judíos en la liturgia evangélica se manifiesta de varias maneras. Las danzas judías, como la hora, se han vuelto populares en algunos servicios, especialmente durante festividades y celebraciones especiales (Scholem, 1987). El uso del shofar, un cuerno de carnero utilizado en la tradición judía, se ha incorporado en momentos de oración y adoración, simbolizando la llamada a la atención espiritual y la presencia de Dios (Scholem, 1987).

El vestuario también ha sido influenciado por esta tendencia. Líderes y miembros de la congregación a menudo usan talit y kipá durante los servicios, emulando prácticas tradicionales judías (Scholem, 1987). Además, los símbolos judíos como la Estrella de David y la Menorá son visibles en la decoración de iglesias y en materiales litúrgicos, reforzando esta conexión visual con el judaísmo (Goodman, 2018).

IMPLICACIONES TEOLÓGICAS Y IDENTITARIAS

La tendencia judaizante en el movimiento evangélico plantea importantes cuestiones teológicas y de identidad. Para algunos, esta adopción de elementos judíos enriquece la experiencia de adoración y crea una conexión más profunda con las raíces bíblicas del cristianismo (Goodman, 2018). Sin embargo, otros argumentan que esta tendencia puede desviar el enfoque de las enseñanzas centrales del Nuevo Testamento y crear confusión sobre la identidad distintiva del cristianismo (Schwartz, 2004).

Teológicamente, la adopción de prácticas judías puede ser vista como un esfuerzo por vivir una fe más auténtica y completa. No obstante, es crucial recordar las enseñanzas del apóstol Pablo, quien en sus epístolas enfatizó que la salvación viene por la fe en Cristo y no por las obras de la ley (Gálatas 2:16). La incorporación de elementos judíos no debe interpretarse como un requisito para la salvación, sino como una expresión cultural y espiritual (Scholem, 1987).

ABANDONANDO EL CONCEPTO DE UN DIOS TRIBAL ANTE LA UNIVERSALIDAD DEL MENSAJE CRISTIANO

Si bien la tendencia judaizante en el movimiento evangélico refleja un deseo de profundizar en las raíces bíblicas y una solidaridad con el pueblo judío, y aunque algunos consideran que estas prácticas pueden enriquecer la adoración y proporcionar un sentido de conexión histórica, es importante mantener un equilibrio y claridad teológica. La adopción de elementos judíos debe ser vista como una expresión cultural y espiritual, y no como una sustitución o requisito para la fe cristiana. Como cristianos, miembros de una comunidad multiétnica y pluricultural, la cual está formada por “gente de todas las naciones, familias, razas y lenguas” (Apocalipsis 7:9, PDT), debemos recordar que nuestra identidad cristiana se basa en la fe en Jesucristo y en su obra redentora, unificándonos en su amor y gracia más allá de las prácticas culturales y religiosas específicas.

Apocalipsis 7:9 es más que un texto de relleno en el complejo libro de Apocalipsis. Dicho versículo nos presenta una visión poderosa que invita a abandonar la percepción de Yahvé como un dios exclusivamente tribal o nacionalista, y en cambio, nos muestra su carácter como Dios de todas las etnias y pueblos. En él se nos describe una escena celestial donde una multitud inmensa de personas, representando todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, está reunida delante del trono de Dios y del Cordero. La imagen de esta multitud diversa y numerosa muestra claramente que la salvación y la presencia de Dios no se limitan a un grupo étnico o nacional específico, sino que abarcan a personas de todas las culturas y orígenes.

Esta visión desafía la idea de un Dios exclusivamente asociado con un solo pueblo o nación, y subraya que Yahvé es el Dios soberano sobre toda la humanidad. Esto implica un llamado a ampliar nuestra comprensión de la divinidad más allá de los confines de cualquier identidad étnica particular, reconociendo que Dios se revela y se relaciona con personas de todas las etnias y culturas.

Por lo tanto, Apocalipsis 7:9 nos invita a entender a Yahvé como el Dios universal que trasciende las fronteras étnicas y culturales, mostrando su amor y su redención para toda la humanidad. Esta visión tiene implicaciones profundas para el entendimiento cristiano de la inclusión y la universalidad del mensaje divino, promoviendo una fe que celebra la diversidad étnica y cultural de la iglesia y su unidad en Cristo. Cristo vino a redimir un pueblo de todos los pueblos, y ser soberano de un reino que reemplazará a todos los reinos, no a convertirnos a todos en judíos (Lewis, 1990).

FUENTES:

  • Ariel, Yaakov. Evangelizing the Chosen People: Missions to the Jews in America, 1880-2000. The University of North Carolina Press, 2000.
  • Goodman, Martin, A History of Judaism, Princeton: Princeton University Press, 2018.
  • Hamilton, Victor P. The Book of Genesis: Chapters 1-17. Eerdmans, 1990.
  • Hummel, Daniel G. Covenant Brothers: Evangelicals, Jews, and U.S.-Israeli Relations, University of Pennsylvania Press, 2019.
  • Lewis, Jonathan P. Misión mundial, volumen I, Unilit, 1990.
  • Longenecker, Richard N. Galatians. Word Biblical Commentary, vol. 41. Thomas Nelson, 1990.
  • Scholem, Gershom, Kabbalah, New York: Dorset Press, 1987.
  • Schwartz, Howard, Tree of Souls: The Mythology of Judaism, New York: Oxford University Press, 2004.
  • Waltke, Bruce K. Genesis: A Commentary. Zondervan, 2001.
  • Wenham, Gordon J. Genesis 1-15, Volume 1. Word Biblical Commentary, 1987.

Deja un comentario