.Expiación de Cristo, Cristianismo, Cristología, Deidad de Cristo, Expiación de Cristo, Navidad

Verus Deus, Verus Homo: El Misterio de la Encarnación

La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana genuina y ortodoxa: "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios." (1 Juan 4:2). Esa ha sido la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos, incluso a través de su himnología, cuando cantaba, ya en el primer siglo, acerca del gran “Misterio de la piedad”, es decir, de la Encarnación del Dios-Hijo.

.Expiación de Cristo, Expiación de Cristo, Ira de Dios, Muerte Sustitutiva, Sustitución Penal

El mensaje de la cruz, tropiezo y locura para los que se pierden

¡Cómo no amar el mensaje de la cruz! No hay ira tan profunda que la cruz de Cristo no apacigüe, ni transgresión tan grave que no quite, ni sufrimiento tan profundo que no pacifique, ni mancha tan sucia que no limpie. No hay pecado que la cruz de Cristo no borre, ni deuda tan grande que no pague. ¡Lo que la sabiduría humana no pudo lograr fue logrado por la locura de la cruz!

.Expiación de Cristo, Gracia, GRACIA DIVINA, Literatura, REFLEXIÓN BÍBLICA, Salvación

Miserables alcanzados por su gracia

Al ser humano le cuesta entender que no tiene que hacer nada, que todo ha sido ya realizado, únicamente debe acudir al lado de su Padre. Esta compresión hace que la persona cambie, es una gracia que transforma, el ser humano ya no es el mismo. ¡Así de bello e incomprensible es el Evangelio de la Gracia!

.Expiación de Cristo, Christus Victor, Expiación Vicaria, Muerte Sustitutiva

Sustitución Penal y Christus Victor

Desde el punto de vista de Christus Victor, Jesús murió como nuestro sustituto y cargó con nuestro pecado y nuestra culpa al experimentar voluntariamente toda la fuerza del reino rebelde que todos hemos permitido que reine sobre la tierra. Para salvarnos, experimentó todas las consecuencias del pecado que de otro modo habríamos experimentado. Al hacerlo, abrió las puertas del infierno, destruyó el poder del pecado, borró la ley que se oponía a nosotros y, por lo tanto, nos liberó para recibir el Espíritu Santo y caminar en una relación correcta con Dios.