Se dice que durante la época de la colonización de América los nativos cambiaron el oro que poseían por espejos, telas y otros objetos que los colonizadores ofrecían y que sólo representaban una pequeña parte de lo que valían los tesoros que entregaron. Ese cambio de oro por espejos se ha repetido ahora en el siglo 21, cuando algunos incautos dentro del pueblo del Espíritu; es decir, dentro del joven movimiento pentecostal y carismático, han cambiado el oro divino y el fuego santo por vetustas y sobrevaloradas reliquias teológicas del siglo XVI. Estos nuevos "colonizadores" no vienen ahora con espadas, pero si con pasajes distorsionados de la Biblias, con falacias y malabares exegéticos, a punta de dólares americanos, poder mediático, grandes editoriales a su servicio y el abusivo escándalo de una minoría ruidosa. En nombre de Calvino, la nueva colonización busca imponerse en Latinoamérica.
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El lado oscuro del complementarismo neopuritano y la supuesta «masculinidad bíblica»
En un mundo donde la ideología de género amenaza con deconstruir la masculinidad y la feminidad, reinventándolas a su imagen y semejanza, la subcultura evangélica se ha lanzado en una carrera demente por decirnos qué significa ser hombre o mujer. El problema no es que lo hagan apelando a la Biblia (la Biblia tiene mucho que decirnos sobre lo que significa ser un hombre o una mujer de verdad). El problema es que lo hacen a partir de una visión distorsionada de la masculinidad y amparado en una interpretación puritana (y errada) de los roles de género.
Abuso, misoginia y exclusión, el lado oscuro del complementarianismo neocalvinista
La existencia de la intolerancia contra las mujeres en nuestro mundo, y con demasiada frecuencia en la iglesia, no puede negarse. Pero no hay lugar para semejante actitud en el cuerpo de Cristo. Aunque las actitudes de la sociedad secular, basadas en prácticas y tradiciones de largo tiempo, han influido en la aplicación de principios bíblicos a circunstancias locales, los pentecostales creemos que es nuestro deber ayudar a redimir a las culturas que están en desacuerdo con los principios del Reino. Y redimir la cultura, en este caso, implica decir la verdad contra el lado oscuro del complementarianismo y sus oponentes.